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El Gobierno de Pablo Iglesias

Eduard Amorós Kern

Mucho se ha responsabilizado al PSOE de haber sido el partido que ha contribuido a que Mariano Rajoy sea de nuevo Presidente, pero a mi entender es importante matizar algunas cosas.

En primer lugar, el Partido Socialista no ha votado sí a Rajoy, sino que se ha abstenido respetando la voluntad de una mayoría de españoles que optaron por darle el mayor número de los votos al Partido Popular, y con un extraordinario gesto de responsabilidad, ha desbloqueado la parálisis institucional de este país.

En segundo lugar, el ataque al Partido Socialista, por parte de fuerzas políticas de reciente creación que se erigen como la “izquierda verdadera”, responden únicamente a un oportunismo político de moralidad cuestionable. Y digo cuestionable por lo que últimamente estamos viendo: se pregonan unos valores y en la praxis vemos otro tipo de comportamientos. Seguro que entendemos a qué me refiero.

En tercer lugar, quienes acusan al Partido Socialista de haber cedido el Gobierno al Partido Popular, padecen de amnesia selectiva, ya que pudieron en todo momento favorecer un entendimiento entre las fuerzas políticas alternativas al Partido Popular cuando realmente existía una mayoría. Lamentablemente los egos del recién salido del horno Pablo Iglesias, contribuyeron a unas nuevas elecciones y con ello a un escenario en el que cualquier alternativa a Rajoy se desvaneció.

No faltan las voces que acusan al PSOE de haber propiciado la continuidad de un Gobierno que se ha ensañado a fondo en la aplicación de duros recortes sociales y cuyo principal buque insignia ha sido, y es, el haber tejido la mayor trama corrupta de la historia de este país, olvidando que ha sido la mayoría de españoles los que han aupado al Partido Popular a la victoria. Pero a lo mejor no estaría de más tener presente que si en este momento contamos con un Gobierno que no satisface a las sensibilidades de la izquierda, se debe en gran medida a que quienes tuvieron la responsabilidad de llegar a un acuerdo no lo hicieron en el momento que tuvieron la oportunidad.

Probablemente para Pablo Iglesias fuese muy importante ser vicepresidente del Gobierno; quizás a su entender fuera eso prioritario y a ello había que supeditar los intereses y derechos de quienes confiaron en él para cambiar las injusticias que tanto pregonaba cuando era un humilde contertulio de La Sexta Noche. Pero este exceso de vanidad y meterse en vena tanto “Juego de Tronos” no ayudó precisamente al entendimiento.

Y al final, resulta paradójico que lo que algunos nos vendían como nuevo, se ha hecho viejo en un abrir y cerrar de ojos. Los que decían que no eran políticos, han acabado practicando las artes más carcas y despóticas en sus organizaciones, y los que pregonaban que había esperanza para los desesperados, la han esquilmado sin excesivo miramiento. Toda una entrega de “Juego de Tronos” para acabar con un Gobierno continuista de Rajoy que, nos guste o no, es en gran medida el Gobierno de Pablo Iglesias. Reflexionemos.

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