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Grafitis de hace casi 300 años en la basílica de Aspe

Grafiti soldado. Segunda mitad siglo XVIII.

Emilio J. Salazar

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Corría el año 1737. Los operarios acababan de construir la basílica de Nuestra Señora del Socorro de Aspe, un edificio de estilo barroco valenciano levantino, a la postre convertido en uno de los inmuebles con mayor valor artístico de la provincia de Alicante. En ese momento, en una sala que ha permanecido prácticamente intacta desde entonces, un operario no puede resistir la tentación de poner su nombre y la fecha sobre el yeso fresco de la pared. Ese es el primer grafiti documentado de los “centenares y centenares” hallados en la sala del órgano del templo y que este viernes han dado a conocer el arquitecto Mariano Cuevas y el arqueólogo Felipe Mejías dentro del ciclo de conferencias de los Encuentros en el Wagner que ha celebrado la localidad de la comarca del Medio Vinalopó.

De momento, cuenta Mejías, autor también de los últimos descubrimientos en el campo de concentración de Albatera si bien la actuación arqueológica está prácticamente acabada, solo han documentado 90 grafitis en una de las cuatro paredes. “Los resultados son preliminares, aquí hay trabajo para meses”, advierte.

Hay de todo tipo. Figuras humanas que representan a soldados con cañones, sacerdotes o cristos; animales como palomas, cigüeñas, lagartos o una especie de bestia de la que sale fuego por la boca; plantas y también hay motivos obscenos como mujeres desnudas.

“Esto responde a un impulso atávico del ser humano de dejar su marca por donde pasamos”, explica el arqueólogo aspense. “Igual que ahora nos hacemos un selfie, las personas del siglo XVIII no eran muy diferentes a nosotros. Subían allí, dejaban su nombre, su firma, un dibujo...”, añade.

En muchos casos, el autor del grafiti dejaba puesta, junto con su firma, la fecha. En otros en los que no aparecía lo han podido averiguar “porque cada época tiene un estilo, su forma de pintar y en algunos de ellos hacen alusiones a momentos históricos”. Momentos como la batalla de Bailén al quedar dibujado el que según Mejías, podría tratarse de José Napoleón Bonaparte: se aprecia un personaje con el sombrero característico de dos picos o bicornio, acompañado de un texto casi ininteligible, que pone algo así como “Don José a los mandos”.

La mayoría de grafitis encontrados de este “universo gráfico impresionante” pertenecen a la segunda mitad del siglo XVIII y primera mitad del XIX. En general, dejaron de estamparse en la pared después de la Guerra Civil y hasta los años 90 del siglo XX se han documentado algunos, seguramente de miembros de las cofradías que subían a esta sala a guardar los pasos procesionales.

Mejías recuerda que una parte importante de los hallazgos guarda relación con personas que trabajaron en el órgano. De hecho, se han podido documentar sus nombres en la fabricación de otros órganos, como por ejemplo el de la iglesia de San Pedro en Novelda, y esos mismos nombres aparecen en las paredes de esta sala.

Una sala que era marginal en cuanto al uso; se utilizaba como trastero, y acceso intrincado se accede por una escalera de caracol de 50 centímetros de paso. También era el lugar por el que el organista tenía que pasar necesariamente.

Partitura

La segunda parte del trabajo de investigación ha consistido en reforzar el piso de la sala, una primera planta construida sobre una bóveda. Para ello han levantado el pavimento en cuyos huecos se han encontrado restos de materiales de la construcción del órgano del siglo XVIII que se vertieron a modo de relleno. Así, aparecen ropas, trapos, restos de comida de los empleados, restos del órgano y una partitura musical del siglo XVIII envuelta en serrín.

“La partitura está deteriorada, pero es muy raro que se conserve en estas condiciones porque el papel se desintegra con facilidad”. Tras, de nuevo, un proceso minucioso de descifrado, Felipe Mejías avanza que la partitura se corresponde con una misa cantada propia del Viernes Santo cuyo nombre es 'Velum templi', según le confirmó Alfredo Cerdán, director de la Sociedad Musical Ateneo Maestro Gilabert de Aspe, la segunda banda de música más antigua de España, creada en 1825, un año después de la de Liria (Valencia).

Esta partitura sonó en la presentación del viernes junto con otra novedad que sorprendió a los asistentes, la recreación en 3D de cómo sería la sala. Gracias al experto en virtualización del patrimonio, Eloy Poveda, que ha logrado un registro fotográfico de toda la sala a través de ortofotos del que ha salido un modelo fotogramétrico que, conectado a un servidor, te permite viajar por toda la sala, ver el techo, acercarte a la pared, y obtener información al instante de los grafitis.

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