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Gobernar , ¿para qué?; gobernar ¿con quién?

José V. Egea

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Si el objetivo de cualquier político, y de cualquier partido, es alcanzar el poder, sería deseable que el corolario de este logro fuera, como dice la teoría política, la puesta en marcha de las propuestas del programa con el que el ganador se ha presentado a las elecciones.

Sin embargo, la realización de este objetivo no es automática, al estar condicionada por factores internos, como puede ser un cambio en las condiciones objetivas que recomienden a quien gobierna un giro en la dirección de su política; o por factores externos, como que no se cuente con la mayoría necesaria para gobernar ,y para aprobar las leyes que respalden la política comprometida.

Un debate entre candidatos tendría que haber servido para explicar a los electores para qué se quiere gobernar, y con quién se quiere contar en el caso, casi cierto, de no alcanzar la mayoría absoluta. Y, si estos objetivos se cumplieron, al menos en los trazos más gruesos, en el caso de cuatro de los cinco candidatos, no ocurrió igual en el del que, también salvo hecatombe, obtendrá el domingo la mayor cantidad de diputados para el Congreso.

En relación con la primera de las preguntas, no fue ninguna sorpresa el que entre los tres partidos de la derecha hubiera coincidencia en la propuesta de reducir los impuestos de forma selectiva a quienes más ganan y más tienen; y que solamente discreparan en el tamaño del garrote con el que atizar a los catalanes, Ley de Seguridad Nacional; 155, o simplemente abolir la autonomía. Y tampoco que Iglesias hiciera propuestas exactamente en sentido contrario en ambos asuntos. Y respecto de la segunda, quedó clara la intención de las tres derechas, si consiguieran la mayoría necesaria para gobernar, de repetir las experiencias autonómicas y municipales de gobierno a tres. Y, por el otro lado, la oferta de un gobierno de coalición de las izquierdas fue una constante por parte de Iglesias.

Lo decepcionante fue que Sánchez, a pesar de esbozar propuestas interesantes de su programa de gobierno, evitó de decirnos cómo piensa ponerlas en práctica; y con ello, en mi opinión, cometió un fraude para con el electorado, porque, sin lo segundo, lo primero es papel mojado. En otras palabras, sin una mayoría suficiente no será posible, ni modificar la fiscalidad para generar los recursos necesarios para el mantenimiento del Estado de Bienestar, ni afrontar el problema catalán desde una perspectiva distinta a la que proponen las derechas. Y por este motivo, entiendo que dejó en la audiencia la impresión de que al no haber “con quién”, la única respuesta al “para qué”, es para mantenerse en el poder, sin hacer nada por resolver los acuciantes problemas de los ciudadanos. Y, aunque no haya en su entorno ningún Cicerón que se lo advierta, debería saber que nuestra paciencia ya se ha agotado.

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