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Transformación y voluntad política en la construcción

Silvia González

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La definición de eficiencia energética dada por Europa es la siguiente: “la relación entre la producción de un rendimiento, servicio, bien o energía y el gasto de energía”. Así, la eficiencia energética de un edificio será “la cantidad de energía, calculada o medida, que se necesita para satisfacer la demanda de energía asociada a un uso normal del edificio que incluirá, entre otras cosas, la energía consumida en al calefacción, la refrigeración, la ventilación, el calentamiento del agua y la iluminación”.

En la Unión Europea la preocupación por la factura energética, el aumento de las emisiones de CO2, la dependencia energética de terceros, factor de elevada peligrosidad para la región pues cuestiona unas relaciones internacionales equilibradas, así como la apuesta por nuevos mercados generadores de empleo son las causas principales de la desenfrenada actividad legislativa.

La última norma sobre eficiencia energética, la Directiva 2012/27, fue aprobada a principios de octubre de 2012 y el Estados español entregó el pasado 30 de abril de 2014 el Plan de Acción de Ahorro y Eficiencia Energética para el periodo 2011-2020 cuya gestión y financiación será conjunta entre la Administración General del Estado y las comunidades autónomas.

Según datos del servicio Invest in Spain, dependiente del Ministerio de Economía y Competitividad y cuya función es atraer inversión al Estado español, el sector de la eficiencia creará 300.000 puestos de trabajo en 2020 alcanzando una cifra total superior a los 750.000 empleos.

Una parte muy significa de estos empleos habrán de generarse en el sector de la construcción pues los edificios acaparan alrededor de un 45% del consumo energético total. La mejora del rendimiento térmico de los edificios, la renovación de los equipos que consumen mucha energía, la optimización de los equipos y de los sistemas energéticos con sistemas inteligentes de medida, de control y de regulación o la mejora de las técnicas de producción y almacenamiento de la energía son algunos de los servicios ligados al sector que se agrupan en tres subsegmentos: renovación de edificios, medida y control del consumo y reducción del consumo energético.

Si bien el subsegmento de la renovación es un mercado maduro en términos de modelo de negocio y de estructura del sector, los otros dos son servicios con un alto componente tecnológico donde la tecnología no está del todo desarrollada y los modelos de negocio son aún inciertos.

En consecuencia, para el tipo de desarrollo que se espera de este sector, será necesaria:

- Inversión en I+D+i, que habrá de estimularse con políticas, en los tres niveles - nacional, regional y local -, de inversión pública, captación de fondos europeos e inversión externa, que favorezcan el trabajo de nuestros y nuestras investigadores/as en colaboración con la Administración y con gestores empresariales que transformen ese conocimiento en negocios altamente rentables desde el punto de vista económico, social y medioambiental.

- La capacitación y reciclaje de la mano de obra cualificada y no cualificada en el sector de la construcción para adaptarla a los nuevos servicios que habrán de prestar, diseñando para ello planes de estudios y de formación continúa que recojan una oferta formativa seria en esta materia .

- La sensibilización e información de ciudadanos y ciudadanas hacia el ahorro y la eficiencia energética que se exprese también en beneficios directos y exoneraciones para aquellos que opten por la renovación de sus edificios, la modernización de sus sistemas o la incorporación de tecnología de reducción del gasto.

- La colaboración administrativa con un enfoque “bottom-up”, para que sean los planes nacionales los que recojan las estrategias y ejes de actuación desde las necesidades identificadas en clave regional y local y no al revés, y, por supuesto,

- Establecer un sistema de ayudas e incentivos al sector que resulten efectivos y pensados para no sufrir el efecto “stop and go” característico en el impulso de sectores emergentes.

Pero lo que más vamos a necesitar en la región valenciana para activar este sector será voluntad política.

En el año 2011, el sector de la construcción reconocía haber entrado en un proceso de crisis profunda e irremediable. En ese año finalizaba también la vigencia del llamado Plan de Ahorro y Eficiencia Energética de la Comunidad Valenciana, del cual quedan sólo algunos vestigios, como las convocatorias del Programa de Ahorro y Eficiencia Energética en el Sector de la Edificación, en el que sólo se atiende al subsector de la renovación de edificios dejando fuera la tan necesaria atención al desarrollo tecnológico.

En estos años no se ha producido ningún avance en la recuperación y transformación del sector de la construcción, muy por el contrario, las iniciativas desde el gobierno regional y local parecen añorar el fracasado modelo de sector y de gestión urbanística, como prueba la última revisión del PGOU de Valencia que propone reclasificar 415 hectáreas de huerta para edificar en los próximos 15 años 17.000 nuevas viviendas.

De nuevo estamos perdiendo el tren.

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