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El problema de la educación es más profundo que la falta de profesorado

Javier Caro

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Profesor, Pepe me ha dicho que me va a rajar el cuello. Así de claro se acercó un niño a mí el otro día. Para contextualizarlo, os pondré en situación: estaba trabajando en un CAES, tal vez a muchos no les suene, y eso quiere decir que sus hijos no vas a ese tipo de colegios. Los CAES son Centros de Actuación Educativa Singular, es decir, son centros donde hay niños que viven en barrios marginales o con situaciones especialmente complicadas en su entorno familiar. Por descontado no todos tienen ese perfil, pero muchos de sus alumnos sí lo presentan. Para hacerlo más sencillo, citaré a la Generalitat Valenciana: “Alumnado que presenta dificultades de inserción escolar por encontrarse en situación desfavorable, derivada de circunstancias sociales, económicas, culturales, étnicas o personales”. En la práctica es donde normalmente está el alumnado problemático.

Y viendo ese panorama, donde lo importante es la intervención familiar, y la asunción por parte de las propias familias de directrices para que puedan tener sus hijos una infancia mejor, más estable y con mejores condiciones para seguir desarrollando sus estudios, sólo cabe la indignación. ¿Por qué no se enfatiza desde los partidos políticos y los medios de comunicación la falta, gravísima, de educadores, integradores y trabajadores sociales?. Si mañana hubieran más profesores en la aulas sería genial, pero el problemas de los chicos y chicas que están en un CAES, no avanzaría mucho en su mejora. Pensemos que los alumnos tendrían una mejor atención en el aula, pero, ¿y si el trabajo de seguimiento en la calle, en sus casas y en centros de intervención siguiera siendo inexistente?. Entonces sólo los que dispongan de un ambiente estructurado y unos padres dispuestos a trabajar con los profesores, podrían tener un futuro, el resto de alumnos seguirían igual, seguirían siendo carne de cañón.

En un país donde los despidos de profesores interinos se han disparado, creando gran controversia al principio y después algo de desmemoria, donde, y según datos del Ministerio de Educación sobre el curso 2010-2011, los colegios e institutos públicos de Canarias, Comunidad Valenciana, Extremadura, Galicia, Madrid y Ceuta, han tenido 2.861 profesores menos para atender a 46.000 estudiantes, sólo podemos esperar que las próximas generaciones, crezcan con un vacio y unas carencias enormes en muchos aspectos. Pues esto, multiplicadlo por vivir en la pobreza, en barrios marginales, jugando en la calle, la falta de implicación en los estudios de sus hijos o la violencia en el hogar. No sólo es un caldo de cultivo a punto de explotar, sino que es una vergüenza en una democracia europea.

Quizás haya que ser muy progre para conseguir cosas en España, y los medios más progres tengan que dar imagen de su preocupación por la educación, y está claro que eso es lo que nos interesa a todos, pero siempre se quieren arreglar los problemas parcheando, o acaso, ¿es que lo que de verdad desean es mantener el statu quo actual?. Que hayan muchos más profesores genera votos y audiencia, abordar el problema desde la perspectiva social, es mucho más complicado en los tiempo del mensaje directo y sin fisuras, y en el del titular o el eslogan político. Más profesores, pero, también más medios, colegios más modernos, un personal más cualificado, unas empresas de comida con más trabajadores, esto quiere decir más subvenciones para que los chicos que viven en familias con problemas económicos puedan comer. Como ya saben, España, ese país que parece vivir a todo trapo en la recuperación económica según los miopes del gobierno, es el segundo país de la Unión Europea con más pobreza infantil, según un informe de Cáritas Europa, solo por detrás nuestro está Rumanía.

Y seguramente en unos años habrán más CAES, o colegios que pedirán poder pertenecer a ese tipo, para tener más personal y más ayuda, debido a que el 29,9 de los menores de 18 años viven al borde de la exclusión social. Una exclusión que puede mejorar con una educación de más calidad, pero ¿y si los chicos no quieren ir al colegio, y si las familias creen que es mejor que trabajen y no estudien, y si coquetean con las drogas o las peleas?. Entonces, no irán al instituto, no se formarán, no tendrán futuro, y la rueda seguirá su curso, se generará una bolsa mayor de pobreza y de exclusión social analfabeta. ¿O es que quieren a los muy pobres más ignorantes que la media?.

La cuestión es que tal vez no se quiera acabar con esta situación, situación que no parece tirarse mucho a la calle a manifestarse, que no parece intervenir en los debates y tertulias, porque al final, aunque hayan más profesores, también habrán dos tipos de alumnos: los que tiene posibilidades y a los que prácticamente se la niegan. Y esta dinámica se puede ver reflejada en el Ayuntamiento de Cádiz, donde Teófila Martínez y sus acólitos, decidieron no renovar a 24 trabajadores sociales, en total, una cuarta parte. ¿Acaso eso no es una práctica para instaurar, de modo sibilino y poco estruendoso, la diferenciación de estratos sociales? ¿No es vender a una parte de la población, a una peor calidad educativa o directamente a ninguna?. Podrán haber colegios, pero habrá absentismo y pocos acabaran sus estudios, porque nadie ha trabajado de forma activa con la familiar, y con el propio joven.

Mientras, el chico que estaba asustado porque le rajase Pepe, se fundía en un abrazo con él, y junto querían pegar a otro más débil.

PD: Quiero pedir disculpas por el imperdonable error en el artículos pasado “Controlados a Distancia”, me equivoqué debido a las primeras noticias en algunos medios sobre el nuevo DNI, y hablé de la tecnología RFDI, cuando en realidad lleva NFC. Pido disculpas, pero escogí éste nuevo carné para hablar del control al que estamos siendo llevados, y cómo no podemos hacer prácticamente nada ante la vulneración de nuestros derechos. Con ésta tecnología cualquier policía secreta puede tropezarse contigo en una manifestación y saber quién eres. Algo inapropiado para un estado de derecho.

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