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Recuerdos del Riff: Una solidaridad humana y política

David Torres

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El pasado 28 de octubre de 2016, Mouhcine Fikri, un joven vendedor de pescado de 31 años de la ciudad de Alhucemas, moría aplastado por un camión de basura cuando intentaba recuperar su carga que había sido requisada por la policía.

El gesto, respondía a la propia desesperación que vive la población marroquí por la corrupción, el paro, la pobreza y la desigualdad, y que recuerdan a la inmolación del joven vendedor tunecino que en 2011 desencadeno “las primaveras musulmanas”.

La muerte de Fikri, provocó una oleada de protestas para exigir justicia al Gobierno y al palacio Real y levantó de nuevo a un pueblo acostumbrado a luchar y defender sus derechos.

Recuerdo, que durante mis 4 años que viví en Alhucemas, solía subirme a las ruinas del cuartel general de Abdelkrim el Hattabi y mientras observaba toda la bahía, imaginaba como aquel héroe local consiguió unir a todas las tribus del Riff y hacer frente a la potencia española que bajo la excusa de un protectorado, buscaba explotar sus recursos y colonizarlos.

La historia posterior, que merecería ser contada en los libros de historia que estudiamos en los institutos, ha sido la historia de un pueblo en constantes luchas por defender su territorio, cultura, tradiciones y mejoras sociales, políticas y económicas para una población a la que Hassan II condenó al olvido.

Aunque el actual Rey se comprometió a revertir el aislamiento al que les sometió su padre, esos avances han sido lentos y la sensación de la gente, sigue siendo la de un pueblo olvidado por sus gobernantes.

La muerte de Fikri, puede que fuera la gota que colmó el vaso, pero ha sido la que ha vuelto a levantar al pueblo de Alhucemas y del Riff, que lleva ya más de 8 meses de movilizaciones, y que ha hecho nacer un movimiento ciudadano de contestación social (El Hirak) de carácter pacifista y al que ya se le están uniendo otras regiones de Marruecos.

Frente a las manifestaciones, el Gobierno de Rabat ha contestado reforzando la presión de policías y antidisturbios, acampando centenares de militares en tiendas de campaña a las afueras de las principales ciudades de la Región de Alhucemas.

Y la respuesta al diálogo propuesto por los manifestantes y los líderes locales, la actuación del Gobierno ha sido la detención de sus principales líderes y la instauración del estado del miedo. Con más de 300 detenidos, con varias personas ya procesadas y condenadas a 18 meses de cárcel, acusadas de “atentar contra la seguridad interior del Estado, incitar a cometer delitos y crímenes, humillar a funcionarios públicos y cometer hostilidades contra los símbolos del reino en reuniones públicas”.

La propia Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), ha denunciado que las acusaciones y detenciones se han producido dentro de un clima de graves violaciones de sus garantías jurídicas, agresiones i persecuciones a los activistas y dirigentes del Movimiento Ciudadano, cuyo único delito, más que manifestarse, ha sido el de reclamar de manera pacífica mejoras sociales, económicas, culturales y el cumplimiento de los derechos humanos.

El Rif se ha levantado en una lucha que nunca fue tan justa, y nunca una respuesta fue tan injusta. Vivi cuatro años en el Rif, pero trabajé con su gente durante más de diez, tiempo más que suficiente para ayudarme a entender el compromiso que el pueblo español tiene y debe tener con el Norte de Marruecos. Lo demostramos en 2004, cuando nos solidarizamos con una gran movilización de fondos para ayudarles en la emergencia que supuso el terremoto en el que murieron más de 600 personas y en el que muchas familias lo perdieron todo.

En estos momentos, El Riff vive otra emergencia, una emergencia social, en la que debemos mostrar toda nuestra solidaridad hacia su pueblo.

Por estos motivos, el pasado 14 de junio, en el pleno de les Corts, presentamos una declaración institucional de apoyo a las reivindicaciones del Hirak, denunciando las graves violaciones de los derechos humanos, la instauración del estado del miedo y la liberación inmediata de todos los detenidos, tal como reclama el AMDH. Lamentablemente, el Partido Popular, no la quiso firmar y por tanto no se pudo aprobar. Según ellos, Marruecos es un país amigo, con el que se tiene un compromiso en materias estratégicas y al que no hay que molestar.

Según nosotros, nuestro compromiso, es y será siempre con la gente. El compromiso y la solidaridad del pueblo valenciano debe ser con el pueblo de Alhucemas, apoyando sus demandas de diálogo frente a la instauración del estado del miedo.

Nuestros vecinos, nuestros amigos, son el pueblo de Alhucemas y del Rif, al que apoyamos en sus reivindicaciones de mejoras sociales, económicas y políticas.

*David Torres, economista. diputado de Podemos en las Corts Valencianes

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