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Un pabellón para Podem: el turno del debate valenciano

Sandra Mínguez / Ferran Martínez / Anabel Mateu / Cèsar Jiménez

Una vez resuelto el Vistalegre 2, los y las valencianas que formamos parte de Podemos debemos hacer frente en los próximos meses a la segunda Asamblea Ciudadana Autonómica. La I Asamblea valenciana de Podemos fue un proceso a la carrera, con las elecciones municipales y autonómicas a cuatro meses vista, con las apuestas determinadas en buena medida por la dirección estatal y sin siquiera un encuentro presencial en un espacio concreto, que otorgase nombre y símbolo al proceso. Esta vez es imperativo afrontar un momento constituyente que determine el proyecto de nuestra federación valenciana. No existe aún ese hito fundante de Podemos en el País Valenciano; un acontecimiento, un lugar, un momento con la relevancia que tuvo por aquellas fechas la primera Asamblea Ciudadana Estatal de Vistalegre. Necesitamos establecer ese emplazamiento simbólico que albergará el debate orgánico, esa instalación o ese lugar de referencia a evocar como origen en el que nos empezamos a articular y a convertirnos en comunidad. Ese ágora, ese auditorio, ese pabellón para Podem. Esta es seguramente una decisión importante, aunque solamente la primera de muchos otros retos que tenemos por delante.

Las incógnitas que debemos resolver en nuestra 2ª Asamblea son diferentes a las circunstancias que han rodeado el acalorado debate de Vistalegre 2. Nuestro punto de partida, nuestro resultado electoral, nuestra posición parlamentaria y nuestras relaciones con otras fuerzas valencianas son completamente diferentes al escenario estatal. Nos haríamos un flaco favor si pretendemos resolver interrogantes distintos con las mismas fórmulas articuladas en los últimos meses en el proceso estatal para responder a una coyuntura diferente. El debate estatal ya ha tenido lugar y se ha resuelto con un resultado concreto, y por tanto no tiene sentido reproducir exactamente el mismo proceso, con las mismas corrientes y choques, en el nivel valenciano. En cambio, deberíamos ser capaces de definir las posiciones y los alineamientos en función de nuestros propios interrogantes. Los retos son distintos, las propuestas también deben serlo.

Este proceso deberá partir por el reconocimiento de la labor realizada por las cientos de compañeras que se han dejado la piel por el proyecto. Pero la evaluación política de los últimos dos años tendremos que hacerla en clave autocrítica, desde el deseo dede transformar dentro de nuestra organización justo en la misma dirección de aquello que queremos desarrollar fuera, en el territorio valenciano, para consolidar y profundizar el cambio y mejor la vida de nuestra gente. Ahora nos toca pasar de la crítica a la propuesta, dejar de ser oposición para construir alternativas, y de las alternativas a la toma de decisiones mediante un proceso deliberativo y democrático que mejore por mucho la dinámica de estos últimos meses. Un proceso con más debates sosegados y menos tweets acalorados.

Nuestra Asamblea Valenciana debe suponer la renovación de Podem en nuestra “terreta”. Nos toca salir del impasse parlamentario que vivimos, ya sea asumiendo tareas de gobierno, o adoptando un rol de oposición más exigente con el Govern del Botànic y con su Presidente, Ximo Puig, que a la vez levanta la bandera del cambio valenciano y clava las piquetas de la Triple Alianza a nivel estatal; este proceso debe definir de qué forma seguimos ampliando la nueva mayoría valenciana que anhela cambios, pero a su vez percibe el Botànic alejado de su cotidianidad. Debemos sustituir el actual modelo de partido clásico y retomar las enseñanzas del 15M para experimentar fórmulas de partido-movimiento que abran los todavía demasiado elevados muros que separan las instituciones de la ciudadanía, fórmulas que nos permitan acumular fuerza en lo social para influir en las instituciones y que tomen las instituciones con lo mejor de la sociedad civil para transformar en un sentido emancipador y valiente el día a día de nuestra gente. Necesitamos estar menos en València y más en Vinaròs, en Pilar de la Horadada y en Utiel; apostar por el municipalismo de forma decidida y material, invirtiendo la pirámide de los recursos económicos para echar raíces en cada municipio y comarca. Debemos practicar dentro de Podemos dentro aquello que conseguiremos para fuera, con ejemplaridad en nuestra política interna de transparencia, participación y rendición de cuentas, para que Podem sea desde ya una escuela de ciudadanía activa que demuestre que las instituciones públicas no son intrínsecamente opacas ni irremediablemente corruptas, como todavía nos quiere hacer creer el PP.

Decía nuestro reelegido Secretario General, Pablo Iglesias, en una intervención reciente que Podemos no puede seguir siendo la fuerza política de un grupo de amigos. Justamente por esta voluntad manifestada de ampliar los ámbitos de decisión, nuestra federación valenciana debe ser más permeable, más respetuosa con la diversidad para garantizar la unidad, mandato indiscutible del Vistalegre 2, y más ancha para recuperar a toda la gente que en un momento u otro ha sentido que este había dejado de ser su proyecto y para atraer a todas esas personas que quiere un nuevo pacto social que no les deje fuera, pero que todavía no confía en nosotros.

Este proceso debemos abordarlo con la urgencia que nos piden las 280.000 personas que confiaron en nosotros el 25 de mayo de 2015 y las 650.000 personas que votaron A la Valenciana el verano pasado y hoy nos piden más. Más valentía, más participación, más transparencia y más audacia para ser capaces de consolidar y profundizar el cambio valenciano, para que la casta que nos gobernó durante 20 años, la que ha estado financiada por empresarios en sus campañas electorales tramposas, no vuelva en otros 20, y para desarrollar un proyecto de país que construya una comunidad nueva que no vuelva a dejar a nadie atrás. Empecemos escogiendo a qué pabellón vamos.

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