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“¿Por qué la fórmula de salvar las cajas ha sido regalarlas a los bancos? ¿O era una forma de salvar los bancos?”

Vicent Ortiz durante la entrevista.

Adolf Beltran / Sergi Pitarch

“Estamos en un momento en el que nos pasa algo parecido a lo que ocurre a los periódicos, que a lo mejor tendrán que dejar de salir siete días a la semana para salir un día o cada quince y utilizar los medios digitales para ofrecer las noticias, ya no del día, sino del instante”. La comparación que hace Vicent Ortiz, jefe de Secretaría y de la Obra Social y portavoz de Caixa Ontinyent, le sirve para describir el estado de ánimo con el que afronta el presente una entidad “superviviente” de un triple cataclismo: el hundimiento del sector financiero valenciano, que llevó al rescate público de Bankia, la CAM y el Banco de Valencia, los dos últimos vendidos al Banco Sabadell y Caixabank, respectivamente; el proceso de escisión de las antiguas cajas de ahorros en el negocio bancario por un lado y las fundaciones que detentan las accione y gestionan la antigua obra social, por otro lado, y las fusiones que reestructuraron el sector financiero español y han dado paso a nuevos bancos.

Caixa Ontinyent salió viva de todos esos procesos y sería la última caja de ahorros española, la única, si no estuviera en su misma situación la Caixa de Pollença, en Baleares, de menor tamaño aún que la entidad valenciana. Con su sede social radicada en una ciudad de tradición industrial como Ontinyent, tiene 48 oficinas en 31 localidades valencianas (tres de ellas en la capital, Valencia), una plantilla de 208 empleados y 80.000 clientes. Dispone de 1.250 millones de euros en activos y 108 millones de patrimonio neto. Su obra social alcanza a 250.000 beneficiarios.

“En la banca pasa lo mismo”, prosigue Ortiz con su comparación. “Los días de la semana son oficina, oficina, oficina. El modelo está prácticamente acabado. La digitalización hace que sea en internet donde tengamos que crear nuestra identidad y ese perfil digital que permita que te reconozcan como entidad financiera. El negocio bancario clásico basado en la atención al depositario ha cambiado, se automatizan los servicios, se potencia el pago electrónico y se reduce el número de oficinas”.

Ustedes presumen de atender todavía al clásico cliente de las cajas de ahorros… pero también han apostado por la digitalización en la nueva sede central y se mueven en un contexto bancario complicado.

Lo explicaré con números de 2014 perfectamente extrapolables a 2015 y 2016. Las entidades bancarias compramos dinero a un precio y lo invertimos a otro. Trabajamos con unos márgenes del 1,24. Si sumamos lo que se cobra por comisiones, por rendimiento de operaciones financieras y otras operaciones, da un margen bruto del 2,12. Descontados los gastos de personal y generales, queda un porcentaje del 0,37%. La retribución a los accionistas significaría un 0,80. Eso quiere decir que los bancos, para dotar bien sus reservas y retribuir bien al accionista tendrían que estar ganando el doble de lo que están ganando.

Pero incluso eso no es cierto. El rescate de la banca española no ha consistido solo en inyectar dinero en determinadas entidades sino en la posibilidad de acudir al Banco Central Europeo, coger dinero a un precio e invertirlo en deuda pública a un precio muy superior. Así se ha generado una cartera de valores que produce unos rendimientos extraordinarios que en dos o tres años ya no se producirán. Si restamos la incidencia de esta inversión, el 1,24 de que hablaba al principio se quedaría en el 0,47. No habría rendimiento de operaciones financieras y el 2,12 de ganancias bajaría al 0,95. Si restas los gastos, la cuenta de resultados estaría en pérdidas del 0,80. Suponiendo que la situación económica mejore, podría compensarse el 0,80 de pérdidas, pero quedaría una cuenta de resultados plana.

Eso quiere decir que habrá que mejorar el margen de intereses, o sea, encarecer los préstamos y operar más, cambiar la política de cobro de comisiones, así como reducir los costes de estructura. Estamos en un contexto de reducción del número de oficinas, del personal y de las operaciones que no aportan beneficio. La estrategia de la gran banca es ir a por el cliente rentable, que no es solo el que tiene dinero depositado, sino el que tiene planes de acciones, seguros, utiliza tarjetas, etc. También se centra en las áreas geográficas rentables. ¿Para qué tener oficina en un pueblo pequeño?

Y en cambio su entidad es una caja de ahorros, que no tiene accionistas y que se centra por ley en una zona geográfica determinada

En efecto.

¿Cómo se salvó Caixa Ontinyent de la quema?

¿Por qué se salvaron las cajas de Pollença y de Ontinyent? Por la prudencia en la gestión del negocio. En España existía la mejor banca del mundo, la más eficiente, la más extensa, la más tecnificada, la más solvente. Operar en un banco español tenía que dar toda la seguridad, pero nos hemos encontrado con miles de personas atrapadas en créditos a largo plazo sin seguridad de poder pagarlos y en peligro de perder la vivienda, miles de personas que han perdido sus ahorros, miles de personas que ven cómo pasa su vivienda a manos de especuladores hasta por un 60% del precio que pretendían cobrarles a ellas, centenares de diligencias judiciales abiertas por actuaciones irregulares de directivos bancarios y, como colofón, una reestructuración del sector con un coste social y ciudadano terrible.

Se ha perdido toda la banca social y territorial que representaban las cajas de ahorros. Las cajas llegaban a todos los pueblos, han sido el motor económico y social de la España de los últimos 50 años. Revertían más de 2.000 millones de euros anuales en obra social… Ahora el sector se ha concentrado en muy pocas manos. Cinco bancos manejan más del 75% de los recursos.

Desde que la ley Fuentes Quintana permitió funcionar a las cajas como si fueran bancos, la banca miró con recelo el auge de las cajas. ¿Ha sido la banca la que ha conseguido acabar con el sistema de cajas de ahorros o lo han propiciado los errores y excesos de las propias cajas?

La historia nos lo dirá cuando tengamos más perspectiva. Entonces podremos responder a la pregunta de si fue algo provocado o una consecuencia. ¿Por qué la fórmula de salvar las cajas ha sido regalarlas a los bancos? ¿O era un forma también de salvar los bancos? Es cierta la situación de la que partían las cajas en general. Si hay equilibrio, rentabilidad, liquidez y una exposición al riesgo controlada, no hay problema alguno. Lo que ocurrió es que en España, de pronto, se dedicaron a crecer. A la hora de captar, ya no se conformaban con los clientes y las entidades iban a los mercados mayoristas, se convirtieron en empresas, agencias de viajes, inmobiliarias… Se dieron grandes facilidades para el crédito. En cuanto empezaron a fallar algunas inversiones, surgió la crisis de liquidez. Las inversiones se deterioraron y eso generó pérdidas. Hay de tener un nivel de capital mínimo. Los bancos pueden salir al mercado a captar capital pero las cajas no tienen accionistas y se vieron abocadas a la alternativa de desaparecer o convertirse en bancos.

En el momento en que empezaron a proponerse fusiones para salvar la situación, a Caixa Ontinyent también se le planteó esa alternativa. ¿Por qué no entró en ese juego?

Se dieron circunstancias económicas y políticas, o de gobierno. Estábamos preocupados. El sector se estaba moviendo en una dirección…

Y ustedes se resistieron…

Nos plantearon algunos sistemas institucionales de protección (SIP), que denominaban “fusiones frías”. La maniobra consistía en entrar en un SIP y crear una fundación que recogería los dividendos que generaría el negocio.

Ese modelo se había aplicado en Italia previamente y las fundaciones poco a poco acabaron declinando…

Llevó a la desaparición total de las cajas de ahorros y es lo que veíamos que iba a pasar. Nuestro consejo de administración se hizo dos preguntas. Caixa Ontinyent se fundó en 1884 para contribuir al bienestar de su gente. Nosotros no nos medimos solo en función del balance sino por lo que aportamos realmente a la sociedad. ¿Algún proyecto de fusión nos garantizaba que la sociedad y nuestro territorio continuarían disfrutando de las ventajas que les ofrecía Caixa Ontinyent? Llegamos a la conclusión de que no. Nadie nos lo garantizaba.

¿Se refiere a la obra social?

A la obra social y al trato directo con el cliente. Desde los despachos a veces se toman decisiones que, seguramente, mirando a la cara a las personas no se tomarían.

¿Y la segunda pregunta?

¿Seríamos capaces nosotros, y con todo lo que venía, de sobrevivir? La globalización comporta una competencia muy fuerte. ¿Tendríamos capacidad para seguir en solitario? Hicimos nuestros planes estratégicos a tres y cinco años y vimos que podíamos continuar. Los beneficios no iban a ser muy altos, pero la atención a nuestro territorio continuaría. Apostamos por esa vía. En el consejo de administración había personas partidarias de entrar en las fusiones y, en concreto, en la de Bankia. También contemplamos la del Círculo Católico o la de Mare Nostrum. Al final decidimos continuar solos.

¿Por qué?

Resultó alentadora la actitud del Banco de España. Veíamos que iban llamando caja a caja instándolas a buscar “novio”. Pero a nosotros no nos decía nada. Dado que una vez al año van nuestro director general, Vicent Penadés, y el jefe de planificación a despachar con la inspección en el Banco de España, aprovecharon una visita para preguntar por qué no nos decían nada. Entonces les enseñaron un mapa de España señalado con banderitas rojas, amarillas y, algunas, muy pocas, verdes. Les dijeron: “¿Véis? Estáis en verde. Mientras estéis así no os diremos nada”. Al saber eso, nos dijimos: “Si el Banco de España no nos obliga, ¿por qué tenemos que desaparecer?”.

Pero quedarse solos tenía riesgos dado que todo el mapa estaba en transformación…

Había un problema porque las cajas iban desapareciendo y la normativa bancaria iba avanzando. Teníamos la duda de si se consentiría la existencia de dos cajas de ahorros. ¿Se haría una legislación a propósito para dos entidades? Al final, se ha hecho.

¿Esa legislación, la ley estatal y la ley valenciana de cajas, abre la puerta a que se pueda desandar el camino y se creen nuevas entidades?

La ley estatal está hecha como un guante para Caixa Ontinyent porque vuelve al modelo de lo que debe ser una caja de ahorros: un territorio, un volumen máximo de activos, una entidad de carácter fundacional, órganos de gobierno compuestos por gente de la zona… Las cajas no tienen propietarios, lo que hace que en los órganos de gobierno se produzca una representación plural de la sociedad. Los beneficios revierten sobre la sociedad. La figura es buena, pero no es tan fácil de poner en funcionamiento. Para crear una caja hay que poner un dinero, pero resulta que el que lo pone no manda, sino que lo hacen representantes de los impositores, de la Generalitat Valenciana, etc… ¿Quién está dispuesto a poner dinero así?

¿Es un mecanismo más propio de otros tiempos?

De cuando algunas entidades, la Iglesia o asociaciones, las montaban. Entonces los requisitos no eran los de ahora.

Alguna gente cree que las cajas son lo más parecido a una banca pública…

Christian Felber nos decía que las cajas somos “economía del bien común”. Nosotros siempre lo hemos denominado responsabilidad social. Caixa Ontinyent es una especie de banca democrática y popular (el 55% de nuestros órganos de gobiernos lo forman impositores). La transparencia que permite es grande, aunque discrepamos con Christian Felber de hasta dónde puede llegar esa transparencia. Él habla de que los principios de la banca ética han de hacer que todas las operaciones se discutan, se conozca y sean transparentes, pero nosotros tenemos el secreto bancario. Si alguien viene con un proyecto, no podemos publicarlo.

¿No tienen miedo a ser aplastados por el proceso de concentración de la banca española?

En España hay muchas entidades pequeñas, bancos, cajas rurales o cooperativas de crédito y dos cajas de ahorros. El peligro es que los grandes bancos ofrezcan tan buenas condiciones que no seamos capaces de competir. ¿Cómo afrontarlo? Sigue existiendo la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) donde se mantienen Caixabank, Bankia…, los bancos creados por las antiguas cajas. Es un proveedor de servicios que nos permite conseguir buenas economías de escala, así como a otras entidades pequeñas. Por otro lado, tenemos contacto con otras entidades de nuestro tamaño, un poco más pequeñas o un poco más grandes, como Banca Pueyo, Caja de Ingenieros, Caixa Popular o Caja Rural Central de Orihuela. Con ellas podemos compartir cosas. La gran banca puede ganarnos en marketing y capacidad de venta.

¿Y en la tecnología digital?

Más que en la tecnología, creemos que con su tecnología pueden ganarnos al posicionar su marca por delante.

La nueva ley de cajas, como ha comentado, establece una limitación territorial. ¿Caixa Ontinyent es una entidad de las comarcas centrales valencianas?

Nuestro ámbito es La Vall d’Albaida [cuya capital es precisamente Ontinyent], La Costera [Xàtiva], L’Alcoià [Alcoi], La Safor [Gandia], El Comtat [Cocentaina] i la ciudad de Valencia, donde tenemos tres oficinas. En total, 48 oficinas en 31 localidades.

¿Y su obra social?

La obra social tiene 250.000 beneficiarios directos y 23 centros en diferentes pueblos. Son centros de salud, escuelas infantiles, centros de jubilados, de discapacitados, de enfermos mentales. Hemos publicado cerca de 150 libros y un centenar de discos. Colaboramos con unos 300 colectivos de nuestro ámbito de actuación. Estamos presentes en los campus universitarios que funcionan en nuestras comarcas. Nuestra obra social tiene pocos recursos pero mucha capacidad de relación con la sociedad.

Su territorio original es una zona de industria textil. ¿Detectan una recuperación de la crisis?

Se han movido un poco el negocio internacional y la actividad comercial. Pero creemos que aún tardará un poco en llegar el momento en que las familias vuelvan a tener confianza suficiente la endeudarse. De momento, en lugar de ahorrar, reducen la deuda que puedan tener. Eso va bien a las personas pero no a los bancos. Nuestra clientela, que está centrada en la pequeña y mediana empresa, tampoco está invirtiendo. El textil sigue estirando de la actividad económica. Contra lo que pudiera parecer, no se ha acabado en nuestras comarcas. En general, lo que está fallando es la construcción, todo lo demás se está recuperando bien. En la medida en que la construcción se recuperara, sin llegar a los niveles de antaño, iría todo mejor.

¿Apuestan por una subida de tipos de interés?

Nuestro consejo de administración se reunirá el 30 de noviembre para preparar el plan de actuación. Vemos una situación a corto y medio plazo enmarcada en tres aspectos. En primer lugar, una recuperación económica que sigue sin estirar del crédito, con tipos de interés bajos, que para la banca son malos, pero con una reducción de la morosidad, mejores posibilidades de gestión de la cartera inmobiliaria y nueva oportunidades de negocio. En segundo lugar, la competencia que presiona es la de la digitalización y todavía se notará más, ya que cambiará el servicio a través de oficinas por banca electrónica. En tercer lugar, está la presión regulatoria, que nos exige unas dotaciones importantes, la reducción de la morosidad, la liquidación de la cartera inmobiliaria o requerimientos de gobierno corporativo. A una entidad pequeña, la obliga a sobredimensionar sus servicios.

Hay una importante cantidad de causas judiciales por hipotecas, cláusulas suelo, etc., en los tribunales. ¿Qué conflictividad tiene Caixa Ontinyent de este tipo?

Tenemos bastante inversión crediticia en vivienda. Hemos financiado mucha vivienda de protección oficial, en la que no hay cláusulas suelo, porque las condiciones vienen reguladas. Sí que tenemos otra parte de préstamos con cláusula suelo. En muchos casos, los juzgados han considerado nuestras cláusulas meridianamente transparentes. De todas maneras, hemos revisado uno a uno todos los casos para ver si, aparte de la transparencia se cumplían otros requisitos. ¿Tenían el cliente una oferta? ¿Era consciente de lo que significaba? Cuando hemos visto que había defectos, hemos llegado a acuerdos. Cuando no hemos llegado a acuerdos, obviamente los casos podían acabar en el juzgado.

¿Hasta qué punto les ha beneficiado la retirada de la gran banca de las zonas rurales?

En algún caso sí que nos ha beneficiado. Nos han dejado solos en algunos pueblos y eso ha hecho que toda la gente pasara a ser cliente de Caixa Ontinyent. Pero en general no nos beneficia demasiado porque los grandes bancos intentan captar a los clientes rentables de esos pueblos a través de la banca electrónica. Puedes acabar haciendo un servicio social más que un servicio financiero.

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