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Navidad. ¡Que compense Rita!

Virginia Gómez

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Creo que desde que acabé la carrera no ha habido año que por estas fechas no me hayan pedido consejos para: “no pasarnos en navidades”, “cómo no engordar en fiestas” o la peor para mi gusto: “qué cenar (Nochebuena)/comer(Navidad) para que no engorde”. Y no os voy a engañar… he escrito post y he hecho programas dando consejos en este sentido, aunque últimamente el mensaje ya iba siendo otro.

¿Somos conscientes de lo que nos estamos pidiendo?

¿De verdad es necesario (en general) que la gente En Nochebuena o Navidad cuente las calorías de lo que come o se haga una pechuguita de pollo a la plancha? Ojo, que no digo que haya que aparecer en la comida en plan Jumanji en estampida ¿eh? Que, igual que opino que lo primero no es en absoluto necesario y, es más, tampoco recomendable, también os digo que no es preciso beberse 2 botellas de vino, comerse medio mamut rebozado de polvorones y acabar con un licor “digestivo” (que me río yo de lo de uno y de lo de digestivo). Que puedo decir una idea muy sencilla como: simplemente, disfrutemos. Pero disfrutemos sin que tengamos que acabar vomitando de la cantidad de comida y alcohol que hemos tomado. Que disfrutemos realmente y saboreemos comidas diferentes de las del día a día. Y de la compañía, si podemos.

Pues esta idea que parece tan boba que es disfrutar es algo más compleja… especialmente para las personas a las que les gustaría bajar peso. Porque quizá para estas personas en un momento dado es más que probable que asalte el pensamiento de “pues hoy como lo que quiera y el 26 compenso”. Ay… compensar…

Hará unos tres días mi compañero Carlos Ríos aka, el del Realfooder, se le ocurrió decir esto de compensar. Esta idea cuando tienes 80.000 seguidores en Twitter y 1 millón de seguidores en Instagram, que se dice pronto, puede ser peligrosa para el que la dice (con semejante audiencia) y para algunas personas que reciben la recomendación del “compensar”. De hecho, Carlos fue Trending Topic y estuvo, y quizá continúe si no por esto por alguna otra cosa, en el ojo del huracán de las críticas.

Quizá el punto de atención debería ponerse en escuchar a nuestras señales de hambre y saciedad. Hay mucha gente que, de forma, digamos espontánea, “compensa” por el mero hecho de que esa noche o al día siguiente no tiene nada de hambre o es más, se siente empachada y prefieren comer muy poco. ¿Y qué pasa? Nada. Pues claro que no pasa nada. Es cuestión de atender a estas señales. Y si al día siguiente tu apetito es el habitual, come como lo harías cualquier otro día; en el caso de que tu objetivo sea perder peso pues a volver a comer sano y a retomar rutina y actividad física.

Pero ahora pensemos en una persona que desea perder peso y que se encuentre en un contexto vital que invite al Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA), esto puede ser algo tan simple como ser mujer, tener 15 años y vivir en una sociedad occidental con los patrones de moda que la caracterizan. Mal asunto ese de compensar. Mal asunto ignorar a tu cuerpo cuando tiene hambre y cuando, al contrario, está más que saciado. Esto puede parecer una chorrada, pero estas sensaciones van finamente calibradas hormonalmente y están para algo, para ser escuchadas. Así que, que compense Rita.

Y como dije en el tweet que me inspiró para este artículo:

Para mí no es un triunfo conseguir “compensar” con dieta/ejercicio/vómitos/laxantes el 26 de diciembre. Para mí el triunfo es volver a comer con normalidad sin sentirse mal y habiendo disfrutado el 25.

Pues eso, que disfrutéis mucho y que consigáis volver a una rutina saludable adecuada a vuestras posibilidades.

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