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Votamos

Cristina Mollà

Una red social me recordaba este viernes, 24 de mayo de 2019, una foto de hace 4 años cuando depositaba mi voto en la urna con mi hijo en brazos. Desde que nació, en cada cita electoral, viene conmigo a votar siempre bajo el mismo ritual y como una fiesta: cogemos el sobre, la papeleta, vamos a la mesa e introducimos los dos juntos el voto en la urna. Siempre con una sonrisa, con mucha ilusión. Porque si algo quiero transmitirle a mi hijo es que lo que estamos haciendo es tan importante que puede cambiar el mundo. Estamos decidiendo sobre nuestro presente y sobre todo por su futuro. Porque ese día está en nuestras manos y no en otras (ni en el poder económico, mediático u otros grupos de interés) decidir sobre cómo queremos vivir y en quién confiamos para ello o incluso para decir que no te gusta ninguno. Esa es la grandeza de la democracia, al menos de la representativa. Votar. Participar. Es aquí dónde la gente humilde podemos empezar a hacer nuestra gran revolución.

El domingo 26 de mayo volvemos a hacerlo. En este caso vamos a votar en las elecciones municipales y europeas. No es poca cosa. Vamos a decidir sobre nuestra administración más cercana y también sobre la más global en la que podemos participar. Y aunque parezcan tan distantes están muy unidas. Porque es en Europa en la que se habla y se legisla sobre muchas de las cosas que nos afectan en el día a día, desde el “pan” que comemos hasta nuestros derechos y libertades. No dejar esta institución, el Parlamento Europeo, en manos de aquellos que quieren expandir la ola de odio y miedo, insolidaridad y represión, desigualdad y marginación. Sin duda requiere mucho compromiso y es una gran responsabilidad.

La misma que tuvimos en abril cuando dijimos que el cambio que conseguimos en el 2015 era imparable y que ya no volveríamos a bajar la cara ante un poder absoluto que antaño también lo fue de corrupción absoluta. Y ahora tenemos la misma responsabilidad cuando tenemos que votar por la administración más próxima, los ayuntamientos. Municipios como València donde el gobierno encabezado por Joan Ribó ha transformado la ciudad para devolverla a su gente, a los vecinos y vecinas que ahora respiran un aire más puro y que pueden transitar de forma más segura y cómoda por sus calles, en bici o en transporte público, incluso para quien necesita utilizar el coche. Una ciudad que es ejemplo de dinamismo, innovación y oportunidades. Una ciudad amable, verde, diversa, acogedora. Y un ayuntamiento transparente, honrado y al servicio de las personas.

Esta es la ola del cambio y de las sonrisas que llegó a otros municipios desde Castelló, a Meliana o Paiporta, pasando por Oliva o Dénia y llegando hasta Elx en donde Compromís ha marcado la diferencia. Y muchos más que han trabajado con valentía por la dignidad y la mejora de sus pueblos y ciudades.

El 26 de mayo volvemos a elegir entre la gente honesta y corriente o la vuelta a la corrupción y el poder concentrado en unos pocos con intereses muy personales que normalmente tienen que ver con el tamaño de su billetera.

Por ello es tan importante movilizarnos, votar. Con una sonrisa.

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