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Filtraciones y democracia

Chus Villar

En la reciente rueda de prensa de Juan Carlos Monedero, me dejó bastante inquieta su intervención sobre las filtraciones. Entiendo que el representante de Podemos denuncie la revelación de sus datos fiscales personales y comprendo la gravedad de que la filtración hubiera partido del ministro de Hacienda, como apunta Monedero.

Sin embargo, me chirrió que una formación como Podemos pusiera el énfasis en la ley de revelación de secretos. Las filtraciones (de datos reales, se entiende, lo contrario sería la extensión de un rumor o una mentira) son parte importantísima de la labor de investigación que realizan los medios de comunicación para dar a conocer situaciones que de otro modo sería muy difícil desentrañar.

En la vieja disputa entre libertad y seguridad existen terrenos resbaladizos, y cuando se produce una filtración suele estar en juego el enfrentamiento de derechos: libertad de información, por un lado, frente a intimidad o frente a revelación de un secreto que atenta contra aspectos como la seguridad nacional, por otro. Este último ejemplo hemos podido verlo muy claramente en casos tan sonados como el de Wikileaks.

El poder siempre tiende a protegerse de la labor del informador, pero no siempre su objetivo es garantizar derechos colectivos o individuales, sino también a veces se pretenden ocultar prácticas inmorales y/o ilegales. En consecuencia, creo que en numerosas ocasiones la filtración, incluso suponiendo la revelación de un secreto o un dato privado cumple una labor democrática superior. Por eso, aun sabiendo que determinados filtradores incumplían la legalidad, puede incluso considerárseles como héroes, pues arriesgan su empleo, su tranquilidad, su libertad, al poder ser procesados, e incluso su vida sólo por cumplir un deber social que consideran básico. Creo que pocos ciudadanos pondrán el énfasis en criticar a Falciani porque revela datos privados de entidades bancarias o a los garganta profunda de cualquiera de los múltiples casos de corrupción existentes en nuestro país.

Justamente, diario.es, junto a otros medios, pertenece a una plataforma, filtrala.org, que permite filtraciones anónimas de forma segura, de modo que quien disponga de datos para hacer denuncias de interés público pueda hacerlo sin tener miedo a ser castigado por ello. Los medios comprobarán la veracidad de la información y podrán investigar sobre esa base.

Precisamente, esta plataforma estará representada en el CircumventionTech Festival (CTF), unevento sobre seguridad en Internet, derechoshumanos y periodisme que acogerá Valencia del 1 al 6 de marzo.

Por supuesto, toda libertad debe tener sus límites y la de información también, pero cuando veo que Monedero comparece un mes tarde, no aporta todos los documentos de interés y además se centra en defender vehementemente su privacidad y hablar de la revelación de secreto, no puedo evitar sentir cierto desazón y observar algo de incoherencia.

Lo de Monedero es una nimiedad que muy probablemente ni siquiera suponga una infracción al final, un asunto artificialmente agrandado por intereses partidistas, es todo lo que están pudiendo sacarle a una formación a la que analizan con lupa, y que pretende desviar la atención de las evasiones, fraudes fiscales y enriquecimientos ilícitos varios con los desayunamos cada mañana cuando abrimos en periódico.

No obstante, hay puntos interesantes en todo este asunto. La clave para mí no está tanto en si utilizó una sociedad unipersonal cuando debería haber tributado como persona física (aunque tampoco hubiese estado de más para una organización como Podemos huir de un procedimiento sospechoso de ser tachado de ingeniería financiera), sino en aclarar la procedencia y finalidad de unos fondos demasiado elevados para pertenecer a una asesoría universitaria al uso. Y esta no es una cuestión jurídica, porque Monedero no ha ingresado los 425.000 euros en la cuenta del partido, lo que hubiera supuesto una financiación ilegal, sino una cuestión, a mi entender, sobre todo, de clarificar cuál es la ideología, la idea de transformación del país que subyace en Podemos.

Parece bastante claro que los fondos hispanoamericanos entregados a través del Banco Alba y destinados a financiar La Tuerka (del mismo origen que el dinero obtenido por la fundación CEPS, vinculada a los líderes de Podemos) es una forma de financiar, si no directamente un partido, sí el movimiento de cambio que éste impulsa. Esto es lícito, y no creo que quiera decir, como machaconamente grita el sector político y mediático liberal conservador, que Pablo Iglesias quiera reproducir en España el régimen bolivariano, pero Podemos debe darse cuenta de que no sólo a la derechona le chirrían las loas místicas al comandante que se han producido reiteradamente de los labios de sus principales representantes.

A mí me parece necesario establecerlazos de cooperación al desarrollo con Latinoamérica, y encuentro positivo que experiencias que intentan hacer frente a los abusos capitalistas puedan analizarse para ver cómo se cambia un sistema a todas luces injusto y desigual, a ambos lados del charco, pero creo que un demócrata debe denunciar los excesos del poder que se produzcan, vengan de regímenes de la izquierda o de la derecha. No sé si la cúpula de Podemos comulga con hoy por hoy con todas las actuaciones del chavismo, posiblemente no, pero me da la sensación de que los trasvases financieros de ultramar tampoco les hacen precisamente poder ser libres para decirlo.

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