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Logros y fracasos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio a tres meses del año límite

Infografía sobre el ODM 1/Naciones Unidas

Rebeca Mateos

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) establecieron las bases para resolver ocho grandes desafíos en materia de desarrollo. Nunca antes había existido una confluencia de la comunidad internacional con la finalidad de reducir el hambre, la pobreza, potenciar el acceso a la salud y a la educación... A escasos meses del inicio de 2015, la fecha límite, los debates y negociaciones se aceleran en la consecución de una nueva agenda post-2015. Este lunes arranca el 69 periodo de sesiones de la Asamblea de Naciones Unidas donde se revisarán el estado se los ODM y se analizarán los nuevos retos.

Desde el año 2000 hasta la fecha ha habido logros considerables en base a los criterios de medición de la ONU: la reducción de la extrema pobreza (entendida por las Naciones Unidas ésta como vivir con 1,25 dólares al día) a la mitad o el acceso a la enseñanza primaria del 90% de los niños en países en desarrollo. Los avances también han sido notables en la lucha contra el paludismo, la tuberculosis y la malaria, y se ha reducido a la mitad el porcentaje de personas que carecía de acceso a agua potable.

Sin embargo, los ODM fueron calificados de poco ambiciosos por algunas organizaciones sociales. En lo relativo a la reducción de la pobreza extrema, por ejemplo, su propuesta era reducirla a la mitad, no erradicarla.También recibieron críticas por abusar de la generalización.

En los nuevos 17 objetivos y 169 metas presentados por El Grupo de Trabajo de la ONU para los Objetivos de Desarrollo (ODS) se habla del fin de la pobreza. Para ello se deberá tener en cuenta, además de reducir sus niveles a cero, asegurar el mantenimiento de los logros en el tiempo, según señala el informe 'Sostener el Progreso Humano' de las Naciones Unidas.

La desigualdad no existía en los ODM. La Declaración de los Objetivos del Milenio ni siquiera la mencionada a pesar de su aumento a nivel global. A pesar del crecimiento económico del 75% del PIB mundial entre 1990 y 2010, según datos del Banco Mundial, ha habido un aumento de las desigualdades en muchas de sus expresiones: dentro de los países y entre ellos; en los países en desarrollo y en los considerados desarrollados.

Actualmente las 85 personas más ricas del mundo poseen la misma riqueza que la mitad de las personas más pobres del mundo, según denuncia Oxfam Intermón. La desigualdad económica extrema ha alcanzado máximos históricos en muchos países y va en aumento.

Con estos datos como base, las organizaciones especializadas en cooperación rechazan el simple crecimiento económico como garantía de sostenibilidad y de mejores condiciones de vida para todas las personas. En este sentido, la Coordinadora de ONGD Española apuesta por el abordaje de las desigualdades en la nueva agenda de desarrollo desde tres perspectivas: el acceso a los recursos económicos y naturales, un reconocimiento equitativo sobre los derechos de cada personas y en la elaboración de estructuras que permitan que el poder sea “realmente democrático”.

El gran reto para la comunidad internacional es concretar cómo se introduce el objetivo de la desigualdad en la agenda post-2015. “No solamente para medir la desigualdad y luchar contra ella a nivel vertical (en ingresos), que son cada vez mayores, sino también a nivel horizontal (grupos que se han quedado marginados y que no tienen las mismas oportunidades que otros)”, explica Lourdes Benavides de Oxfam Intermón a eldiario.es.

El contexto del año 2000, en el que los Estados se comprometieron con los Objetivos del Desarrollo del Milenio (ODM), es muy diferente al actual. Sus desafíos, aseguran los especialistas, son mayores: a la amenaza de la crisis financiera y el incremento de las desigualdades, se añaden otros como los conflictos armados violentos, los desplazamientos masivos, las fluctuaciones del precio de los alimentos y los desastres naturales.

El octavo ODM, con el que se trataba de fomentar una “alianza mundial” para el desarrollo, es otro de los retos que hay que afrontar durante los próximos 15 años, según Lourdes Benavides de Oxfam-Intermón: “Los pocos compromisos que hicieron los países más avanzados de cambiar estructuras y cambiar formas de cooperar y de regular las relaciones entre regiones ha fracasado estrepitosamente, a pesar de ser algo fundamental”.

Principales novedades de la nueva agenda

La sostenibilidad y la equidad son algunas de las novedades más importantes que se introducen. “Para nosotros es central poder incorporar a lo largo y a la ancho de toda la agenda post-2015 las tres dimensiones de la sostenibilidad: la económica, la social y la medioambiental. Es imposible que sigamos concibiendo un desarrollo que no mida los límites planetarios: hasta dónde podemos seguir avanzando con este modelo de consumo y producción que no es sostenible y cómo al mismo tiempo hacemos que ese modelo de desarrollo sea también justo, equitativo y que todos los países y todas las personas de esos países puedan optar por ese desarrollo”, señala Benavides de Oxfam.

La necesida de universalidad es otra de las nuevas metas planteadas. Esto significa que los Estados de todo el mundo asuman que, para resolver cualquier problema mundial, cada país tiene la obligación de plantearse una serie de compromisos: aquellas metas que debe cumplir a nivel nacional y que, si no los cumple, impedirá que globalmente se pueda conseguir ese objetivo.

Según aseguran las ONG consultadas, la agenda de los ODM estuvo muy centrada en los países en desarrollo y partía del concepto norte-sur. “No se puede plantear la lucha contra el hambre como algo que tiene que ver con los países que viven en el sur”, comenta al otro lado del teléfono Marco Gordillo de la Coordinadora ONGD. “Esto tiene que ver con el cambio climático donde los del norte somos los principales causantes de las emisiones de gases de efecto invernadero; tiene que ver con el comercio internacional, con el acaparamiento de tierras, con los hábitos de consumo... Al final, el enfoque de los problemas responde mucho más a una perspectiva global y sistémica. Los ODM intentaban atajar los síntomas de los problemas, pero no las causas”, añade“.

Los derechos humanos están muy presente en los debates, aunque habrá que ver si acaban entrando en las nuevas metas y si incluyen protocolos para garantizar su cumplimiento. “De verborrea todo el mundo habla de derechos humanos, pero, si lees la manera en la que se plantean los objetivos sobre derechos humanos, éstos se quedan diluidos en el papel”, sostiene Gordillo. “Hablar del derecho a la alimentación, por ejemplo, es imposible. Hay lobbies de Estados o de empresas promoviendo que no se hable en este tipo de foros de la alimentación como un derecho”, detella el especialista en cooperación, en referencia a la necesidad de coherencia entre las diferentes políticas.

“Hay una necesidad por parte de la sociedad civil de hablar de derechos fundamentales. Creo que la Unión Europea tiene un papel más claro al respecto, pero la realidad es que, en común, es una perspectiva muy debilitada”, indica.

Para la Coordinadora ONGD la comunidad internacional debe ser capaz de llegar a un acuerdo para que las reglas del juego queden claras y garanticen el cumplimiento de las nuevas metas. Si no lo hacen, aseguran, estas negociaciones no tendrán sentido.

“Deben hablar de cuál va ser el estatus jurídico del acuerdo al que se llegue. Deben plantear indicadores que permitan hacer un seguimiento paso a paso de cómo se consiguen o cómo se estanca cada uno de los objetivos. Cada Estado tiene que rendir cuentas y hacer posible la participación de la sociedad civil. No pueden centrar sus esfuerzos en identificar cuáles son los objetivos más importantes, sino en la implementación y el seguimiento”.

Para garantizar la total financiación del marco posterior a 2015 y asegurar el cumplimiento del resto de objetivos, Oxfam propone otras dos metas suplementarias. La primera, generar ingresos a través de la lucha contra la evasión y la elusión fiscal a través de sistemas nacionales progresivos y sostenibles. La segunda, “luchar contra la corrupción y promover políticas progresivas y una gobernanza inclusiva”. La finalidad, matizan, es garantizar la distribución del poder y de los recursos para que las personas empobrecidas y excluidas salgan reforzadas.

La cooperación española en la agenda post-2015

España se ha involucrado en el debate desde comienzos de 2012 pero, según exlican fuentes especializadas, su papel ha sido secundario. Sus políticas domésticas contradicen los planteamientos de su posición en la agenda post-2015. En ella se habla de la necesidad de calidad de la educación y de la salud, dos servicios públicos deteriorados tras los recortes.

Las energías renovables como modelo de sostenibilidad energética, es otra de sus propuestas. “Y ves que el Gobierno español lleva tres años bombardeando la posibilidad de que las renovables salgan adelante... por ahí hay un montón de incoherencias que debilitan a España como actor internacional”, reflexiona el portavoz de la Coordinadora.

La propuesta del Gobierno es un resumen completo y actualizado del estado del debate de los ODS y la propuesta de la ONU. Se trata de un documento extenso, plagado de generalidades. Los mecanismos de implementación están mencionados de forma marginal en las dos últimas páginas. Para concluir se ñala, además, que no es el momento de abordarlos.

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