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Serafín Castellano y Alfonso Rus, los 'enemigos íntimos' del PP valenciano

Alfonso Rus y Serafín Castellano en una reunión en la Diputación de Valencia

Toni Cuquerella

València —

Dos han sido los escándalos por presunta corrupción de cargos del PP que se han destapado antes y después de las elecciones. El previo, el que ha supuesto el destronamiento de Alfonso Rus, presidente de la Diputación de Valencia, y el posterior el que ha tumbado al delegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Serafín Castellano. Pero estos son dos viejos conocidos del PP que durante muchos años han tenido un enfrentamiento por el poder en la provincia de Valencia.

Castellano empezó su carrera en 1991 siendo elegido alcalde de su municipio (Benissanó), por su parte Rus tardó una legislatura más en tocar poder, fue en 1995 cuando fue proclamado alcalde de Xàtiva. Pero mientras Castellano empezó temprana su relación con el poder en la capital (diputado en las Corts Valencianes también desde 1991, y presidente de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias), Rus tejía su poder desde su ciudad y extendiéndose localmente por las comarcas vecinas.

Serafín Castellano alcanzó sus mayores objetivos ya en 1999 cuando fue nombrado conseller por Zaplana (de Justicia y Administraciones Publicas primero, y después Sanidad), y desde entonces participará en gobiernos de todos los presidentes del PP. Pero la llegada al poder de Francisco Camps lo apartó de la Generalitat en su primera legislatura, relegándolo a portavoz del PP en las Corts, dado el enfrentamiento que tuvieron por la afinidad zaplanista de Castellano. No obstante este periodo sirvió también para pacificar la relación y aproximarse, pero al mismo tiempo desde Xàtiva otro dirigente pedía paso, las relaciones personales de Rus con los cada vez más abundantes alcaldes del PP hacían que este llegara a pedir la Diputación de Valencia. La mayoría absoluta de Camps en 2007 propició recompensas para todos: Castellano volvía a la Generalitat como conseller de Gobernación, y Rus accedía a la Diputación y se haría con la presidencia del PP provincial.

Desde entonces el PP tuvo dos gallos en el corral de la provincia de Valencia, dos gallos que mantenían luchas intestinas por el poder comarcal pero que se podía mantener soterrado, mientras hubiera un cierto equilibrio de fuerzas el liderazgo de Camps no se cuestionaba. Pero Camps cayó en 2011. Y mientras Rus no encajó bien que no se le tuviera en cuenta para elegir al nuevo presidente del PP y de la Generalitat, que acabó siendo Alberto Fabra, (Rus tenía sus aspiraciones propias y por ello pidió ser diputado en las Corts, para ser elegible presidente), Serafín Castellano saltó al barco de Fabra inmediatamente.

En esta legislatura los desplantes y los enfrentamientos de Rus y Fabra han sido innumerables, Rus ha ejercido de barón territorial y ha sumado aliados de peso como Rita Barberá o el vicepresidente de la Generalitat y presidente de Alicante, José Císcar. Por su parte Fabra fortalecía a Serafín Castellano nombrándolo su número 2 autonómico, secretario general del PPCV. En estas posiciones hubo guerra en las comarcas valencianas, batallando por el poder en los congresos comarcales entre los candidatos de Castellano y los de Rus, decantándose más la balanza a favor del segundo.

Zanjado el conflicto interno debían cerrarse filas de cara al exterior con las elecciones europeas. Pero este primer aviso electoral para el PP valenciano se saldó con una catástrofe que pedía que rodaran cabezas. Alberto Fabra agachó la cabeza en un momento bajo y consultó a los barones, entre ellos Rus, que le pidieron la cabeza de Castellano. Este cayó para ser sustituído por Isabel Bonig, actual coordinadora general del PP valenciano y una de las candidatas a liderar la nueva etapa en la oposición, mientras de número 3 se ponía a Emilio Llopis, jefe de gabiente de Rus en la Diputación.

La etapa del poder de Castellano en el PP valenciano se cerraba cuando el destino elegido para él era la Delegación del Gobierno en la Comunitat Valenciana y era despojado de sus cargos internos además de salir de las Corts Valencianes donde había estado ininterrumpidamente durante 23 años.

Desde esta atalaya apartada Serafín Castellano vio como el escándalo del 'Dipu Gate' le explotaba a Alfonso Rus en la cara a pocos meses de elecciones, y cuando salió la famosa grabación en la que Alfonso Rus presuntamente estaría contando miles de euros por el cobro de comisiones Alberto Fabra vio la mejor oportunidad de la venganza y lo suspendió de militancia sin esperar a la imputación judicial.

Con la caída en desgracia de Rus y el fracaso electoral del PP en las autonómicas Serafín Castellano estaba llamado a ser (al menos durante el próximo medio año) quien iba a tener mayor poder territorial en la Comunitat Valenciana, ya que el PP perderá la Generalitat, la Diputación de Valencia y los ayuntamientos de las tres capitales. Pero esta alegría le duró poco y antes de concluir la primera semana de duelo el PP recibía otro mazazo en la cabeza de Castellano con su detención. Todo es un funeral continuo.

Por cierto Rus perdió el poder en Xàtiva después de 20 años con mayorías absolutas del PP, y Benissanó dejó en manos de los socialistas el ayuntamiento por primera vez tras 32 años de gobiernos 'populares'.

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