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Las ocas no tragan

Chus Villar

La pasada semana comentaba en estas páginas que algo se está moviendo en la Comunidad Valenciana, y la reapertura judicial del caso del accidente de metro viene a confirmarlo. Algo de mueve y no sólo en estas tierras, sino en toda España. Por primera vez, veo claro que la crisis puede traer algo positivo, un cambio, y no me refiero a quién gobierna, ni tampoco a ese cutrerío de “puedes reinventarte” para salir del hoyo que los encantadores de serpientes pretenden grabar en nuestros cerebros que creen de autómatas.

Toda crisis implica una transformación y una oportunidad, y algunos pocos que tienen mucho la verán como una posibilidad de hacer más dinero cambiando acciones de una inversión a otra o comprobando qué resultado tiene en sus balances la última reforma laboral, pero nosotros, los otros, esa mayoría que no movemos el cotarro, tenemos en este momento histórico de decadencia la gran oportunidad de despertar, y ya nos estamos desperezando.

Lo que se está moviendo, lentamente y en pequeñas oleadas, pero de forma imparable, es el fin de la inocencia, la complacencia y la inacción. Sí, hemos tocado fondo y remontamos: no sé si ha acabado la “recesión”, el “crecimiento negativo” o cualquier otro de los estúpidos eufemismos utilizados por los engañabobos, pero sí sé que ya se terminó eso de tragar con embudo, como oca en granja esperando a convertirse en foie, las mentiras, el uso de lo público para fines privados o el ver que el que la hace, según quien sea, nunca la paga.

Cuando un globo se hincha demasiado, explota; cuando a una alcantarilla se le aboca demasiada porquería, la mierda –con perdón de los lectores– inunda las calles, y acabamos viendo que salpica, huele mal e infecta. Y alrededor del accidente de metro ha habido mucha, mucha mierda. A la Asociación de Víctimas 3 de Julio le ha costado siete años que algo consistente se mueva, algo que han logrado a fuerza de no dejar de moverse ellos.

Ahora la Audiencia Provincial reabre el caso. Y es verdad que sonroja bastante pensar que ha sido a base de pasar por unas fases vergonzosas: 43 muertos, 47 heridos y muchas familias destrozadas sometidos a la indiferencia y a la manipulación política y mediática; cinco años para lograr que el presidente de su comunidad los reciba (el marrón eludido por Camps le tocó a Fabra); una comisión de ¿investigación? en Les Corts que se cierra tan en falso como comenzó; un procedimiento judicial con omisiones en la presentación de información y pruebas tan cantosas que la Fiscalía pidió reabrirlo dos veces; un conseller al que las familias acusan de ofrecer puestos de trabajo a cambio de enterrar a sus muertos en silencio…

Sí, asquea, indigna y apena pensar que tuvo que ser la repercusión del programa de Jordi Évole sobre el accidente el que empezara a inclinar la balanza del lado de las víctimas (se ve que tampoco era tan difícil investigar, ni contar la otra versión…), pero, miren ustedes, qué quieren que les diga, también me alegra pensar que esta bendita y maldita profesión que tengo sirve para algo en democracia cuando no se la manipula desde el poder político. ¿Qué sólo funcionan a base de escándalo público mediatizado? ¡Pues a por ello!

No obstante, siendo modestos y poniendo las cosas en su justo término, también ha hecho mucho a última hora que el pasado lunes la Asociación se diese un paseíto por Bruselas, pues cuando papá Europa empieza a oler nuestra sustancia marrón, la cosa ya cambia. Y, cómo no, la Justicia, que a pesar de todo (como la prensa, que también intenta bucear “a pesar de todo”, como reza el eslogan de este diario), también está haciendo su labor. Por eso, pese a la politización de este estamento y los torpedos a la línea de flotación de los jueces valientes y profesionales (fíjense que paradoja, a hacer tu trabajo le tenemos que llamar ahora valentía) la inmundicia que ha ascendido a la vía pública desde las cloacas se está encauzando. Esperemos que no se vierta sin más ni más en cualquier sitio para que no haga feo en esas “bellas plazas de la democracia”, sino que los residuos tengan su adecuado tratamiento democrático real. Así deseamos verlo en el caso del metro, o en el caso Noós (no me digan que no se mueve nada cuando en este país hay una Infanta de España imputada).

Alguna prensa se mueve, algunos jueces se mueven y cada vez más colectivos y ciudadanos se mueven. Es así, pero el PP aún no se entera, y nos regala ayer de nuevo otra de sus perlas en forma de discurso político demodé. Señores del Gobierno, hagan un curso de marketing, busquen nuevos asesores en comunicación y community managers… de los buenos, porque las ocas ya no se tragan su propaganda.

¿De verdad es necesario que tengamos que soportar y, sobre todo, tienen que aguantar las familias de los muertos y heridos, oír al portavoz popular en les Corts decir que su grupo y su gobierno “siempre ha estado del lado de las víctimas” y “del lado de la justicia”? ¿Y a la consellera de Infraestructuras afirmar que la Generalitat facilitará a Bruselas toda la información sobre el accidente del metro, pero “las cuestiones relativas al accidente se deben abordar desde las instancias judiciales pertinentes y no desde posicionamientos políticos interesados”? ¿Las víctimas tienen un interés político? ¿El problema es que han sido recibidas en Bruselas por un eurodiputado rojo del demonio, o sea, de Izquierda Unida? ¿O consideran una politización intolerable que la oposición haya pedido que se reabra la comisión de investigación parlamentaria a la vez que se reabre la vía judicial?

Ilustres y excelentísimos miembros del Gobierno a su sillón pegados: háganos un favor y hagánselo ustedes mismos: si no tienen la dignidad de dimitir, al menos tengan la inteligencia de callarse.

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