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Los estibadores de Valencia se rebelan contra la liberalización de JP Morgan

Douglas Schultz, principal ejecutivo de Noatum; Chris Gray, presidente de la compañía; Ximo Puig, presidente de la Generalitat Valenciana y Ana Pastor, ministra de Fomento, en la inauguración de la ampliación de la terminal de Noatum en Valencia.

Voro Maroto

Los estibadores españoles han anunciado una huelga a partir del 6 de marzo para protestar contra la liberalización del sector impulsada por el gobierno a instancias de la Union Europea. Hasta entonces, en los casi 50 puertos del país se trabaja con relativa normalidad. En todos menos en uno: Valencia.

Según la empresa de la estiba, Sevasa, el recinto está “al borde del colapso”. Se han desviado 17 barcos a otros destinos -también españoles, por ejemplo, Barcelona-, la productividad de los estibadores ha bajado un 40%, las empresas pierden 2.5 millones de euros al día y los riesgos sobre la actividad económica son ya evidentes: los transportistas sufren “pérdidas que oscilan entre el 25-30% de su actividad”.

¿Culpables? Los estibadores, que estarían haciendo una huelga encubierta -marcha lenta, en la jerga del sector- para protestar contra el decreto del gobierno y marcar posiciones cara a futuras negociaciones. Éstos niegan las acusaciones, repetidas por varias fuentes del sector. “De huelga, nada”, dice Alberto Gamarra, estibador y miembro del comite de empresa de Sevasa.

“Estamos cumpliendo estrictamente los protocolos de seguridad, a diferencia de en otras ocasiones, donde se prima la productividad, sacar el trabajo adelante. En ocasiones, hay compañeros que se limitan a cumplir con su turno y no doblan. Es normal y por supuesto legal: cuando la empresa te criminaliza, quiere prescindir de ti, sustituirte por trabajadores baratos y sin derechos, la moral se resiente”, añade Gamarra.

¿Por qué no sucede lo mismo en otros puertos? El estibador dice no saberlo. La patronal valenciana -que ha pedido la intervención del ejercito para restablecer el orden si fuera necesario- aporta un argumento: Valencia, el segundo puerto en tráfico de mercancías de España y el primero del Mediterráneo, tiene un peso enorme en el llamado sector import/export, mercancías que llegan o salen de España.

El bloqueo de este tráfico puede llegar a parar cadenas de producción de sectores muy distintos. El efecto sobre la actividad económica en España podría ser enorme. Otros puertos, por contra, son meros intercambiadores -la carga de los buques se redistribuye en otros que zarpan rumbo a otros destinos- o trabajan en nichos de mercado.

Valencia tiene otra peculiaridad. El principal operador del puerto -el 50% de la actividad, la términal de contenedores más grande del Mediterráneo; líder en España- es Noatum. Esta compañía -heredera de una filial de ACS- pertenece a varios fondos de pensiones asesorados por JP Morgan, una de las empresas de inversión más potentes del mundo.

Noatum ha sido una de las empresas logísticas que más ha batallado por liberalizar el sector. “A diferencia de históricos de la industria como MSC o Maersk, habituados a la negociación constante con los estibadores, Noatum es un outsider. Un jugador con una perspectiva diferente y un incentivo enorme para maximizar y acelerar el retorno de su inversión”, dicen fuentes del sector. JP Morgan pagó 720 millones de euros por lo que ahora es Noatum en 2010.

Gamarra, que niega la marcha lenta de los estibadores en Valencia, reconoce la “especial agresividad” de Noatum en el conflicto actual pero niega que los sindicatos del sector actúen en el puerto de Valencia de manera subrepticia. Aún así, avisa. “Somos trabajadores y pelearemos por nuestros derechos”.

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