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Italia teme que la ruta del Mediterráneo reciba a los refugiados bloqueados en el Egeo

Trabajadores de los equipos de rescate se preparan para el desembarco de un grupo de unos 600 inmigrantes a su llegada al puerto de Nápoles (Italia), marzo de 2016.

Ismael Monzón

Roma —

La noticia de un nuevo naufragio con centenares de víctimas en el Mediterráneo puso en jaque el pasado lunes a las autoridades italianas. Tras dos días sin confirmación de ningún servicio de rescate y con declaraciones de varios representantes políticos que lo daban por cierto, Acnur lo ha confirmado este miércoles. La agencia de la ONU teme que hayan fallecido hasta 500 personas en el Mediterráneo, según el relato de supervivientes. Intentaban llegar a Italia desde las costas africanas, una ruta que ha vuelto a activarse. 

La noche del domingo se habían producido otras dos emergencias en aguas italianas. En una de ellas hubo seis fallecidos y 108 supervivientes, que intentaban llegar en una embarcación hinchable a la isla de Lampedusa. Era 18 de abril y se cumplía justo un año de la última gran catástrofe en el Canal de Sicilia, en la que fallecieron ahogadas más de 700 personas. En estos doce meses, más de 3.200 personas han perdido la vida ahogadas en el Mediterráneo, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Después de numerosas informaciones confusas, un testimonio era recogido por un periodista de la BBC en el puerto griego de Kalamata, donde habrían llegado 41 supervivientes. Son las mismas personas a las que se refiere Acnur en un comunicado, en el que lamenta el que puede ser el mayor naufragio en el último año. Los rescatados relataron que había una embarcación que salió de Libia con entre 200 y 100 migrantes a bordo, pero que los traficantes les obligaron a cambiarse a otra barcaza, ya abarrotada por cientos de ocupantes.

La explicación a los nervios desatados en Italia por este naufragio se encuentra, entre otros motivos, en las cifras de las últimas llegadas. La pasada semana cerca de 4.000 migrantes y refugiados lograron llegar a suelo italiano en apenas 48 horas. Con la reducción del flujo a través de Grecia, tras el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía y el aumento de la vigilancia en el Egeo, las llegadas a Italia en lo que llevamos de abril aumentaron un 25% con respecto al año pasado, según los datos del Ministerio del Interior italiano.

Desde el comienzo del año, la cifra alcanza las 24.581 personas, publica la OIM. Se trata de un ligero incremento en comparación con el 2015. La mayoría parte de Libia, pero destaca que en este periodo los procedentes de Egipto se han multiplicado de 208 el año pasado a 1.927 en 2016.

“Los traficantes están muy al tanto de la situación y están constantemente buscando alternativas”, sostiene Lorenzo Trucco, presidente de la Asociación para los Estudios Jurídicos de la Inmigración. Se especula con que la ruta que va de Turquía a Grecia pueda desviarse hasta Italia o incluso con que quienes se encuentran bloqueados en territorio griego intenten llegar por mar a las costas italianas. Sin embargo, hasta el momento esto no se ha producido, ya que quienes logran llegar a Italia son fundamentalmente originarios del Cuerno de África y subsaharianos.

Las autoridades suelen buscar la explicación en el buen tiempo, aunque Trucco cree que el reciente aumento responde más bien a que los contrabandistas libios piensan que con la atención puesta en el Egeo es momento para seguir mandando a Europa a sus clientes.

Migrantes, vagando sin atención en Italia

Muchos de ellos no tendrán derecho a asilo por su nacionalidad. Pero mientras se resuelve su situación, al llegar a Italia deben ser trasladados a los ya repletos centros de primera acogida. Según las cifras del Ministerio del Interior italiano, a finales de enero había 104.750 personas repartidas por todo el país. Hay unas 30.000 plazas en centros ordinarios y se habilitaron otras 80.000 en estructuras de emergencia.

Médicos Sin Fronteras (MSF) documenta que al margen de éstos, actualmente hay otras 10.000 personas que vagan por territorio italiano sin recibir ningún tipo de asistencia. Algunos, que prefieren no identificarse con intención de proseguir su viaje a Europa, no han llegado nunca a entrar en centros de acogida. Otros recibieron una respuesta positiva a su solicitud de asilo, pero simplemente no han podido integrarse en la sociedad.

Según el presidente de MSF en Italia, Loris di Filippi, la emergencia es relativa si se compara con lo que sucede en Grecia. “La misma cifra que se registra en Idomeni es la que tenemos en toda Italia”, reconoce. No obstante, si la tendencia continúa, existe el riesgo de “ver un nuevo Idomeni en territorio italiano”.

Austria comienza a levantar una valla

Loris di Filippi se refiere al hipotético cierre de la frontera norte de Italia con el que amenaza Austria, que crearía un efecto tapón si los recién llegados no acceden a ningún sistema de protección. Viena fijó aleatoriamente la cifra máxima de 37.500 solicitantes de asilo para este año. Y para evitar que entren más personas en su territorio, ya ha comenzado los trabajos para levantar una barrera de 250 metros que aumentaría los controles y podría frenar el acceso a los migrantes procedentes de Italia.

La medida aún no ha pasado del enfrentamiento entre ambos países. El presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, acostumbrado a ser más que comedido en sus palabras, subió el tono para asegurar que estas políticas representan un “lastre para toda Europa”.

Confindustria, la patronal italiana, también ha manifestado públicamente que la acogida “debe ser una acción común entre todos los países europeos”. El cierre de la frontera, no ocultan los empresarios italianos, supondría un “enorme daño para la industria”. Por el paso del Brennero, pasan unas 29 millones de toneladas de mercancías cada año, lo que representa la principal vía para las exportaciones italianas a Europa.

Desde la Asociación para los Estudios Jurídicos de la Inmigración piensan que en lo referente al comercio, el asunto se solucionará. Pero preocupa que pueda afectar al tránsito de personas, porque “crearía tensiones muy fuertes y más que probablemente un nuevo drama humanitario”.

Las organizaciones que se ocupan de los derechos humanos piensan que salvo iniciativas aisladas, tanto públicas como privadas, “el sistema de acogida ha fallado en Italia”. El Gobierno de Matteo Renzi confía en que el nuevo gobierno de unidad libio pueda estabilizar algo la situación y frenar a las mafias. Pero ante las escasas posibilidades de que esto suceda, el pasado lunes trasladó a sus socios europeos una propuesta para financiar con bonos europeos la lucha contra la inmigración irregular, que no cayó demasiado bien en Alemania.

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