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Los aviones de juguete de 'Stoyries' siguen volando

Los niños refugiados con los aviones de juguete en Grecia

Miguel Giménez

Valencia —

En 2015 veían la luz los primeros aviones de juguete impresos en 3D del proyecto “social experimental” 'Stoyries', una iniciativa “a mitad de camino entre arquitectura, diseño, sociedad y juego” que pretendía “cambiar el mundo” conectando a desconocidos, a quienes se invitaba a “interactuar, moverse y, sobre todo, jugar”. Fruto de esta idea se ha rodado un corto documental -es obra de Adrián Abril y se presenta este sábado a las 20 horas en el Espai Colector, en Valencia- sobre cómo surgió y ha evolucionado el proyecto.

La grabación se centra en la experiencia que vivieron el pasado año en el centro de refugiados de Koropi (en Atenas), donde repartieron más de 200 aviones de juguete junto a la ONG Solidarity Now gracias a la financiación colectiva conseguida a través del micromecenazgo en la plataforma digital Verkami -recaudó 3.160 euros gracias a 130 mecenas-.

El documental pretende abrir un debate sobre el uso del juego como herramienta de activación y transformación del territorio y como elemento de cambio social, narra la historia completa del proyecto y muestra el trabajo que hay detrás de una idea que echó a andar a escala local y terminó cruzando el Mediterráneo y llagando a varios países.

Los aviones y los refugiados

En 2016, gracias a Atxu Amann, directora de tesis de la valenciana Aida Navarro, una de las ideólogas del proyecto, surgió la idea de trabajar colaborando con refugiados en el contexto de la crisis que se estaba viviendo en Europa. Tal y como decidieron Aida y su amiga Laura, el proyecto debería servir para hacer llegar aviones allí donde permitieran a alguien “escaparse”, algo que están consiguiendo.

Así, gracias al micromecenazgo han logrado entregar 150 aviones a niños refugiados en Atenas, así como también consiguieron dinero extra para desarrollar dos proyectos parelelos en colaboración con colegios de Sagunto, además de con la ONG Solidarity Now. “El viaje a Koropi fue mágico”, reconocen, y ha de servir para compartir “la vida tan difícil que viven los niños que pasan por esta situación, y que nos esperaban con los brazos abiertos y una alegría y un cariño extraordinarios”.

Algunos de estos aviones de juguete ya han recorrido medio mundo. Han estado en Venecia, Estambul, California, los pueblos nómadas del norte de África, México... y el viaje continúa.

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