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¿Hemos salido de la crisis?

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Marta Navarro

El País Valenciano se ha visto inmerso durante los últimos cinco años en una crisis económica que acontece a nivel estatal, pero que ha tenido peores consecuencias en este territorio y le sitúa en una de las comunidades más perjudicadas de España. El desacierto a la hora de invertir de manera abusiva en sectores como la construcción y el turismo, poco favorable a la economía a largo plazo, ha contribuido a tejer un sistema productivo frágil e inestable que ha enviado al paro a miles de personas. Tampoco la financiación desde el Gobierno Central ha sido favorable para los valencianos, que no se han visto en igualdad de condiciones con ciudadanos de otros territorios. Sin embargo, ahora su economía crece. Lo hace de manera lenta desde el 2014, después de retroceder de forma acusada durante la crisis, mostrando mejoras en el PIB y la creación de puestos de trabajo.

El PIB del País Valenciano cerraba 2014 con 99.345 millones de euros, un 2'1% más que en el 2013, algo más de dos puntos que significan la primera subida en cinco años y la salida de la recesión. Este aumento viene propiciado por diversos factores que contribuyen a la aceleración de la actividad económica. Entre ellos destacan un ligero aumento de la demanda interna y una presión fiscal menor sobre las empresas. En segundo lugar, ha tenido mucho que ver el crecimiento global de la economía, que ha mejorado sus cifras hasta casi tres puntos. Además, la depreciación del euro y la caída del precio del petróleo han sido favorables a un aumento de la demanda exterior.

El impacto de la crisis en la comunidad estuvo muy relacionado con la especialización sectorial. Repercutió negativamente a la economía valenciana un peso excesivo del sector de la construcción del 12’5% (un punto más que la media nacional) que se derrumbó con la explosión de la burbuja inmobiliaria y el posterior descenso de la vivienda. Ha perdido peso reduciendo su importancia hasta representar solamente el 9% del PIB, según datos de la Cámara de comercio de Valencia.

En el País Valenciano el sector servicios es una pieza clave. Es el que da trabajo al 72% de los empleados y supone casi el 70% del PIB. Pero esta dependencia de actividades como el turismo y la hostelería ha supuesto un problema durante la recesión por el descenso acusado del consumo.

La comunidad representa una cuarta parte de la producción textil y cerámica del estado español, ya que la industria tiene un importante peso del 19% en el PIB valenciano. El sector creció un 3'6% en 2014, según el Índice de Producción Industrial, pese a sufrir la competencia de países subdesarrollados con una producción más barata. Esta competencia también es un problema para la agricultura, que aporta el 2% al PIB y ha ido reduciendo su importancia progresivamente al enfrentarse con los competidores exteriores y con una explotación excesiva del sector terciario.

La mejora del PIB significa una salida de la recesión, pero no supone la recuperación de los niveles que la economía valenciana tenía antes de la crisis. Desde la última vez que las cifras fueron positivas, en 2008, ha descendido más de 9 puntos. El modelo productivo, que menosprecia la inversión en innovación e investigación, ha tenido consecuencias sobre la economía valenciana, que ha experimentado con especial virulencia la destrucción del empleo y el crecimiento del paro.

En el último año el crecimiento del PIB ha provocado una reducción de la cifra de desempleo hasta un 23'5% en el 2014, más de tres puntos de mejora respecto a 2013. El País Valenciano creó 61.800 empleos el año pasado, de modo que al final del año se registraban 1.855.400 ocupados. Un giro positivo en la creación de puestos de trabajo que, no obstante, no puede compararse a las cifras del 14'4% del 2008, ni mucho menos al 8'9% del 2007, cuando aún ni habíamos oído hablar de la recesión. Esta diferencia tan acentuada se explica por la Burbuja Inmobiliaria. La explosión de este fenómeno dejó desempleadas a miles de personas que se dedicaban al sector de la construcción y que no tienen formación, trabajadores que no han podido re-insertarse en el terreno laboral y han pasado a formar parte de una larga lista de parados. Uno de los grupos más afectados son, precisamente, los jóvenes menores de 25 años, algunos de los cuales abandonaron los estudios para trabajar, y ahora representan un 50'2% de los desocupados. En conjunto, la situación laboral actual refleja una mejora en el número de empleos, así como en la creación de empresas, en total 10.499 sociedades mercantiles en 2014, pero su evolución, tal y como ocurre con la del PIB, es lenta.

Lo mismo sucede con la renta per cápita, aunque el dinero del que dispone cada habitante ha mejorado respecto al año anterior, sigue lejos de los niveles pre-crisis y por debajo de la media española. Aún así, es un factor importante que promueve la estimulación de las ventas, y uno de los motivos por el que el consumo privado ha aumentado. Otra de las razones por las que ha crecido es una inflación negativa del -0,1% en el 2014 respecto al año anterior. La tasa anual del Índice de Precios de Consumo (IPC) general en el mes de diciembre del año pasado es del –1,26%, siete

décimas por debajo de la registrada el mes anterior. Y se prevé que los precios sigan bajando en 2015 para subir en el 2016.

Sin embargo, nos encontramos con que los mayores descensos salariales del estado en 2014 se produjeron en el País Valenciano, con un 2'2% de descenso respecto al año 2013. El salario de la comunidad, 1741€ al mes por trabajador, está más de cien euros por debajo del salario medio nacional, 1869€. Al mismo tiempo en el País Valenciano se ha registrado un descenso en los costes laborales por trabajador y mes en el tercer trimestre de 2014. Es el territorio con mayor reducción de los costes hasta un 3,3%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Lejos de intentar agilizar el tejido productivo promoviendo el I+D+i para evitar que se repitan situaciones como la posterior a la Burbuja Inmobiliaria, vemos que la inversión en este sector ha descendido progresivamente un 3'5% cada año desde 2009. El endeudamiento excesivo del País Valenciano es una lacra que dificulta la capacidad de costear esta actividad que, por otro lado, es indispensable para alcanzar un sistema de producción estable y rentable a largo plazo.

El gasto de la comunidad creció un 0,3% hasta finales de noviembre del año pasado. No consiguió cumplir sus restricciones fiscales y fue la más perjudicada del estado español en el cierre del 2014, con una deuda de 37.376 millones de euros, el 37’9% de su PIB, según los datos publicados por el Banco de España. Una autonomía tan endeudada como la valenciana se encuentra además con una situación de financiación que no le favorece en absoluto. Mientras que la media de inversión por habitante en el conjunto del estado español es de 241 euros, en el País Valenciano la cifra baja hasta 155 euros. Los valencianos son los peor tratados por el sistema de financiación, con un resultado del 7% por debajo de la media en el periodo entre 2002 y 2012, que se traduce en un total de casi 13.500 millones de euros que ha dejado de recibir del Gobierno Central, según el 'Informe sobre la deuda, déficit y financiación de la Comunidad Valenciana' publicado por el IVIE.

A esto debemos añadir que el País Valenciano ocupa el octavo lugar de comunidades con las rentas más bajas y registra una tasa de pobreza y exclusión del 31,7% sobre el total de la población, según el 'Informe sobre exclusión y desarrollo social en la Comunitat Valenciana' publicado en 2014 por la Fundación Foessa.

Pese a todo, según los datos de la Fundación BBVA, la economía valenciana empieza a crecer, encontrando soporte en la mejora de la demanda interna regional y el dinamismo de las ventas al exterior. BBVA Research prevé un crecimiento de la economía del País Valenciano del 2,7% y 2,6% en 2015 y 2016 respectivamente. Este cambio permitirá la creación de 100 mil puestos de trabajo en el bienio 2015-2016 pero, según explican desde la fundación, los desequilibrios del mercado de trabajo continúan siendo relevantes, y por ello es necesario 'afianzar la sostenibilidad de las cuentas públicas'. La comunidad ha salido de la recesión, pero no de la crisis. La deuda pública, el paro y la exclusión social continúan golpeando duramente el estado de bienestar valenciano y su economía.

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