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Sobre este blog

Aquest blog, que coordina Josep Sorribes, respon a una iniciativa de l'associació Malalts de ciutat, amb la intenció d'aportar idees i reflexions al debat multidisciplinar sobre les ciutats del nostre temps, començant per València.

Agua de Valencia

Adrián Torres Astaburuaga

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El título del artículo no hace referencia al brebaje consumido por locales y (en mayor medida) por turistas en esta región. El artículo se refiere a la gestión del agua de la ciudad. El agua de lluvia, el agua en superficie, el agua de riego y del agua presente en el subsuelo.

Después del periodo de lluvias llega la amnesia. Olvidamos el agua. Las lluvias torrenciales nos sorprenden y nos llevamos las manos a la cabeza cuando los torrentes anegan calles y plazas urbanas de la ciudad. Una vez este periodo pasa, olvidamos sus consecuencias, y volvemos a la sequía, también, mental. Porque, ¿Estamos gestionando bien nuestras aguas de lluvia?

¿Conocemos en profundidad las dinámicas freáticas de la ciudad?

¿Somos conscientes que parte importante del suelo urbano de Valencia dispone de una red de regadío hoy oculta por el asfalto?

Tenemos en estas tierras miedo al agua. Sin embargo el agua es por principio sinónimo de abundancia, es la responsable de la riqueza y fertilidad de la llanura irrigada. Sus crecidas devastadoras dieron origen al desvío sur del Turia, el miedo dio pie a suprimir de raíz su presencia en la ciudad, ese miedo se traduce hoy en una voluntad “impermeabilizadora” y las soluciones a las inundaciones frecuentes se abordan desde un enfoque a menudo exclusivamente obsesionado en evacuar el agua con mayor rapidez al mar mediante la construcción de nuevos colectores. Pero, es esta la mejor solución para una región tan seca como la nuestra? O por el contrario ¿podemos imaginar una ciudad que respira, porosa que se alía con el estrato de suelo en el que se asienta y con su subsuelo, sin pretender sellarlo a toda costa? ¿Para cuándo una gestión efectiva del agua de lluvia, de cada célula residencial y a escala de ciudad?

Hasta ahora el suelo urbano ha sido considerado en mayor medida como soporte físico de edificaciones y viales, desaparece del planeamiento urbano la noción geográfica e hidrológica de la urbe. Es decir hemos artificializado nuestro entorno, en aras de un supuesto progreso y funcionalidad.

Sin embargo, es cada vez más necesario hoy establecer una consideración biológica del suelo urbano, la base de la producción de biomasa y el elemento fundamental en la regulación de los ciclos de vida, notablemente la infiltración de agua al freático que reduce el riesgo de inundaciones y asegura la humedad necesaria para el crecimiento especies vegetales. Estas especies aseguran la producción de oxígeno, fijan el carbono en forma de humus, contribuyendo a la fertilización de la tierra y regulan el clima atenuando la reverberación térmica y el grado de contaminación. Todo esto lo asegura el suelo orgánico, un recurso no renovable minusvalorado.

Este miedo al agua debería entonces traducirse en una gestión apropiada del agua, también en suelo urbano.

La ciudad ha de apostar en creerse ecosistema, un entorno vivo con abundancia de actividad biológica biodiversidad, y una dinámica hidrológica.

Vivimos en una ciudad plana, en época de lluvia queda patente qué zonas son anegadas y cuáles no. Es necesario entonces una relectura topográfica de la metrópolis para respetar o (re)trazar los corredores ecológicos o sistemas continuos de infraestructura verde, garantes de una adecuada salud urbana. Nociones hoy relegadas a un segundo plano el planeamiento urbano como: porosidad, infiltración, jardines de lluvia, infraestructura verde urbana, compostaje y ecosistema urbano serán en el futuro variables implícitas en el planeamiento.

Y me dirán: “pero es que ya existe un Plan General, existen planeamientos parciales o especiales, hay mucho suelo privado su coste es elevado y depende de la edificabilidad y aprovechamiento...” A nivel económico ya quedó demostrado en el Central Park de Nueva York que las plusvalías que la presencia de espacios verdes de valor ecológico y ambiental producen sobre el suelo habitacional son elevadas.

El planteamiento que aquí se esboza consiste entonces en recuperar las variables geográficas e hidrológicas en el contexto urbano, herramientas capaces de influir en un planeamiento que ha de ser lo suficientemente flexible como para adaptarse al espíritu de cada tiempo.

La extensa red de solares, también en el centro histórico, nos hace imaginar otra ciudad posible, aliada con el sustrato fértil donde se asienta, y los bordes urbanos son la gran oportunidad de transición ecológica.

No se trata de hacer parques de manera general en los espacios vacantes. En función de la demanda residencial, la ciudad ha de colmatarse, previa rehabilitación y regeneración de sus entornos más degradaos. Se trata de no sellar o impermeabilizar suelo por sistema, y de entender que la ciudad puede ser valle, puede ser río.

Llegados a este punto podemos afirmar que los jardines del Turia, son el gran tesoro de la ciudad, un parque lineal que vertebra la urbe. Pero, ¿ha perdido algo Valencia al erradicar el flujo de agua a su paso por la Ciudad? ¿Es posible recuperar el agua, al menos parcialmente y coexistiendo con el parque urbano?

El hecho de que los jardines de Turia sean hoy la gran apuesta e infraestructura verde ciudadana de la ciudad no significa que el gigantesco canal de hormigón del nuevo cauce Sur, flanqueado de autopistas, haya sido la mejor solución. Ni tampoco la presencia del maravilloso parque justifica la pérdida del agua en la ciudad.

En cualquier caso lo interesante en este momento, más que mirar hacia atrás es vislumbrar posibles soluciones, que si cabe, mejoren nuestra ciudad concebida como cuenca hidrográfica, como ciudad-paisaje.

A día de hoy, los ríos se están recuperando en los contextos urbanos, como un valor ambiental y social, y más que concebir espacios libres aislados, los espacios verdes son tratados como red conectada y drenante. La ciudad y su relación con el agua, son una de las asignaturas pendientes de Valencia. El Turia pose todavía entornos de oportunidad, aguas arriba en Campanar y aguas abajo en la sección del viejo cauce a su llegada al puerto. No desaprovechemos esta vez la oportunidad.

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