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Los familiares de las víctimas de Ceuta crean una asociación en Camerún para exigir justicia

La madre de Souop Tagne Armand Ferdinand, emocionada, y su padre, con el retrato de su hijo entre las manos. | Imagen cedida por Caminando Fronteras.

Gabriela Sánchez / Jaime Sevilla Lorenzo

El hermano de Larios se enteró por Facebook. La familia de Yves había visto la imagen de su hijo en la televisión. Saidou llamó para avisar al primo de Samba. La madre de Armand recibió una llamada desde Marruecos. Sus hijos murieron hace dos años intentando llegar a España, entre pelotas de goma y botes de humo lanzados por la Guardia Civil en la frontera de Ceuta. Todos los avisos procedían de sus amigos, ninguna institución española se ha puesto en contacto con ellos, los cuerpos de algunos de sus hijos fueron enterrados sin identificar, la justicia ha archivado su causa. Y decidieron “convertir el dolor en justicia”.

Ocho familias de las personas que perdieron su vida el 6 de febrero en la frontera de Ceuta han creado la asociación Familias Víctimas del Tarajal en Camerún. Exigen justicia y la identificación de cuatro de los cinco cuerpos que están enterrados en Ceuta, ya que el Ejecutivo español no ha facilitado estos trámites, a diferencia del marroquí. “Queremos que el Gobierno se ponga en contacto con nosotros, que nos dé una explicación sobre la muerte de nuestras familias”, responde con contundencia Feric, portavoz de la Asociación y hermano de Larios Fotio.

El proceso se inició gracias a la intermedición de la ONG Ca-minando Fronteras. “Empezamos a trabajar con las familias de las víctimas después de identificar a los fallecidos”, describe Helena Maleno, portavoz de de la ONG que ha impulsado y seguido el “proceso colectivo de reconstrucción” con los familiares de las víctimas del Tarajal. “Nos coformamos con familias latinoamericanas y surgió un proyecto llamado 'Transformar el dolor en justicia': cómo se pasa de sentir ese dolor tan terrible del desconocimiento sobre la muerte de un familiar a formar ese proceso colectivo de reconstrucción”, añade la activista.

Han pasado dos años. Dos años de dolor, de incertidumbre. Les dijeron que sus hijos habían muerto, que la Guardia Civil disparó hacia el agua pelotas de goma y botes de humo mientras ellos nadaban. La ONG Caminando Fronteras mostró su investigación. Vieron vídeos periodísticos de los hechos entre lágrimas e incredulidad. Vídeos como este.

“En el vídeo se ve gente ahogándose delante de los guardias civiles, sin que hagan nada. Es una omisión del deber de socorro. Es inadmisible que gente que pretende defender las fronteras de un país deje a estas personas ahogarse y morir. Es una infracción de la ley de la parte de la Guardia Civil. Queremos que la Policía española reconozca que actuó mal”, enfatiza el joven camerunés.

Ese desasosiego les unió para exigir justicia . Para mostrar que existen. Que detrás de esos “15 inmigrantes que murieron en la frontera de Ceuta”, hay familias. Que había alguien en algún lugar viendo cada día una habitación vacía, recordando los años en los que estaba en casa, e iban al colegio “como todos los niños”, una madre orgullosa que enfatiza con orgullo unas buenas notas, un hermano destrozado que recuerda sus largas charlas mientras cenaban.

“Compartimos el dolor para conocer la verdad”, dice Feric desde Camerún. “Queremos que la Guardia Civil reconozca sus errores. Hay gente que ha muerto y no quieren admitir sus fallos. Necesitamos la repatriación de los restos mortales de las víctimas, o que comuniquen a los familiares dónde están. Por último, pedimos una indemnización”.

Recuerda cuando su hermano le comunicó su decisión. “Mi hermano es de la clase de chicos cuyos padres no tenían dinero para apoyarle, entonces tuvo que empezar a buscarse la vida muy joven. Dejó los estudios para trabajar. Un día vino a verme para decirme que quería viajar. Le pregunté si había pensado bien. Me dijo que había pensado mucho y que era la única alternativa para él, para ayudar a su familia”.

Con el ejemplo de su hermano en la mente, corre a hablar de los demás. “En realidad es lo mismo para todos aquellos que han fallecido. Tienen un punto común: la pobreza. Estos jóvenes vienen generalmente de familias con una vida precaria. Pero deciden no desanimarse quedándose quietos y viendo a sus madres y hermanos pequeños sufrir. Han tenido el coraje de atraverse, esperando encontrar mejores condiciones de vida para ellos y sus familias”.

Describe con dolor la decisión judicial de archivar la causa que investiga la muerte de su hermano. El recurso de la ONG Coordinadora de Barrios ha sido admitido a trámite en la Audiencia Provincial y está pendiente conocer si finalmente el Tribunal decide su estimación, lo que conllevaría la reapertura de la causa. “Dicen que no hay pruebas... Para nosotros es una injusticia total, porque las hemos visto. Todas las pruebas de las familias, los testigos y los vídeos grabados durante los acontecimientos demuestran la agresividad y la implicación de la Guardia Civil. Es inadmisible que la justicia española ponga fin a la investigación por falta de pruebas, porque pruebas hay. Y los testigos presentes quieren pronunciarse delante de la justicia española con toda sinceridad”, dice Feric.

Y estas son las familias de esos “15 inmigrantes muertos en la frontera de Ceuta”. De esas personas llamadas “ilegales” que “intentaban violentar la frontera” de España con “actitud beligerante”. Hacia los que la Guardia Civil disparó pelotas de goma como “elemento disuasorio”.

El discurso oficial se rompe en añicos escuchándoles a ellos.

Escuchándola a ella y a su dignidad, hablando de su pequeño frente a la cámara. “No repitió ni un curso, era muy inteligente. Me dijo que quería conseguir dinero para cuidar a su mamá y volver y arreglar la casa”. Habla la madre de Armand entre lágrimas en un testimonio recogido por Caminando Fronteras. La madre de aquel chico de 19 años que, según repetían con asombro sus amigos, “bailaba, bailaba mucho”. Hasta ese 6 de febrero.

Aquella madrugada, poco antes de empezar a correr para iniciar el “gran intento” Bikai Luc Firmin pensó en quien ahora abraza con fuerza un cuadro con su rostro. En esos momentos de tensión, de incertidumbre, Bikai Luc Firmin apretó al botón de enviar. “A las tres de la mañana recibí un mensaje. Me decía que no me preocupase por él, que rezase por él. Le llamé porque era muy temprano, me preocupé. No me respondió al teléfono. Después supe de la catástrofe que había ocurrido en Marruecos...”, dijo a la ONG.

Otro de sus objetivos es trasladar al pueblo español “que las personas que murieron el 6 de febrero eran personas”. “La sociedad española debe entender que las familias tienen derecho a que se haga justicia. El auto decía que 'no eran personas que tuviesen que ser auxiliadas en el mar'. Se les despojó del derecho a ser personas. Es necesario recupar ese derecho. Tenían madres, hijos, fueron a la escuela, como todos”, añade la defensora de derechos humanos Helena Maleno.

El hermano de Larios asegura haber percibido esa sensación de deshumanización de los migrantes. “Escuché en las noticias españolas cómo les trataban de delincuentes que querían entrar en el territorio español, todo eso es mentira. Solo eran jóvenes que compartían el mismo sueño, llegar a Europa para trabajar y dar mejores condiciones de vida a sus familiares. No había ninguno peligroso entre ellos”.

Saben que la justicia no ha estado de su lado. El auto de archivo de la causa les retiraba el derecho a ser socorridos en el mar. Por ser migrantes. Responsabilizaba de su muerte a sus hermanos, hijos, sobrinos por “asumir el riesgo”. Pero para eso están aquí. Para eso han decidido poner su rostro y su esfuerzo para “alcanzar la verdad”.

“Creemos que algún día habrá justicia. Estamos determinados para que nos digan cuál fue el motivo de la desaparición de nuestros hermanos. Y lo conseguiremos. No podemos dejar el alma de Larios, Daouda y Yves... desaparecer así. Da igual el tiempo que lleve, acabaremos por descubrir la verdad y tener razón en este asunto”.

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