El Centre del Carme propone un recorrido por las fallas disidentes y experimentales

Las maquetas y los ninots de la exposición inaugurada este martes por el Centre del Carme de València son, por ahora, lo más próximo que se podrá estar de Las Fallas, aplazadas por el Gobierno valenciano -junto a la Magdalena de Castelló- debido a las medidas adoptadas para hacer frente al coronavirus.

Fallas experimentales. Historia de una disidencia es un recorrido por algunas de las comisiones agrupadas en la Federación de Fallas I+E (Innovación y experimentación) entre las que se incluyen también comisiones que plantean una crítica integral a “la jerarquizada fiesta fallera” y a sus manifestaciones religiosas.

“En esta exposición se muestran maquetas dentro de un contexto que es minoritario, que son las fallas experimentales. Pertenecen a una sección que el Ayuntamiento tiene aparte y tienen sus premios independientemente de la Junta Central Fallera”, explica Pepe Romero, comisario de la muestra y profesor del departamento de escultura de la Facultad de Bellas Artes de la Universitat Politècnica de València. Unos galardones que tienen en cuenta, por ejemplo, el uso de materiales no contaminantes y de combustión limpia.

Maquetas, dibujos, ninots, llibrets fallers, fotografías y otros documentos introducen al visitante en los procesos creativos de estas fallas que rompen con “la monumentalidad”, “el barroquismo” y “la estética de la grandiosidad”. No tienen necesariamente fallera mayor ni presidente y tampoco participan en actos como la ofrenda.

La historia de las nombradas como fallas experimentales se remonta a treinta años atrás y actualmente se reconoce en ejemplos como la Falla Lepanto, Corona, Ribesan o los monumentos creados por el departamento de escultura de la Universitat Politècnica de València, entre otras.

Las últimas fallas municipales siguen esta línea y se han convertido, también, en el paradigma de la experimentación con las obras de los artistas urbanos Okuda, PichiAvo o Escif, autor de la falla municipal 2020 ‘La meditadora’. Su gran ninot central solo podrá verse al completo en la maqueta expuesta en la muestra, ya que, de momento, deberá esperar a su instalación total en la plaza del Ayuntamiento.

La muestra, con más de un centenar de piezas, tiene su origen en la unidad de investigación ‘Efimere’ de la Universitat Politècnica de València en colaboración con la Universitat de València, que estudia las Fallas como elemento escultórico contemporáneo. De hecho, añade Pepe Romero, la muestra podría confundirse con una exposición de arte contemporáneo si no fuera por las fotografías de las fallas que acompañan a las maquetas.

“La construcción de este tipo de Fallas se desarrolla en torno a tres ámbitos profesionales: artistas visuales, arquitectos y diseñadores gráficos”, explica el comisario, “aunque encontramos algunos ejemplos de fallas experimentales incluso durante el franquismo o en los años 80 es a comienzos de los 90, cuanto otorgan el premio a la innovación por parte del IVAJ cuando las fallas experimentales comienzan a andar”.

“Esta exposición recoge el espíritu de colaboración que emprendimos hace tres años con la intención de apoyar la innovación y la experimentación de las artes”, apunta el director del centro cultural, José Luis Pérez Pont. A la presentación también han acudido escultores, arquitectos y artistas autores de las fallas experimentales.

De los antecedentes a la actualidad

La muestra está dividida en cuatro capítulos. En el primero, Antecedentes, se visualiza la relación entre los artistas falleros y los artistas visuales y las propuestas de aquellos que, como Ricardo Rubert, Vicente Luna, Alfredo Ruiz o Manolo García, abrieron un camino que se separaba de la forma de hacer instituida e iniciaban conceptual y formalmente una renovación que ha influido notablemente en los artistas posteriores.

En el segundo capítulo se pueden observar los cambios formales y las aportaciones más innovadoras llevadas a cabo por los creadores de las Fallas I+E (innovación y experimentalidad). Estos artistas, en su mayoría arquitectos, artistas visuales y urbanos o diseñadores gráficos incorporan en sus proyectos las nuevas tecnologías, y parten de un riguroso análisis del espacio donde se ubica el monumento así como de la naturaleza del mismo y de su relación con los espectadores, creando unas fallas transitables en las que se su prime el vallado perimetral que, por motivos lucrativos o de seguridad rodea a la mayor parte de las fallas.

En el tercer capítulo se muestran los trabajos más transgresores de diversas comisiones en las que los vecinos aportan el material con el que se construirá el monumento. Estas comisiones desjerarquizadas, no cuentan con presidente o fallera mayor ni participan en la ofrenda implantada en el año 1945. Finalmente se presenta un espacio con documentación académica, revistas y catálogos en los que se analiza en profundidad nuestra fiesta más popular, y también documentos relacionados con algunos de los proyectos falleros más sorprendentes.