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Comedores escolares: el negocio de la alimentación infantil

Virginia Gómez

No deja de llamar la atención, gracias a las redes sociales y a ciertos programas de televisión que investigan al respecto, la deficiente calidad nutricional y alimentaria que podemos encontrar en los menús escolares. Para quienes conocemos algo más a fondo el tema o incluso para cualquiera que se encargue de hacer la compra con frecuencia, probablemente resulte, cuanto menos llamativa, concretamente la relación calidad / precio de lo que comen los niños en los colegios y también en otros muchos centros de atención especial para niños y personas con diversidad funcional. Pero me centraré, especialmente en los primeros.

Por situarnos, pensemos ¿a cuánto sale un menú de comida de un niño? Primero, segundo y postre. Veamos algunos supuestos:

-Si lo hacemos en casa: 1º Ensalada de tomate y pepino con aceite de oliva 2º Pollo al horno con patata y cebolla y de postre, fruta o yogur natural = 2 aproximadamente

-Menú escolar típico: 1º Arroz con tomate 2º Nuggets y de postre: fruta o yogur azucarado = entre 5 y 7 (escuela pública y privada concertada).

-Típico menú infantil de comida rápida: Patatas fritas + Hamburguesa + Helado ¡Ah y un juguete! (cosa que en muchos países ya se ha prohibido) = 3,95

Aclaración necesaria: en general, los niños no van a un establecimiento de comida rápida y escogen los tomates cherry, la ensalada de pollo y la fruta. Aterricemos en la realidad. No podemos esperar que los niños simplemente hagan buenas elecciones, ya que esto forma parte de la educación que deben recibir por parte de sus padres y, aun así, es normal que un niño escoja lo que más le guste, sin más. Y que la mayoría de niños son sedentarios y lo máximo que hacen es correr en el parque y las no llega a dos horas de educación física del colegio.

Es que ya no es preguntarnos acerca de a dónde van esos 3-5 euros de diferencia. Y 5 euros por cabeza son muchos muchos euros.

Ya no es preguntarnos acerca de la regulera calidad alimentaria y nutricional que se ofrece en la mayoría de caterings escolares con honrosas excepciones.

Ya no es preguntarnos cómo es posible que en un establecimiento de comida rápida el niño coma, con una calidad similar, por algo más de la mitad de lo que vale un ticket de comedor. O cómo es posible que el menú del día en Les Corts, bastante más cumplido y abundante, cueste menos a un diputado que el ticket de comedor a un niño.

Es difícil no pensar en el evidente negocio que hay con los caterings escolares y, por extensión, con la salud de los niños. Que estamos totalmente de acuerdo con que una empresa privada como es un catering tenga ganancias porque no son ONGs pero los bares tampoco y muchas veces la comida es bastante mejor. ¿Es este el precio que hay que pagar? ¿de verdad es necesario ofrecer fritos 2 o 3 veces a la semana, pasta blanca o arroz blanco con tomate frito o yogures azucarados? ¿Por 7 euros? Un colegio que tenga a 300 niños al día en comedor está dando unas ganancias de 1500 euros diarios al catering, descontando lo que pueda costar el producto, tirando por lo alto, y de ¡¡30.000 euros al mes!! ¿en serio es esto lo que merecen?

Pensemos que casi la mitad de los niños y niñas de primaria padecen sobrepeso u obesidad y vamos en aumento. Ya hay, y he tenido niños, que con 12 o 13 años han desarrollado diabetes tipo 2 “la del adulto” a consecuencia de su obesidad ¿sabemos lo que significa eso? Eso puede suponer hasta 10-25 años menos en su esperanza de vida y con una calidad de vida no demasiado buena por más insulina que se acaben inyectando, en función de lo que se cuiden.

Siempre se pone como excusa que es que comer sano es caro, y es mentira. La realidad es que comer insano es muy barato y que, aunque pagues 7 euros al día del comedor del niño le pueden estar dando comidas poco aconsejables cada dos por tres; y mirad… con 7 euros, salvo que te vayas al Tíbet a comprar bayas de Goji o les quieras dar caviar, con 7 euros se pueden hacer maravillas, pero para alimentar al niño todo el día. Quien haga la compra (y cocine) lo sabe. Y, si les enseñamos y lo hacemos bien, es una inversión de futuro para su salud.

La educación alimentaria también forma parte de la educación. En casa y en el colegio.

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