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El edificio se hunde

Javier Caro

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Estamos asistiendo en estos momentos a la debacle de un gran y vetusto edificio, que ha mantenido bien calientes a sus inquilinos, los cuales nunca han mostrado una gran simpatía por los cambios, dueños y señores del poder absoluto de la transición. Pero han llegado nuevos aires, de esos que dicen ser renovados, para lavar la casa, no tirarla, sólo ponerle unas cortinas nuevas, un poco de color y mayor juventud.

El desmorone se puede ver en cualquier piso del inmueble, por ejemplo en el ala oeste, donde su ilustre y viajero alquilado, se niega a compartir con el resto del mundo cuáles eran los motivos por los que viajaba a Canarias. Es cierto que el amor tira mucho, y quizás querrá que nos apiademos de él, lo hizo por amor, y lo que se hace por amor, siempre tiene que ser bueno, ¿no?. El señor Monago, que criticaba a sus vecinos de no estar al corriente de los pagos de la comunidad y de ser un poco laxos con los tejemanejes del anterior tesorero, un tal Bárcenas, ahora se rasga las vestiduras porque se le pregunta por sus viajes presuntamente pagados por el Senado para ver su novia. Enseña a la prensa, pero durante poco tiempo, no se vayan a creer con derecho a informar, documentos que acreditan que hizo 16 viajes y tachones por todas partes. Algo que deja más clara una cosa: su nula voluntad de querer clarificar el asunto. ¿Esperará a que pase el tiempo, y otra noticia de mayor alcance, sepulte su engaño?.

Se arregla un poco la corbata, traga saliva, sabe que pocos creerán sus palabras, bueno el presidente del pantallazo sí, pero el resto, seguramente no. Apela a los sentimientos de los extremeños, les dice con sobriedad que él es uno de esos millones de personas que no tienen parabólica, y hasta llega a manifestar que para en los bares de carretera a almorzar. Los extremeños seguramente se habrán quedado de piedra, Monago es humano no un ultracuerpo venido de algún planeta insólito. En el otro extremo de esa comunidad de vecinos, donde se habla mucho, pero que rechazan dar la mano a los imputados, cuando hay cámaras de por medios, es mucho mejor, y ustedes lo saben, mandar mensajes de ánimo a los “amiguitos del alma”. En Alicante no quieren darle la mano a Sonia Castedo, la alcaldesa que jamás ha tenido una relación de amistad con el empresario Enrique Ortiz, aunque en las grabaciones que hemos escuchado, parezcan los mejores amigos del mundo, incluso haciendo bromas sobre el Rey Juan Carlos: “Parece la momia de Tutankamón”, decía jocosa la alcaldesa. En esa parte del vecindario se ven con el agua al cuello, pero resisten como los lobos, y el mayor exponente es el imputado por el caso Noos, el vicealcalde de Valencia que se atrinchera y arremete contra los periodistas, ya saben, unos muestras los papeles con tachones y otros dicen cosas así: “Si alguien esperaba que fuera a decir que me voy, que lo olvide”. Cosas de vecinos.

En esta locura de edificio, donde algunos recién llegados quieren “asaltar el cielo”, y están en su derecho de intentarlo, se encuentra en ruinas, ya que si en los dos extremos tenemos personajes que parecen salidos de la obra cumbre de José Luís Cuerda “Amanece que no es Poco”, en el sur o en el norte también hay suficiente dinamita como para que a esto que llaman democracia, y que a veces parece una pantomima, estalle por los aires, dando paso a otra con mayor participación ciudadana. Algunos de los inquilinos se han dado cuenta del desaguisado que se está montando, el primero de ellos, y tal vez el más listo por saber marcharse a tiempo, ha sido Juan Carlos I, dándole paso, de forma atropellada y nada democrática, a su vástago Felipe VI, que con su presencia pretende renovar algo, que ya de por sí es anticuado y anacrónico, como lo es la monarquía. Pero es que no sólo ellos se han percatado, sino que los socialistas también se dieron cuenta y cambiaron a Rubalcaba por Pedro Sánchez, que ha traído un soplo de aire fresco, tanto que no tardó en prodigarse por platós del corazón, porque, ¿por dónde conquistaría usted a los españoles?, pues por el corazón, nunca por la coherencia política y las ideas. Aunque ya saben que las “ideas” las cerraron por autoras falsas y dineros que volaban.

Y por último tenemos a Cayo Lara, que comenzaba a quedarse un poco descolgado, que se le veía mayor frente a los primeros espadas que estaban abanderando el cambio sin cambio, así que ha decidido ponerse a un lado y permitir que otros, entre los que figura Alberto Garzón el más que razonable recambio generacional, se presenten a las primaria, esa concepto que estaba fuera del diccionario de los partidos políticos. Así pues, con el edificio medio en ruinas, con el corazón y el miedo de las personas, se juega esta nueva batalla, se cambian caras, pero se mantienen las ideas exactamente iguales. Quizás es que no se han dado cuenta que necesitamos construir, entre todos, un nuevo edificio.

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