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No nos vendas

Marta Sorlí

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Otro 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, o día en qué todo partido político recuerda que las desigualdades entre hombres y mujeres continúan vigentes muy entrado el siglo XXI. Hay temas que ya forman parte de la agenda política de todos, o casi todos, los partidos: hablamos de la injusticia de la rendija salarial o nos sobrecogemos con los asesinados machistas que no se paran. 2017 está siendo un año especialmente crudo y continuamos viendo cómo ser mujer nos puede sacar la vida.

A pesar de que algunos temas ya están a la agenda, otros continúan siendo un tabú o un melón para comenzar. También este 8M observaremos, como cada año, que los periódicos y medios de comunicación difundirán las campañas institucionales donde los gobiernos reclaman la igualdad. En una página encontraremos el anuncio de la Consejería de Políticas Inclusivas o del Ministerio de Igualdad y unas pocas páginas más atrás los anuncios de prostitución vendiendo, sin mal olor, el cuerpo de las mujeres. Una dicotomía hasta día de hoy incuestionada, las dos caras de una misma moneda que indica como nuestra sociedad el patriarcado todavía está vigente y comparte el canal con los discursos igualitarios.

No importa si vendes un coche, un piso o el cuerpo de una persona, por menos de cinco euros la palabra lo podrás vender a casi cualquier medio impreso. «Alta, morena, bonita, voluptuosa y de complexión delgada», por menos de 40€ conseguimos el anuncio perfecto para hacer del cuerpo de una mujer un objeto mercantil digne de los mejores postores.

Con esta realidad convivimos cada día con total normalidad y con máxima impunidad. Cada día se permite que el cuerpo de las mujeres se convierta en algo susceptible de ser comprado y vendido. Igual que un refresco, un mueble o una prenda de ropa. Por un precio establecido cualquier pagador puede disponer de él y utilizarlo como le convenga: «¿Hay alguna restricción de palabras?», «En principio no, te lo tendría que preguntar, pero mira algún periódico nuestro y te guías».

Las mujeres continuamos siendo objeto de comercio a la sección «adultos» de los clasificados. Los medios impresos acogen con los brazos abiertos los anuncios entre sus páginas mientras el Gobierno mira hacia otro lado. Las noticias de asesinados machistas y las campañas en pro de la igualdad entre hombres y mujeres conviven en sus páginas con los anuncios para prostituir personas.

Como en un coche de segunda mano, sólo hace falta un diario y un bolígrafo para hacer el listado de chicas a «comprar». Podrán elegir si queremos que sean rubias, morenas o asiáticas; si las queremos sumisas y tiernas para satisfacer tus fantasías sexuales. Menos de 100€ y unos pocos centímetros cuadrados son suficiente para vender una mujer, o más de una, en un anuncio de prostitución. Eso sí, unas páginas más adelante encontraremos eslóganes de igualdad y la última víctima del terrorismo machista.

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