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¡Sorprende al hombre de la casa!

Laura Vilanova

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¡Es que la mujer, ya se sabe, mejor decirle que sí! Esa fue la frase que escuché el otro día en una tienda de electricidad del barrio de Benalúa, en Alicante. Salía de boca de un señor de unos 65 ó 70 años. Con la sonrisita en los labios. A pesar de que me chirrió en los oídos, he de admitir que tiene un pase. Probablemente nadie educó a ese señor para considerar iguales a hombres y mujeres. Ni en el colegio, ni en su casa, ni en la vida. Una juventud bajo la Dictadura franquista, muy alejada de los cánones de igualdad.

Lo que me pregunto es qué se ha hecho estos 10 años desde la aprobación de la Ley de Igualdad en nuestro país. ¿Qué ha sido de la igualdad? ¿Qué ha sido de los cursos, másters, seminarios, becas de investigación…? ¿Qué ha pasado con los recursos para acabar con los asesinatos de mujeres? La crisis no puede ser la única razón para que el Gobierno haya descuidado tanto este asunto. ¡No me lo creo! ¿Desinterés? ¿Falta de preparación? ¿La igualdad no da votos?

¿Por qué 51 mujeres asesinadas no son ya noticia? ¿Nos hemos acostumbrado? ¡No creo! Un asesinato de la banda terrorista ETA siempre ha sido noticia de portada.

¿Por qué los comportamientos machistas son vistos como un acto de amor por la juventud de este país? Las continuas llamadas en el móvil, el control en la forma de vestir, de pintarse… ¡Despierta! ¡No es amor, es acoso!

¿Por qué no se prepara a los docentes para enseñar comportamientos no sexistas en sus aulas, para hacer eso de ‘coeducar’, con lo que muchos políticos se han llenado la boca durante años? No recuerdo nada en la Ley Wert.

¿Por qué sigue estando tan mal visto ser feminista mientras que el que se declara machista todavía arranca una sonrisa cómplice en el gimnasio o en el bar?

El miércoles, un día después del 25N, llegó a mi mail un correo con el siguiente asunto:

“Sorprende al hombre de la casa”. Era de una de las innumerables empresas que te ofertan descuentos ‘on line’ mediante la compra de cupones. Me pudo la curiosidad y lo abrí. ¡Y lo peor no era el tema del asunto! ¡No! Lo peor era el apartado dedicado a los “regalos para ella”, entre los que se podían encontrar joyas, cintas de carrera, perfumes, tangas… y… ¡un aspirador! (¡eso es, con un par!)

El anuncio para “ellas”.

Y el anuncio para “ellos”.

Insisto, ¿en qué lugar de las obligaciones de este Gobierno ha quedado relegado el fomento de la igualdad como prevención de la violencia de género?

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