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Quedan 11 años

Amanda Subiela

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En nuestro día a día estamos expuestos a constantes estímulos en forma de noticias, preguntas, ideas, resolución de problemas, propuestas y muchos más. La cantidad de estos mensajes e intercambios y la velocidad a la que los recibimos ha provocado que ya sea difícil discernir entre las informaciones relevantes y las absolutamente inútiles. En una escala objetiva de importancia, ¿qué es más importante, el partido del domingo o el calentamiento global?

El cambio climático debería de ser un tema que saliese en reuniones familiares, encuentros de amigos, escuelas, oficinas y que todos opinasen, se informasen y educasen entre ellos. Pero en el camino aparecen muchas distracciones. Aparte de esto, se añade el problema de la ideología. El cambio climático se ha vuelto en un tema ideológico. Es una lucha a muerte entre la ciencia y la religión. Y a muerte de verdad porque lo que está en juego es nuestra especie. La especie humana.

Según científicos, nos quedan 11 años para evitar lo peor de los efectos del cambio climático. El cambio climático en sí no se puede evitar porque ya hemos llegado a un punto de no retorno con una cantidad de emisiones de CO2 del que no podemos volver atrás, entre otros factores que dañan el equilibrio del planeta Tierra. A fin de cuentas, el planeta es un organismo vivo como cualquier otro y si le das altas dosis de elementos tóxicos se enferma y puede morir. Esto es lo que le hemos estado haciendo desde la Revolución Industrial y con el paso del tiempo estas dosis solo han hecho que aumentar.

Estos 11 años deben ser usados para reducir emisiones de CO2 drásticamente y las grandes empresas son las primeras que deben actuar. Pero los individuos también lo podemos hacer. No comer animales ya no es una cuestión de compasión animal sino de supervivencia. De nuestra propia especie. Consumir carne provoca una de las fuentes de emisiones de CO2 más grandes y evitar comer carne puede ser una gran forma de mitigar el daño que se le causa al planeta a través de nuestras decisiones individuales. Hay otras formas en las que podemos contribuir a reducir el impacto negativo que tenemos sobre el planeta. Optar por consumir productos orgánicos, reducir el consumo en general y comprar de segunda mano cuando haya la necesidad son otras formas de actuar. También es importante tener en cuenta reducir la basura que generamos ya que es más eficiente que el parche del reciclaje. Hemos llegado a un punto en el que no es suficiente con cerrar el grifo cuando nos lavamos los dientes o comprar bombillas de bajo consumo. La situación requiere cambios drásticos y globales. Y todo empieza por la información.

Si tomamos unos pocos minutos para informarnos podremos entender la urgencia e importancia de esta situación. Veremos que tenemos que tomar decisiones más sabias inmediatamente para poder vivir una vida mejor a medio y largo plazo. Porque, ¿qué pasaría en 2030 si no cambiamos nuestros hábitos? La temperatura del planeta subiría por encima de 2 grados. Por ahora se predice que va a subir 1.5 grados y eso ya va a provocar grandes daños en nuestro planeta. Pero si subiese a 2 o más grados los efectos serían impredecibles y los daños todavía más profundos. ¿Te imaginas un 2030 con huracanes, tormentas, incendios, deslizamientos de tierra, subidas del nivel del mar que inundase ciudades, terremotos? ¿Es ese el futuro que queremos para nosotros mismo? ¿Y para nuestros hijos? ¿Qué clase de futuro les estamos dejando? Podemos y debemos actuar si amamos a nuestros hijos. Podemos y debemos actuar si respetamos la vida mínimamente para entender que esto sí es una cuestión de vida o muerte. Seamos parte de la solución optando por la vida a través del respeto por nuestro planeta.

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