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Fiestas libres de acoso: los festivales de música normalizan los puntos violeta

Punto violeta de Cruz Roja

Laura Martínez

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Los festivales de música y los grandes eventos que aglomeran a miles de personas comienzan a normalizar los puntos violeta. Hace apenas tres años, estos espacios para proteger y acompañar a las mujeres que hubieran sufrido alguna agresión eran gestionados por los colectivos feministas locales.

Con el auge del feminismo y la extensión de sus reivindicaciones, las instituciones y las empresas promotoras de los eventos musicales han ido estableciendo estos puntos de atención con un personal más profesionalizado, que incluye a psicólogas y asesoramiento .

La Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas instalará este verano puntos violeta en cuatro festivales de música en la Comunitat Valenciana, ubicados en los espacios que colaboran con Turisme Valencia. Los espacios cuentan con tres personas que prestan asesoramiento psicológico, legal y emocional a las personas que lo requieran y cuentan con el respaldo de los Centros Mujer 24.

Las citas musicales que contarán con estos puntos a cargo de Igualdad son el Low Festival, que será entre el 26 y el 28 de julio en Benidorm; el Arenal Sound, en Borriana entre los días 30 de julio y 4 de agosto; y el Medusa Sun Beach, que abrirá sus puertas entre el 7 y el 12 de agosto en Cullera. También contaron con estos espacios las citas ya pasadas del Festival de Les Arts y el Homenaje a la Ruta.

Desde la consellería de Igualdad explican que prestan el servicio a los festivales que lo solicitan y que este año son menos eventos los que lo han reclamado porque sus propias organizaciones han integrado los puntos violeta. La directora del Instituto de las Mujeres, María Such, valoró que los responsables de muchos de los grandes festivales que se organizan en la Comunitat Valenciana ya han asumido este servicio como propio, lo que a su juicio evidencia “el compromiso del sector con unas fiestas libres de violencia machista”.

En otros casos es Cruz Roja quién se encarga de gestionar los espacios seguros, bien porque se lo reclamen los festivales, bien porque se ofrezcan sus voluntarias. Es el caso de Festival Internacional de Benicàssim (FIB), que se celebra desde el jueves 18 de julio, o de los Conciertos de Viveros, que se desarrollan durante el mes de julio en Valencia. 

La organización también participa en las fiestas locales de los municipios que se lo solicitan. Una cifra que va en aumento, según reconocen sus responsables, gracias a los fondos del pacto estatal contra la violencia machista. Al ser competencia municipal y haber dotación presupuestaria, los ayuntamientos que no tienen personal especializado contratan con Cruz Roja este servicio.

Los puntos de Cruz Roja están formados por tres técnicos, encargadas del asesoramiento, y por varias voluntarias que realizan las tareas de sensibilización. Según explica Patricia Peris, una de las responsables, se ofrece información sobre los recursos que tienen a su disposición, los tipos de agresiones y violencias o sobre cómo ayudar a quien está sufriendo violencia. Uno de los espacios más populares es el muro de reflexión, donde más participan las chicas jóvenes. “Tiene muy buena acogida y están muy agradecidas con que haya alguien que vele por su seguridad”, explica Patricia.

En el caso de los hombres, la responsable explica que no son tan proactivos a participar de estas actividades y que de vez en cuando tienen algún encuentro desagradable. “No es habitual, pero suele venir algún chico a hacer un comentario sobre que él también sufre violencia o a hacer un chiste sin gracia”, relata Patricia, que añade que siempre se dan instrucciones de “no entrar al trapo” en estos casos.

Las voluntarias y técnicas de Cruz Roja trabajan antes de cada evento con la Policía y la seguridad privada del festival para coordinarse en caso de agresiones y buscar vías de evacuación, si fueran necesarias. Cuando llega una mujer que ha sufrido algún tipo de violencia, el primer paso es contactar con seguridad para buscar al agresor y buscar un espacio más seguro para la víctima para facilitar el desahogo emocional. Una vez llega a un lugar más tranquilo, se le explican las posibilidades legales que tiene y los trámites que conlleva denunciar una agresión, si ella decide que así sea. “Mantenemos siempre el respeto por sus decisiones. La última palabra es suya”, apostilla la responsable.

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