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Una experta de una universidad de París pone a València como ejemplo de transformación urbana con el fomento de la bici

Ciclistas en el anillo ciclista

Carlos Navarro Castelló

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“En los estudios que hacen la crónica de la crisis de 2008 en España, Valencia es el epicentro del despilfarro estatal apoyado por un gobierno local corrupto. Diez años después, la tercera ciudad más grande de España transmite una imagen de recuperación pacífica”.

Así arranca la introducción del estudio 'Movilizaciones en bicicleta, el renacimiento democrático y el arreglo local: Valencia, del epicentro de la corrupción a la capital mediterránea de la bicicleta' de la profesora de la Universidad Paris-Est Marne-la-Vallée (UPEM) y de la Escuela des Ponts (ENPC), Nacima Baron.

El documento pone en valor las políticas de movilidad llevadas a cabo por el Ayuntamiento desde el cambio de Gobierno que se produjo en el año 2015, cuando tras 24 años de gestión del PP, la izquierda recuperó la alcaldía gracias el pacto entre Compromís, PSPV y València en Comú (plataforma vinculada a Podemos), con Joan Ribó a la cabeza.

Según el estudio, “la primera transformación está relacionada con la política. Un acontecimiento importante tuvo lugar en España en 2015. El histórico sistema bipartidista (PSOE y PP) se erosionó. En una docena de municipios, nuevos partidos, parcialmente originados en la sociedad civil y relacionados con el movimiento de los indignados (nacido en la Puerta del Sol), surgió y tomó el poder en Madrid, Barcelona o Cádiz. València también se identifica con esta tendencia, pero con una especificidad local, puesto que el alcalde pertenece a Compromís, un partido que solo existe en la Comunitat Valenciana”.

Para Baron, “la segunda transformación en curso es el camino a largo plazo hacia la sostenibilidad, especialmente en la movilidad y el transporte urbanos. Es bien sabido que una mayoría de las ciudades del Mediterráneo están fuertemente marcadas por el sistema automovilístico y están algo atrasadas en términos de la transición a las movilidades verdes en comparación con el norte-Europa occidental. Sin embargo, el sistema de movilidad de Valencia está cambiando rápidamente”.

Además, destaca que “el municipio de 2015 a 2019 hizo un verdadero esfuerzo en la esfera de la infraestructura pública y el espacio público. Aunque el ciclismo no era una práctica muy extendida en la ciudad, ahora se han construido 40 kilómetros de carriles bici de doble sentido protegidos y el uso de la bicicleta está en lo más alto. Esto demuestra que el municipio fue proactivo en su enfoque político, buscando iniciar un cambio en el sistema de movilidad a pesar de las fuertes limitaciones”.

Para realizar el estudio se ha empleado “una metodología mixta con el fin de comprender, por un lado, la materialidad del cambio urbano y la transformación de las prácticas locales asociadas a las políticas de la bicicleta, y por otro lado el componente discursivo de la política de la bicicleta”.

La investigación enfatiza “el beneficio del caso valenciano para la comprensión de cómo las movilidades pueden ser usadas como un instrumento para la transformación del espacio, de la sociedad y de los modelos políticos locales”.

En esta ciudad, “la redefinición de las normas de movilidad está siendo utilizado para reforzar la dimensión asertiva de una alternativa política. Se está empleando para introducir un nuevo modelo de espacio público, pero también para encarnar una nueva forma de la conciencia y la acción”.

Así, Baron concluye que “la movilidad es, en efecto, clave para la expresión del poder local a través del espacio y que se utiliza para reafirmar la legitimidad de la política y para rehabilitar la imagen de la ciudad”.

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