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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

España contra media España

Amadeu Mezquida

El pasado día 13 de diciembre tuvo lugar en Barcelona el simposio España contra Cataluña. Se apresuró la prensa española, con Paco Marhuenda y su Razón –con mayúscula- a la cabeza, a acometer en turba una campaña de indignación y desprestigio. ‘El congreso del odio’ clamaron una y otra vez los titulares de los medios de la caverna, y en este caso, he de reconocer, no les faltaba cierta razón – esta vez con minúscula- a los que oran y embisten cuando se dignan a usar la cabeza. ‘España contra Cataluña’ es de un mal gusto que hiere, se desvía del talante habitual que está blandiendo el catalanismo para defender sus postulados.

Pues salvo excepciones como las del nombre de este simposio, no cabe duda que los catalanes están sabiendo enmarcar inteligentemente toda esta cuestión de la consulta y la independencia. Cuando hablo de enmarcar no me refiero a adornos, a ponerle un lazo, sino más bien a aquello de los marcos cognitivos que nos enseñó el señor Lakoff. El independentismo en Cataluña se ha reinventado. No niego el empuje de los acontecimientos: fracaso del estatut, del finançament, crisis económica y blablablá; pero eso ya es sabido. Poco se ha hablado en cambio del giro discursivo del independentismo. Lo expresaba a su manera Jorge de Esteban en su artículo de opinión ‘La consulta: un par de preguntas’, decía: “Los nacionalistas catalanes son maestros tanto en el arte de tergiversar la Historia, como en el de disfrazar ciertos conceptos, según les venga bien a sus intereses.” A eso que el señor de Esteban llama disfrazar conceptos en pro del propio interés es a lo que me refiero cuando hablo de marcos cognitivos.

El independentismo catalán tiempo ha que dejó de usar ciertos conceptos y apadrinó otros. La nación ya no es tan útil, ahora es mejor hablar del poble, que tiene un matiz más mundano, o de la identidad que es algo que a todos nos incluye, también a los autoproclamados ciudadanos del mundo. La lengua, la cultura y la historia, que antes ocupaban el eje central del discurso, han dado paso a la economía, los intereses estratégicos y los costes de oportunidad. Hablar de derecho de autodeterminación suena a antiguo, es un derecho de los pueblos, un derecho abstracto, mucho mejor hablar de derecho a decidir; deciden las personas, puede que no me reconozca como parte de determinado pueblo, pero sí soy una persona, como persona puedo decidir, tengo derecho a decidir. El independentismo ahora utiliza argumentos económicos, de financiación; argumentos de lógica y eficiencia; ha pasado de la nacionalidad a la racionalidad. Y así se van usando los conceptos, como hilos: libertad, democracia, aspiraciones, futuro… y se va tejiendo el marco cognitivo:

La consulta es una via democrática para que las personas puedan decidir libremente su futuro. Es una solución al problema de encaje de Cataluña. Una solución participativa e inclusiva en la cual se tiende la mano al gobierno central para sentar el proceso sobre la base del diálogo. La independencia es un instrumento para mejorar todos esos problemas económicos, estratégicos y de oportunidad que racionalmente el pueblo aspira a resolver.

Ante tal despliegue de conceptos bien engarzados no es de extrañar que el marco haya triunfado en tierras catalanas. Tal es el éxito que incluso han surgido plataformas como Súmate, de castellanohablantes catalanes venidos de todos los rincones de España, donde un clon de José Luís Torrente, nacido en Badajoz, aficionado del Real Madrid y que se siente español se declara favorable a la independencia. Tranquilamente.

Pero el éxito de la hazaña se lo debe el independentismo también a los que pusieron el grito en el cielo con el “congreso del odio”. Fíjense, que diferencia de conceptos. Frente un presidente del gobierno a lo Shakira: ciego y sordomudo, la brunete mediática ejerce el papel que mejor saber hacer, el de mamporrero. Ante un escenario de tanta complejidad y un discurso catalán tan potente, las Razones, los Mundos y los ABCs, manejan conceptos de muy distinto calibre. Se ha de reconocer que no lo tienen fácil. De entrada juegan a la contra, ser los del “no” siempre es más difícil. Tampoco les ayuda el marco cognitivo en el que están acostumbrados a moverse. Ese del papá Estado y las hijas autonómicas, en el que Cataluña es dibujada como la hija rebelde. Mientras la hija rebelde pedía que le subieran la paga o decidía vestirse de ‘pagesa’ para llamar la atención, todo estaba bajo control, pero ay, ahora la niña quiere marcharse de casa y algunos se preguntan: ¿y si tan mal se porta, por qué no dejan que se vaya? No hay respuesta. Frente al marco cognitivo catalán, los medios españoles centran sus ataques en el president Mas. Lo han convertido en la diana de todos sus dardos sin ser conscientes que Mas no es el problema de cara a los ojos de la opinión pública. No es Mas, es Torrente. Torrente se ha hecho independentista, contra eso no se puede luchar. Esto no es una locura de Mas, es lo que piensa y quiere la gente de la calle en Cataluña. Se equivoca la brunete en apuntar a la cabeza del president. Se equivoca también cuando refiriéndose a la consulta y a la independencia, maneja conceptos como: desafío, ofensiva, guerra, agitar, locura, no negociable, órdago, trampa, peligroso… se equivoca cuando responde a los argumentos racionales con amenazas: ejército, suspensión de la autonomía, cárcel, expulsión de la UE. Se equivoca cuando, para responder a los problemas presentes que plantea Cataluña recurre a futuribles: la UE os expulsará, los bancos quebrarán, las empresas se irán. Se equivoca cuando interpone la Constitución entre Cataluña y su posible independencia, como si la Constitución fuera sagrada, como si este Estado fuera una cárcel. Alguien debería decirles a estos señores, que con estos conceptos es imposible crear un marco cognitivo mínimamente atractivo. Que simplemente parecen perros que ladran impotentes. ¿Es que España no tiene nada mejor que ofrecer?

Desde sus atalayas de papel de periódico, los rabiosos defensores de la España carpetovetónica exigen ahora al presidente Rajoy que actúe de una vez por todas. La presión va en aumento, y no me sorprende, pues la caverna ha fracasado estrepitosamente en ofrecer una alternativa frente al marco cognitivo catalán. Ya no saben qué hacer, están perdiendo en casa. Lo publicaba hace poco el Periódico: la mayoría de los españoles opinan que Rajoy debe permitir la consulta. La mayoría de los ESPAÑOLES. Un 47,5%. Y empiezo a pensar que se equivocaron los del simposio, no es España contra Cataluña, es España contra media España. Se veía venir. El discurso catalanista se expande más allá del Ebro. Es el discurso de la democracia, de las personas, de la libertad, de los derechos, es el pueblo obligando a hacer a sus políticos lo que el pueblo quiere. El marco cognitivo de la consulta gusta, Cataluña no es solo la hija rebelde que se quiere marchar de casa, es el valiente que se echa al monte, el don Quijote en busca de su destino al que ladran los impotentes. Y ya se sabe: ladran Sancho, luego cabalgamos.

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