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Mujeres como “máquinas de procrear”: Irán debate dos leyes para aumentar la población

Los proyectos de ley sobre población suponen un retroceso en los derechos de las mujeres y niñas iraníes, según AI / Fotografía: EFE

Maribel Hernández

Hace un mes que Atena Farghadani no come. El 9 de febrero, esta artista iraní de 28 años dejó de ingerir toda clase de alimentos, azúcar y sal, iniciando así una huelga de hambre en señal de protesta por su detención y por los malos tratos recibidos en la prisión de Gharchak, ubicada unos 50 kilómetros al sur de Teherán. El 25 de febrero sufrió un ataque al corazón y se teme por su vida. El delito de Atena: protestar en forma de caricatura.

El pasado agosto, tras la aprobación de dos proyectos de ley que pretenden imponer la procreación múltiple y que restringen todavía más los ya mermados derechos de las iraníes, la joven dibujó una caricatura crítica con los miembros del Parlamento. Tras pasar dos meses en la prisión de Evin fue puesta en libertad bajo fianza y vuelta a detener a principios de enero. La acusan, entre otras cosas, de “insultar al líder Supremo”. El mismo que en 2012 manifestaba en un discurso televisado la necesidad de incrementar la población: más fuerza militar para convertirse en una potencia regional. “El imán Jomeini fijó una vez la cifra en 150 o 200 millones [en la actualidad son algo más de 77 millones]. Es correcta. Ese es el tipo de cifra que debemos lograr”, dijo el ayatolá Alí Jamenei. De entrar en vigor estas nuevas leyes, se adoptarían medidas que recuerdan a las siguieron al triunfo de la Revolución Islámica de 1979.

“Las leyes propuestas consolidarán prácticas discriminatorias y harán retroceder décadas los derechos de las mujeres y niñas de Irán. Las autoridades están fomentando una cultura peligrosa en la que las mujeres son despojadas de derechos fundamentales y consideradas máquinas de procrear en lugar de seres humanos con los derechos básicos a decidir sobre su propio cuerpo y su propia vida”, ha manifestado en un comunicado Hassiba Hadj Sahraoui, directora adjunta del Programa Regional para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional (AI) con motivo de la publicación este miércoles del informe “Procrearás: Ataques contra los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en Irán”.

En este documento, la organización expresa sus preocupaciones en torno al Proyecto de Ley 446 para aumentar las tasas de fecundidad y prevenir la disminución de la población, y el Proyecto de Ley 335 sobre población y exaltación de la familia. Ambos refuerzan estereotipos discriminatorios y reducen el papel de la mujer en la sociedad al de madre y esposa obediente.

“Animar a las jóvenes a casarse a una edad más temprana”

Frente a una tendencia mundial a mejorar las opciones reproductivas de las mujeres, y después de décadas de avances en Irán en este sentido, en particular en cuanto a políticas de planificación familiar, Amnistía Internacional advierte del carácter retrógrado del Proyecto de Ley 446. En 1976, tan solo el 37% de las iraníes utilizaban algún método anticonceptivo. En 2010, superaban el 70%. La nueva norma, en cambio, prohíbe métodos como la esterilización voluntaria, el segundo más empleado, y elimina la financiación de los programas de planificación familiar impidiendo el acceso a información y medios anticonceptivos modernos y asequibles. Según AI, esto desembocaría en embarazos no deseados y un mayor riesgo de abortos ilegales o en condiciones de riesgo, en especial para las mujeres con menos recursos; así como un aumento de las enfermedades e infecciones de transmisión sexual, como el VIH, ante la falta de acceso a preservativos.

Se trata de procrear. Estas nuevas políticas de población deben tener como objetivos, según el líder supremo, Alí Jamenei, “eliminar los obstáculos del matrimonio, promover la formación de familias e incrementar la tasa de natalidad, animando a los jóvenes a casarse a una edad más temprana”. Para AI, sacrificar los derechos de las mujeres “en aras a presuntos intereses geopolíticos nacionales” tan solo contribuirá en el futuro a “un panorama de desigualdad, discriminación, mala salud, escasez de elección y restricción de libertades”.

Ley de exaltación de la familia: ¿Trabajo? Primero los hombres y luego las casadas con hijos

Parir por un lado. Blindar la discriminación de las iraníes que no lo hagan, por otro. El presidente Rouhaní aseguraba hace menos de un año que “las mujeres deben gozar de igualdad de oportunidades, igualdad de protección e igualdad de derechos sociales”. La realidad cuenta otra historia. Que las mujeres sean tratadas como ciudadanas de segunda es algo que el Proyecto de Ley 335 sobre población y exaltación de la familia, que se debatirá en el Parlamento iraní el mes que viene, consolidará aún más.

A la hora de cubrir determinados puestos de trabajo, establecerá estas prioridades: primero, los hombres con hijos; segundo, los hombres casados sin hijos; después, las mujeres casadas con hijos. Además, prohíbe la contratación de solteras como docentes en escuelas públicas y privadas y establece el matrimonio como requisito para obtener una licencia del Colegio de Abogados.

En Irán, que está a la cola en cuanto a participación de la mujer en el mercado laboral (puesto 139 de 142 en ese apartado del Índice Global de Brecha de Género de 2014), el Código Civil actual autoriza a los hombres a impedir que sus esposas trabajen si el empleo se considera “incompatible con los intereses de la familia o con la dignidad del hombre o de su esposa”. Los esposos ostentan también el derecho exclusivo de tener al menos dos esposas permanentes en matrimonios polígamos y todas las que deseen en matrimonios temporales, recuerda AI.

La nueva ley dificultaría todavía más el divorcio, ya de por sí complicado para ellas pues mientras el hombre puede divorciarse sin dar mayores explicaciones, las mujeres tienen que demostrar que padecen “sufrimientos insoportables”. Por otro lado, el proyecto legislativo incentiva a los jueces a “prevenir el divorcio”, estableciendo bonificaciones y ascensos para los que promuevan la “reconciliación familiar”, y desalienta la intervención policial y judicial en casos de conflictos familiares.

Para Hadj Sahraoui, estas medidas “transmiten el mensaje de que las mujeres no sirven más que para ser amas de casa obedientes y hacer bebés, y sugieren que no tienen derecho a trabajar o a desarrollar una carrera profesional hasta que hayan cumplido esa función y obligación primarias”.

Una larga lista de discriminaciones por ser mujer

Las nuevas restricciones que imponen estos proyectos de ley se suman a la larga lista de discriminaciones vigentes con las que tienen que lidiar las iraníes día a día y que, según la experta de AI, tratan de “frenar los avances de la mujer en el país”.

En Irán, el testimonio judicial de una mujer vale la mitad que el de un hombre, y la indemnización que se paga por matar o causar daños a una mujer es la mitad de la que se establece por un hombre. La edad de responsabilidad penal es de nueve años en las niñas y 15 en los niños. No se penaliza la violación dentro del matrimonio, se considera que la mujer debe cumplir sus “deberes conyugales”. El adulterio, por el contrario, se castiga con lapidación y las relaciones sexuales entre mujeres con penas de 100 latigazos.

En los últimos cuatro años, los líderes políticos y religiosos también han tratado de reducir el número de mujeres que acceden a la educación superior. En 2012, por ejemplo, en 36 universidades se prohibió que las mujeres se matricularan en estudios como ingeniería, contabilidad, química, ciencias políticas o lengua y literatura inglesas, enumera AI.

A todo ello, hay que sumar el control sobre la indumentaria. Un estricto código que obliga a las niñas mayores de siete años a asistir a la escuela con pañuelos y uniformes que cubran su cabeza, cuello, brazos y piernas. Las mujeres, por su parte, deben vestir ropa holgada y cubrir su cabeza para entrar a casi cualquier centro público.

Otra polémica prohibición que se mantiene desde 1979 es la que impide a las iraníes asistir a estadios de fútbol y a la que se sumó, en 2012, la de presenciar partidos de voleibol masculino. Esto ha dado lugar a situaciones tan inverosímiles como la que se vivió en junio de 2014. En el primer partido de la Liga Mundial de Voleibol, disputado entre Irán y Brasil, se permitió la entrada a las aficionadas brasileñas mientras que a las iraníes se les impidió el acceso. Una de las mujeres que se congregó en el estadio de Azadi para protestar contra estas prohibiciones fue Ghoncheh Ghavami. La joven fue detenida y pasó más de 100 días en la cárcel de Evin en régimen de aislamiento. Ghavami sería declarada culpable y condenada a un año de prisión por “difundir propaganda contra el Estado”, un Estado que ahora pretende obligarlas por ley a procrear y obedecer.

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