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La odisea de desafiar al monocultivo de la naranja en Castellón

Una caja de naranjas ecológicas en una tienda de Vila-real.

Belén Toledo

Javier Gómez, de 34 años, decidió hace seis dedicarse a la agricultura de forma profesional. Planta verduras y naranjas ecológicas en Nules, que vende después en su tienda de Vila-real. Es uno de los pocos jóvenes que han decidido sumarse al envejecido sector primario de la provincia de Castellón, que ya en 2009 tenía a un 40,5% de mayores de 65 años, según datos del INE. A Gómez le gustaría ampliar sus tierras, pero se está encontrando con un obstáculo: el agua.

Y no se trata esta vez de su escasez, sino de su composición. Todas las fincas que podría comprar, explica, tienen la infraestructura de riego por goteo. Sería una ventaja si lo que circulara por los tubos fuera solo agua. El problema es que también lleva abonos químicos en cantidades y composición pensadas para la naranja, que es el producto mayoritario en la zona, e inservibles para otro tipo de cultivos.

La queja de Gómez es la de otros muchos agricultores de la provincia, según denunció recientemente el sindicato agrario Unió de Llauradors. En los últimos años, las Comunidades de Regantes han modernizado gran parte de sus regadíos. Han extendido el riego por goteo, del que la Unió “está totalmente a favor”. Pero, además, al agua se le han incorporado los abonos adecuados para la naranja.

“Encorsetar” la agricultura ecológica

Así, se estaba hipotecando una futura diversificación de cultivos, e impidiendo la posibilidad de que se extiendan los naranjos “bio”, cuya reglamentación impide el uso de ese tipo de fertilizantes.“Nadie cayó en la cuenta de que el riego comunitario encorsetaría la agricultura ecológica”, resume Doménech Nàcher, secretario técnico de la organización agraria castellonense Fepac-Asaja.

El fenómeno es común a toda la Comunidad Valenciana, pero es especialmente importante en la provincia de Castellón debido al “monopolio del cítrico”, en palabras de José Antonio Rico, presidente del Comité de Agricultura Ecológica de la Comunidad Valenciana (CAECV). Según sus datos, las hectáreas dedicadas a naranjas, mandarinas y limones ecológicos en la provincia son 74, frente a las 690 de Valencia y las 975 de Alicante.

De 2011 a 2016, este tipo de cultivo aumentó un 369% en la provincia más meridional de la comunidad. En Valencia bajó un 6,59%, pero, según Rico, la razón en este caso no es la fertirrigación, sino el éxito del caqui como alternativa a la naranja. En Castellón, las naranjas ecológicas aumentaron un 4,2%. Pero aquí no hay un cultivo alternativo que explique este lento crecimiento. Al contrario, “se está produciendo un abandono de tierras sin más, no hay un recambio”, explican desde la Unió de Llauradors.

En este proceso,“la fertirrigación comunitaria está siendo un freno a lo que podría ser una salida para este mercado”, afirman, en referencia a los cítricos ecológicos. De 2005 a 2015, este cultivo se multiplicó por cinco en la Comunidad Valenciana, según datos de la Conselleria de Agricultura. La razón de este crecimiento puede ser el precio de venta que alcanzan, que suele ser entre un 40% y un 100% más elevado que los convencionales.

Más allá de la naranja

Esta elevada rentabilidad, sumada a la ruina de los últimos lustros en la citricultura convencional, ha llevado a muchos agricultores de la provincia de Castellón a interesarse por el cultivo ecológico. Así lo constata Nácher, que añade que también han notado un interés en aumento por la horticultura. El problema es que, debido a la fertirrigación,“tienen que buscar un sistema de riego ad hoc, lo que complica sumamente la actividad”.

Lo corrobora Constantí Ortells, que además de ser agricultor afectado, es responsable de agricultura ecológica en La Unió:“En la comarca de la Plana están casi todos los suelos con fertirrigación. Hay gente interesada en hacer citricultura ecológica, y también que intenta granadas o aguacates, pero no se puede”.

Fricciones entre PSOE y Compromís

La pelota ahora está en el tejado de las comunidades de regantes. El grupo parlamentario de Compromís en Les Corts Valencianes ha redactado una proposición no de ley al respecto. Proponen, entre otras soluciones, que se establezcan unos turnos de riego con agua con fertilizante y sin él. E instan al Consell a que abra una negociación con las comunidades de regantes. El documento se aprobará, previsiblemente, el 11 de abril en la comisión de Agricultura de Les Corts.

Cristina Rodríguez, diputada de Compromís y responsable de la petición, no esconde que el tema ha causado algunas fricciones entre los dos socios de gobierno de la Generalitat Valenciana:“No hay el mismo criterio. En esta cuestión, Compromís lo tiene clarísimo, que hay que garantizar las necesidades de los diferentes cultivos y sistemas productivos. Y sin embargo el PSOE, que ha tenido ya un par de años para cambiar la orden y que incluya esta medida, no lo ha hecho”.

Las subvenciones, condicionadas a la compatibilidad

La orden de la que habla la diputada es la que regula las subvenciones para modernizar el riego. La última salió el pasado mes de febrero, sin referencia a la compatibilidad de cultivos. Desde la Conselleria de Agricultura explican a eldiario.es que el próximo año este criterio sí se incluirá en todas las ayudas para el desarrollo de regadío:“Se deberá justificar y garantizar la compatibilidad de la aplicación de la fertirrigación colectiva con la práctica de la agricultura ecológica”.

Las comunidades de regantes están, por su parte, viviendo su propio debate al respecto. Desde Fecoreva, la federación de estas organizaciones en la Comunidad Valenciana, explican que“ante las presiones que se están recibiendo, se va a definir una postura oficial pero todavía no hay nada”. Mientras, algunas de las comunidades afectadas señalan que puede existir el problema de que en los tubos queden restos de fertilizantes. Esto podría hacer que los agricultores ecológicos no obtuvieran la certificación del CAECV, que prohíbe los fertilizantes artificiales.

Dudas sobre la certificación

Desde la Comunidad de Regantes de Vila-real, explican que están“abiertos a la posibilidad de regar solo con agua”. Sería posible siempre que“el porcentaje de solicitudes de riego ecológico sea poco”. Eso sí, advierten de que “no tenemos redes separadas”. Así que uno de los problemas puede ser“que el organismo de certificación de ecológico lo apruebe”.

Fuentes del órgano equivalente de Vall d’Uixó insisten en este punto. Si se comparten los tubos, “siempre quedará algún resto” de fertilizantes en el agua destinada a las naranjas ecológicas. Además, habría que estudiar cuánto tiempo necesita cada instalación para quedar limpia de abonos químicos. “La alternativa sería crear una red paralela, pero el coste para esas pocas fincas sería inviable”, concluyen.

Contraste entre dos modelos

De momento, concluyen esas mismas fuentes, la opción imperante es la del abonado comunitario, porque“es más barato y cómodo para todos. Normalmente los agricultores son gente mayor, que tiene otros oficios, y no puede ir a fertilizar”. Una forma de trabajar que levanta ampollas entre los jóvenes que se dedican al oficio.

“Hay una falta de profesionalización. Y lo que están haciendo es asfixiar al sector en vez de dar oxígeno”, se lamenta Javier Gómez. En palabras de la diputada de Compromís, Cristina Rodríguez: “La fertirrigación está muy bien para personas mayores, que están sosteniendo el sector. Pero si queremos que entre gente joven, hay que darles facilidades”.

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