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Derechos Lgtbi: ¡Viva la vida!

Llum Quiñonero

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A finales de los años setenta personas homosexuales, transexuales y mujeres lesbianas se agruparon para hacerse visibles y reclamar el fin de tanta represión e impunidad. El fin de la dictadura debía significar el reconocimiento de las libertades y de los derechos también para las quienes vivían estigmatizadas por su opción sexual o por ser fieles al género sentido. Salíamos de una sociedad rancia, frustrada y frustrante que pedía a gritos cambios y libertades. Las personas transexuales y el movimiento de liberación sexual estuvo a la cabeza, aportando alegría, color y propuestas rotundamente innovadoras que abrían nuevos espacios de visibilidad.

¡Hay tanto que agradecer a su osadía!

Recuerdo en Alicante, a Toni Forat, vestido de alicantina en tantas manifestaciones, con su pancarta, “Libertad de expresión”. Osadas, atrevidas y generosas. Expuestas siempre, Valientes

Maricón era y un insulto –aún lo es ahora—y ser lesbiana era un estigma; las mujeres vivían, en la inmensa mayoría de los casos, su deseo o sus relaciones con otras mujeres con un grado de invisibilidad casi total, incluso en silencio, y la transexualidad apenas se entendía socialmente y se condenaba abiertamente.

“Haz lo que quieras, pero que no lo sepa nadie” aconsejaban los curas a los varones, en aquella sociedad en la que sus opiniones eran determinantes. A las mujeres, la negación. El acoso, la violencia, los insultos, la discriminación en el colegio, en la calle o en el trabajo, una constante. La sanidad, negada, nula. “Haz lo que quieras pero que no se sepa”. El castigo estaba en salirse del tiesto. Y la amargura en vivir con la culpa.

Los grupos feministas y las primeras iniciativas de gays, lesbianas y trans, fueron determinantes en iniciar la ruptura frente a tanta represión.

En 1980, el 3 de julio, recibí en mi casa en Alicante, en sobre entregado sin sello de correos, una carta que solo su lectura me aterró. Tenía 26 años y había pasado los últimos diez involucrada en la vida cultural y política de mi ciudad, Alacant. Siempre viví libre y abiertamente mi sexualidad. Y defendí abiertamente las libertades para todos. Con entusiasmo y convencimiento.

Vuelvo a la carta. En 1980, el 3 de julio, recibí por debajo de la puerta un sobre. Estaba firmada por la Triple A, Alianza Apostólica Anticomunista, bajo el símbolo del yugo y las flechas y entre admiraciones “”Arriba España“ y ”Viva Cristo Rey“.

Me comunicaban que, decía; “hemos decidido ejecutarte”. Y continuaban: “Aunque te escondas en una alcantarilla te encontraremos y haremos contigo lo mismo que hicieron nuestros camaradas en Madrid con Yolanda González, otra lesbiana como tú”.

No fue fácil convivir con la amenaza pero no me desalentaron ni el miedo evitó que continuara comprometida en defensa de la democracia que tanto costaba hacerla avanzar.

Sigo viva.

De entonces aquí a lo largo de cuatro décadas nuestra sociedad ha dejado de estar sometida a una moral ultraconservadora y nacional católica. Nuestra Constitución y un amplio abanico de leyes, incluida la de matrimonio de parejas del mismo sexo, aprobada bajo el gobierno de Zapatero en 2015, son un ejemplo para el mundo.

Vivimos tiempos de renovación.

En las próximas semanas comenzara la tramitación en Les Corts del Proyecto de Ley de la Generalitat para la igualdad de las personas LGTBI, Lesbinas, Gays, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales en el parlamento valenciano.

Estamos de enhorabuena. Casi dos años de trabajo previo desde la sociedad civil, con participación de personas expertas y asociaciones lgtbi han hecho posible un texto que pronto verá la luz. Afrontamos un debate sobre derechos sexuales, sobre libertades y sobre el amparo legal para quienes han padecido condena, negación y estigmatización de forma reiterada, para el rechazo que aún perdura, incardinado en una moral que fue dominante. Profundizamos la democracia a la misma velocidad que avanzamos hacia una sociedad conformada por personas más felices. No es esta una ley para lesbianas, trans, bisexuales, gais, intersexuales. Esta es una ley que nos reconoce a todos como parte imprescindible de nuestra comunidad inclusiva, respetuosa.

Contra la negación, la intransigencia, la invisibilidad, el silencio, el acoso, la indiferencia, defenderemos el derecho a la felicidad de todas, con memoria y reconocimiento. ¡Viva la vida y la alegría de quienes durante décadas han defendido con orgullo sus derechos!

Llum Quiñonero es diputada de Podemos en las Corts Valencianes.

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