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Errores divinos

Josep L. Barona

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Dicen que, en su primera aparición televisada a las puertas de casa, nada más conocerse su victoria en las elecciones brasileñas, Bolsonaro tomó las manos de los miembros de su equipo de campaña que le rodeaban, cerró los ojos y rezó. Declaró haber sido elegido por dios. Son cosas que suceden. Como también que meses antes de ser elegido presidente de los Estados Unidos, en plena campaña electoral de 2016, Trump declaró a la CNN: “Tengo una excelente relación con dios”. Me pregunto si fueron también los sabios consejos y la guía del todopoderoso los que le llevaron a la victoria. Dios a veces toma partido por opciones difíciles de comprender para una inteligencia humana limitada e imperfecta como es la mía. Siempre me ha costado comprender por qué en 1936 dios se puso del lado de los golpistas, de aquel grupo sanguinario que lanzaba vivas a la muerte y proclamas contra la inteligencia. Los mediadores de dios en la tierra hicieron después de mayordomos para acompañar a los genocidas hasta el templo sagrado bajo el palio. Suya es la liturgia con todo su boato. El Secretario de Estado del Vaticano dice que no se pronuncia sobre el destino de los restos del dictador. Viene a decir que dios se inhibe, que se abstiene o vota en blanco, vamos. Eso de votar nunca ha sido lo suyo. Eduardo Galeano se hacía eco, en un libro de proverbios, de una frase con la que un antropólogo americano resumió la conquista en boca de un indígena: “Llegaron los conquistadores. Ellos traían la Biblia y nosotros teníamos las tierras. Y nos dijeron: «Cierren los ojos y recen». Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían las tierras y nosotros teníamos la Biblia.”

He cavilado bastante sobre todo esto. Y me desconcierta tanto desatino. Veo que en nombre de dios se destruyó el patrimonio intelectual más grande de la Antigüedad: el arte, la ciencia y la filosofía clásicas. También en su nombre se quemó en la hoguera a tantos disidentes. Aún hoy algunos guerreros en nombre de dios siembran por todo el mundo el terror y la muerte. Cabezas cortadas ante las cámaras, ametrallamientos y atropellamientos indiscriminados, bombas en trenes repletos de ciudadanos, descuartizamientos en embajadas. Rezan a dios quienes, en su nombre, vulneran los derechos humanos. Es una gran tragedia para dios y para quienes tienen como guía al dios bueno y sabio. Dios tiene un problema con quienes lo utilizan para lograr fines perversos. No debe de estar contento al comprobar cómo se apropian de él pederastas, asesinos, mafiosos, tramposos y delincuentes de todo pelaje. Tantos como hacen de él un argumento contra la libertad, un pretexto para la violencia. Dios no ha tenido suerte con quienes en la tierra hablan en su nombre, con sus hermeneutas malintencionados. Sospecho que está furioso con quienes le usan como instrumento represivo de dominación, que son demonios con máscara de querubín. Pensándolo bien, creo que dios es comprensivo y, como yo, entiende el sentido de la indignada blasfemia del actor Willy Toledo.

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