Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
La izquierda busca reconstruirse ante el nuevo ciclo político
El PP de Ayuso bloquea la investigación de los negocios de su pareja
Opinión - 'Un español cuenta algo muy sorprendente', por Isaac Rosa

“Molesta en ciertas élites centralistas que los valencianos nos rebelemos ante el 'statu quo”

El presidente Ximo Puig en su despacho en el Palau de la Generalitat.

Adolf Beltran

Por primera vez en la historia del autogobierno valenciano, las elecciones autonómicas no coincidirán con las municipales. El presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, las ha adelantado un mes para que coincidan con las elecciones generales convocadas por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que a su vez procuró evitar la coincidencia con europeas, locales y autonómicas ante la postura contraria de los presidentes autonómicos socialistas.

El adelanto no ha gustado nada a sus socios de Compromís, cuya líder, la vicepresidenta Mónica Oltra, expresó públicamente su disgusto por un escenario que perjudica a una fuerza como la suya, de ámbito autonómico, y los consellers del PSPV-PSOE y de la coalición valencianista se distanciaron en el único pleno del Gobierno valenciano de toda la legislatura en el que hubo división de voto.

Con los sondeos que indican que el PSOE será la formación política más votada en España, Puig, que preside un Gobierno basado en el Pacto del Botánico entre los socialistas, Compromís y Podemos, argumenta que hay que fomentar la movilización de la izquierda para frenar un giro a la derecha marcado por la irrupción parlamentaria de la extrema derecha.

Ha explicado su decisión de adelantar las elecciones autonómicas para hacerlas coincidir con las generales el 28 de abril con el argumento de que la movilización de los votantes beneficiará, no solo a su partido, sino al conjunto de las fuerzas del Pacto del Botánico. ¿En qué encuesta se basa para afirmarlo?

En estos momentos, la verdad es que la encuestas reflejan una volatilidad extrema. Por tanto, con todo respeto a los sociólogos, no es bueno tomar decisiones en base a encuestas. Ahora bien, es obvio que la democracia, cuanta más participación tiene, más se legitima, más allá de quién sea el beneficiario. Es importante hacer un gran esfuerzo colectivo para impedir el giro del país a la derecha. Creo que la exhibición de la ultraderecha y las consecuencias en los otros partidos de la derecha nos sitúan en un escenario en el que es necesario reforzar la propia democracia.

El problema es que la contaminación de las ideas de la ultraderecha sobre el resto de la derecha es total. Cuando oyes hablar a Casado, a Rivera o a Cantó, aquí en Valencia, dicen cosas miméticas de las que sostiene Vox. Creo que el 28A habrá una gran movilización. Ya ha habido una gran movilización progresista el 8 de marzo. La derecha, ciertamente, también se está movilizando, pero tuvo un gran fracaso con la concentración de la plaza de Colón, en Madrid.

Yo la decisión la he tomado porque, como usted sabe muy bien, hace tiempo que quería singularizar el calendario electoral valenciano. Ya había renunciado a ello porque pensaba que el activo de la estabilidad era muy importante y también por la relación de fuerzas dentro del Pacto del Botánico. Si no se hubiesen adelantado las generales, no habría habido un adelanto de las autonómicas. Ahora bien, el adelanto de las generales ha abierto una ventana de oportunidad. Sé que la contaminación del debate nacional estará presente ahora y después, el 28 de abril y el 26 de mayo. Pero, de momento, hemos levantado la mano y hemos dicho: ¡Eh, estamos aquí!

¿Cree que se visibilizará el problema valenciano en medio de un debate estatal muy enconado?

El problema territorial de España parece haberse reducido a Cataluña. Y al margen de Cataluña hay un problema más amplio. Ya no resulta sorprendende algo que detecté hace tiempo. Molesta, en ciertas élites centralistas, que los valencianos nos rebelemos ante el statu quo. Alguna gente en esas élites centralistas piensa que hay que soportar a los catalanes y los vascos, puede que a los gallegos, pero no a los valencianos. Se dice: ¿Pero estos de qué van? He contado muchas veces que en una reunión con un altísimo funcionario del Banco de España, hace unos años, cuando aún no era presidente, le estaba explicando que entonces teníamos una renta per cápita doce puntos por debajo de la media, y me preguntó de dónde salía el dato, no se lo creía. Tuvo que pedir que un asistente contrastara que le decía la verdad. Somos invisibles.

Y no vamos a conseguir una visibilidad enorme con el adelanto electoral, pero al menos se abre una posibilidad. Es obvio que en el adelanto electoral hay elementos a favor y en contra. Yo lo he analizado desde la duda, pero al final he pensado que era una ventana de oportunidad para intentar levantar la cabeza y decir que estamos aquí. Y es evidente que habrá un efecto de movilización.

¿Se apunta a un efecto Sánchez?

En parte. Aunque no solo al efecto Sánchez. Hay que mirarlo con cierta precaución porque las cosas pueden cambiar. Todos los indicadores sociológicos advierten de que un 30% de la ciudadanía toma su decisión prácticamente el mismo día de las elecciones. Especular sobre este tema es muy complicado.

“No hay demasiadas alternativas a lo que está haciendo el Gobierno con Catalunya”

Como presidente socialista, como barón socialista...

La de “barón” es una denominación centralista que menosprecia el espacio territorial. Ahí se da una trampa del lenguaje, con una connotación negativa. Los liderazgos españoles corresponden a líderes, los nuestros a “barones”.

¿Por qué lleva usted la contraria al resto de líderes territoriales socialistas? Los otros rechazan coincidir con las generales y usted busca hacerlo. Ya ocurrió con el episodio del “relator” en el frustrado diálogo del Gobierno con los independentistas catalanes. Usted y la presidenta balear Francina Armengol lo apoyaron mientras los otros criticaban con dureza al líder de su propio partido.

Desde la perspectiva de la política territorial, creo sinceramente que no hay demasiadas alternativas a lo que está haciendo el Gobierno. Abrir un espacio de diálogo, respetando la ley, es lo que corresponde. ¿Qué otra alternativa hay? Estamos viviendo un momento de polarización con toda la inconsistencia de lo que ha hecho el independentismo y la ausencia de una posición reformista del Estado por parte del Gobierno central. Tendremos que buscar espacios de política. No cuestiono la respuesta jurídica, ya que estamos en un Estado de derecho. Lo que cuestiono es que no haya política. Respeto la opinión de los otros líderes territoriales, pero habrá que buscar algún tipo de solución. Y no lo son la confrontación o la locura que plantea el señor Casado de un 155 permanente que, además, es tan inconstitucional como lo que plantean los independentistas. ¿Cómo puede decir que el primer día que esté en el Gobienro declarará el 155 permanente? ¿Pero eso, en qué Constitución está? ¿Qué Constitución está leyendo este hombre?

Tampoco parece que se haya leído la Constitución cuando anuncia una ley de lenguas para imponer que el castellano sea vehicular en la educación y la Administración en las comunidades autónomas...

Efectivamente. Cuando dice que el valenciano no tiene que ser lengua vehicular está diciendo que tiene que ser lo que antes llamábamos una asignatura maría u optativa. Eso no tiene nada que ver con lo que dice el Estatut d'Autonomia ni la Constitución. Además, parte de una idea absolutamente falaz. Pretende conseguir que una mentira contada repetidamente se convierta en media verdad. Pero no es verdad. No hay conflicto lingüístico en la Comunidad Valenciana, Es una falacia absoluta. No es una fake new, es una metira.

Se polariza el debate por efecto del conflicto en Catalunya. Incluso la formación de mayorías en España está condicionada por ello. ¿Ve alguna salida?

Lo que veo con perplejidad es que una persona que aspira a ser presidenta de la Generalitat Valenciana [en alusión a Isabel Bonig, candidata del PP] plantee la campaña básicamente sobre Catalunya porque considera que ese es el mayor problema que tiene la Comunidad Valenciana. Eso obedece a la falta absoluta de proyecto, al intento de tapar con la bandera la corrupción y, también, a una profundísima irresponsabilidad. A los valencianos nos interesa que se resuelva el problema territorial. Y la relación con Catalunya debería estar normalizada, como intentamos en este Gobierno desde el principio. Aunque solo sea por razones comerciales, nos interesa, porque es a Catalunya a la que más vendemos los valencianos.

Las derechas valencianas podrían escuchar lo que dicen los empresarios valencianos. Además, no hay ninguna duda respecto a la españolidad de la Comunidad Valenciana.

Toni Cantó denuncia a su Gobierno por lo contrario casi todos los días...

Ya. Lo que ocurre es que nosotros no somos centralistas. España no es como deciden algunas élites madrileñas. Cuando se está poniendo en duda por parte de las derechas el Estado de las autonomías, lo que se intenta es una especie de contrarreforma constitucional.

Le critican porque, ahora que hay un Gobierno socialista, no reivindica tanto como antes la reforma del sistema de financiación autonómica.

Sinceramente, creo que no es así. No solo como partido, sino como gobierno, hemos mantenido la misma tensión reivindicativa. Lo que ocurre es que ha habido una mejor atmósfera de comunicación que con Rajoy. Un atmósfera insuficiente, ya que no hemos ido más allá. También somos conscientes de la realidad del Parlamento español en estos momentos y de las comunidades autónomas. Algunas comunidades no están interesadas y no hay mayoría suficiente para plantear la reforma como nosotros lo hacemos. Se trata de una reforma estructural que garantice la singularidad de los territorios y la igualdad entre los ciudadanos, algo que en estos momentos no está garantizado.

Mantendremos, sea cual sea el Gobierno, nuestra posición. En estos años hemos conseguido entre todos que, al menos en el ámbito valenciano, exista una gran cohesión en esta cuestión. Se hizo una manifestación en Valencia muy potente, a la que acudió, por cierto, más gente que a la de Colón, que era de toda España. El consenso interno de los agentes sociales y políticos hay que mantenerlo para que se abra paso en la política española. Debemos tejer alianzas con las comunidades autónomas, un ejercicio que se ha visto imposibilitado porque, al final, está el problema de Catalunya. Es una desgracia para nosotros que unos aliados, como los catalanes, que podrían ser muy importantes, estén fuera de juego.

¿Por qué el valenciano es el único gobierno autonómico que ha elaborado como tal una propuesta de reforma de la Constitución?

Es una de las acciones más positivas que se han hecho en el plano político de participación en los asuntos de España. Pero hay gente que se pregunta por qué los hacemos. Como le decía al inicio de la entrevista, se da una cierta displicencia hacia la Comunidad Valenciana. Eso acaba teniendo costes en todos los ámbitos. Si no te consideran un actor importante, tiene consecuencias. La Comunidad Valenciana es una de las cuatro con más habitantes, con más capacidad de creación de riqueza y ha de ser considerada.

La Comunidad Valenciana es la cuarta en PIB, en población... Pero en PIB per cápita está muy por debajo de la media, con poco más de 22.000 euros por habitante...

Estamos 11 puntos por debajo de la media. Esta es una de las asimetrías que existen. No hay una causa única, sino varias. Algunas cosas tienen que ver con nuestra estructura social y económica. Pero en un país en el que el sector público es importante en la conformación del PIB, si durante años y años ha sufrido una inversión muy inferior a la que le corresponde, como ha sucedido en los años del PP, y una infrafinanciación, se crean unos gaps muy relevantes. Sólo en la financiación ordinaria, hablamos de 20.000 o 25.000 millones de euros en los últimos 15 años. Esta situación nos genera una falta de competitividad como nacionalidad, como comunidad autónoma. Mientras la energía del sector privado ha estirado más que en el resto de España, el sector público ha sido para los valencianos un lastre.

La salida de la crisis también va con retraso, ya que pese a que ha habido más crecimiento que la media, el PIB anterior a la crisis se ha recuperado con un año de retraso al de España en su conjunto.

Ha costado porque la crisis aquí fue más dura. Pero el crecimiento ha sido superior. En los últimos cuatro años, la Comunidad Valenciana ha crecido por encima de la media española.

Supongo que ha leído los análisis de economistas como Jordi Palafox que advierten de unos niveles salariales y de calidad de los empleos cada vez más precarios.

Hay un problema con los salarios. Están por debajo de la media española, pero a lo largo de esta legislatura han crecido un 0,1% o un 0,2% más que en la media. Ahora bien, es verdad que tenemos pensiones y salarios por debajo de la media. Es la realidad. Y es verdad que durante 20 años vivimos en una situación de burbuja que generó un déficit de estructuración del futuro muy grande. Por eso para nosotros es una obsesión todo lo que tiene que ver con la inteligencia artificial o el aterrizaje en la nueva economía. Tenemos unos sectores muy maduros.

¿Existe una conciencia de que es urgente renovar y rejuvenecer la estructura económica valenciana?

La mejor noticia para ello es que contamos con un buen conjunto de pequeñas y medianas empresas que han sabido internacionalizarse, y también que han conseguido un nivel muy alto de innovación y robotización. Hay sectores como la cerámica, por ejemplo, que no tienen nada que ver con el pasado. Se decretó aquí la muerte del textil hace unos años y, sin embargo, se ha recuperado gracias a la digitalización y la tecnología. No obstante, la situación es compleja en todos los sectores maduros, empezando por el turismo, que representa el 14% del PIB y que ha de mejorar. Aún así, pese al Brexit y a que la industria automovilística ha sufrido mucho, hemos alcanzado una cifra histórica con exportaciones por más de 30.000 millones.

No son méritos del Gobierno sino de la sociedad. El mérito del Gobierno es generar estabilidad y un sistema de honradez y transparencia en el que se produzcan el diálogo social y la concertación. Ese ha sido nuestro escenario. La institucionalidad sí que cuenta.

“Aquí ha habido un Gobierno, no una experiencia”

¿Considera ese clima de estabilidad la mayor aportación del Gobierno del Botánico?

Hemos normalizado el País Valenciano en términos democráticos, sociales y económicos.

¿Qué considera más positivo y qué menos en estos cuatro años de Gobierno de izquierdas?

La del Botánico ha sido una historia de éxito para la Comunidad Valenciana, con las insuficiencias que tenemos todos. Uno de los dos partidos que formamos el Consell no había gobernado nunca y el otro lo había hecho 20 años atrás. Determinados mecanismos había que rodarlos y hay programas que hemos podido hacer al final de la legislatura que probablemente, con más rodaje, hubiéramos podido emprender antes. Al inicio de legislatura pusimos en marcha el Xarxa Llibres, de gratuidad de libros de texto, y también estudiamos cómo impulsar la construcción de centros educativas, pero solo hemos encontrado al final la fórmula adecuada con el plan Edificant.

El nuestro ha multiplicado las iniciativas de gobiernos anteriores y, sobre todo, ha atacado lo que era nuestra prioridad: la reparación, el rescate de las personas. Más allá de un eslógan, es una realidad. Hemos hecho políticas que incentivan al máximo las posibilidades de aquellos que tienen menos oportunidades. Hemos levantado copagos, ayudado a las familias con la gratuidad de libros de texto, se ha duplicado prácticamente el número de personas que reciben prestaciones de dependencia. Son medidas que han aportado al cambio y a la justicia social.

Eso en lo se refiere a la redistribución. Si hablamos de la parte de creación, no podemos hacer triunfalismos, pero se han generado más de 200.000 puestos de trabajo. La derecha pronosticaba la catástrofe universal si se formaba un gobierno progresista. No ha sido así. Ahora hay más confianza empresarial que hace cuatro años. Pese a toda la propaganda negativa, han aumentado las inversiones extranjeras un 50%, se han desbloqueado proyectos estratégicos como Parc Sagunt, con el que no se aclaraban las administraciones del PP... Lo ha hecho un Gobierno cohesionado. Aquí ha habido un Gobierno, no una experiencia.

¿El mestizaje, la convivencia de cargos del PSPV-PSOE y de Compromís en las consellerias, ha salido bien?

Un politólogo, creo que era Pablo Simón, decía el otro día que la del mestizaje era una cuestión a exportar. Claro que es más complicado gestionar así, exige más deliberación y se producen desencuentros. Pero en los gobiernos de mayoría absoluta también se dan muchos desencuentros. No es ninguna novedad que haya opiniones diferentes en los gobiernos. Pero nuestra metodología de la acción de gobierno es exportable porque de lo que se trata es de que haya un gobierno, no dos gobiernos.

“La causa común ha sido más importante que las diferencias”

Pero hasta ahora su modelo no ha sido copiado y el de España es un Gobierno de un solo partido en minoría....

Hemos intentado hacer una gobernanza diferente. Ha sido un esfuerzo compartido y por eso la causa común ha sido más importante que las diferencias.

Precisamente, en ciertos medios de izquierda existe la sospecha de que usted y su partido barajan el escenario de intentar un Gobierno de la Generalitat Valenciana en solitario, aunque el PSPV-PSOE no tenga mayoría absoluta, siempre que las derechas no sumen lo suficiente. ¿Se lo plantea?

La voluntad es que el próximo sea un Gobierno valenciano sólido, como ha sido este. Si este Gobierno ha dado buen resultado para los valencianos, al margen de las prefeferencias que pueda tener cada uno en cada momento, creo que hemos de continuar transitando por esa vía, en una etapa de consolidación, porque estamos muy lejos de la Comunidad Valenciana a la que aspiramos.

Entre otras cosas, con una deuda pública menor, supongo. Ahora está por los 50.000 millones de euros.

En nuestra reivindicación están las tres cuestiones: la infrafinanciación, las inversiones insuficientes y la deuda. Como a quien le debemos dinero es fundamentalmente al Estado, se produce una cierta falacia porque no podemos pagarle.

¿Dede producirse una condonación?

Debe hacerse, por supuesto, una reestructuración de esa deuda, sea mediante condocación, asimilación o mutualización. Se puede llamar como se quiera. La parte de deuda ligada a la situación de infrafinanciación la tiene que asumir el Estado. Creo que viene de visita en Fallas Alberto Nuñez Feijoo. Estaría bien que nos explicase por qué esta en contra de la posición valenciana. No sé por qué siempre es el que se opone de forma más radical. Presume de haber gestionado bien frente a quienes no lo han hecho. Con la financiación de la que ellos disponen, yo no me quejaría.

Así empezaron las cosas en el problema catalán. Si se hubiera aceptado el pacto fiscal o se hubiera hecho caso a Maragall, que proponía un mecanismo similar al de Europa para fomentar la convergencia... No puedes estar dando dinero permanentemente a los menos desarrollados ni otros pueden estar para siempre recibiendo una mejor financiación.

Etiquetas
stats