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Una semana tras el terremoto de Nepal: las emergencias que siguen a la muerte

Un agente de la policía nepalí camina junto a una cola de gente que espera coger un autobús fletado por el gobierno para regresar a sus hogares a las afueras de Katmandú (Nepal). EFE

Laura Olías

Hace siete días Bishnu y sus hijas, gemelas de cinco años, estaban en su casa en Bhaktapur (Nepal) cuando la tierra se comió sus pertenencias, su hogar. Al menos, consiguieron abandonar el edificio. “Tuvimos que salir corriendo muy rápido y nuestra casa se derrumbó alrededor de nosotros”, dice la madre. Hasta la llegada de la ayuda, aguantaron en la calle con lo puesto. “No tenemos nada que vender. Todo está destruido”, lamenta la mujer a los cooperantes de Save The Children que han atendido a la familia sobre el terreno.

El pasado sábado, un seísmo con una fuerza de 7,8 grados en la escala de Richter sacudió Nepal como no había ocurrido desde hacía 80 años, cuando murieron cerca de 8.400 personas. En esta ocasión, los fallecidos han alcanzado los 6.250 y los heridos son casi 14.357, según el último recuento oficial.

Las organizaciones humanitarias que trabajan sobre el terreno y el propio Gobierno del país, uno de los más pobres de Asia –con aproximadamente una cuarta parte de su población por debajo del umbral de la pobreza–, temen que las cifras continuarán creciendo en los próximos días. El primer ministro del país, Sushil Koirala, llegó a mencionar la cifra de 10.000 muertos

Varias ONG contactadas por este medio advierten de que la devastación y la factura en vidas humanas que ha dejado el terremoto aún no han podido contabilizarse en muchas zonas rurales del país, a las que no se tiene acceso más que en helicóptero. “Hay bastante dificultad en las comunicaciones porque, además, las lluvias han impedido en ocasiones que los helicópteros despeguen y son la única manera de acceder a algunos puntos”, cuenta Olimpia de la Rosa, coordinadora médica de la Unidad de Emergencia de Médicos Sin Fronteras (MSF). La fotografía de la tragedia, dice, no está completa por el momento.

Las organizaciones humanitarias han desplegado sus fondos de emergencia y han llegado a Nepal con un mensaje para la comunidad internacional: queda mucho por hacer. El coordinador de Asuntos Humanitarios de la ONU y máximo responsable de articular toda la ayuda internacional que llega al país, Jamie McGoldrick, indicó que en estos momentos ya “no se trata de quién ha muerto”, sino de lo que se puede hacer “con quien ha sobrevivido”.

Los rescates de entre los escombros se suman a cuentagotas y se anuncian entre exclamaciones de 'milagro'. Como el de una joven de 24 años liberada este jueves de un edificio en ruinas en Katmandú, después de 128 horas enterrada entre polvo y piedras. 

Entre los afectados por el terremoto, también se encuentran ciudadanos extranjeros, como los 59 españoles que permanecían aún sin localizar este viernes, según ha confirmado el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García-Margallo. 

Cuando los esfuerzos por recuperar a personas con vida de entre los escombros sean inútiles, toda la atención se volcará en personas como Bishnu y sus niñas. Y en todas aquellas de las que no nos llegan sus nombres porque no han recibido todavía equipos de rescate que nos hablen de ellas. El terremoto ha marcado la vida de los supervivientes, pero la respuesta al desastre determinará de qué manera y por cuánto tiempo.

Encontrar refugio en la calle

La población por el momento se siente más segura en la calle, apunta Alberto Casado, coordinador de Campañas de Ayuda en Acción. El seísmo pudo con los hogares de muchos y aunque algunas estructuras consiguieron mantenerse en pie, “la gente tiene un miedo atroz a volver a sus casas porque ha habido muchas réplicas, la mayor el domingo, de 6,9 grados”, cuenta según la información que le trasladan los equipos de ActionAid con los que trabajan en Nepal. Aunque los temblores han dado ya un respiro al país, la desconfianza persiste. 

Por todo ello, las tiendas de campaña han constituido una de las principales demandas desde el inicio del desastre –el Gobierno de Nepal pidió urgentemente unas 500.000– como una medida temporal. Las ONG recuerdan, no obstante, que la calle es un lugar peligroso para la población y, en especial, para los niños.

Alberto Casado lamenta que uno de los problemas que afrontan sobre el terreno, a través de charlas con las familias, es la prevención frente a los abusos sexuales. “En este tipo de situaciones, como ha pasado en otros puntos del mundo, suelen incrementarse estas agresiones”, afirma. Los niños conviven en campamentos con multitud de extraños, están más tiempo en la calle porque no pueden asistir al colegio y estos factores aumentan su vulnerabilidad. 

“En el distrito de Gorkha, 90% de las escuelas han sido totalmente destruidas”, cuenta Devendra Tak, portavoz de Save The Children en Nepal. Sobre los abusos, Tak coincide en que “desde el momento en el que los niños en Katmandú están durmiendo fuera de sus casas o viviendo en campamentos, al lado de extraños, es un peligro real”. La portavoz también subraya la mayor vulnerabilidad a caer en enfermedades, como la diarrea, y las complicaciones para completar una dieta adecuada.

La portavoz de Save The Children llama la atención también sobre aquellas comunidades que se han visto dañadas por el terremoto, pero de manera “moderada”, no como Katmandú, Gorkha y otros lugares muy próximos al epicentro. “Estas zonas han sido totalmente abandonadas ”, lamenta Devendra Tak. Hacia allí también será necesario mirar, insiste.

Los equipos y materiales de Médicos Sin Fronteras están colaborando con los hospitales del país en sus infraestructuras –desbordadas por el número de heridos– y también en unidades móviles que están trasladando a las zonas rurales alejadas de los centros urbanos. Los problemas de logística han complicado que llegaran todo lo rápido que habían planeado puesto que hay importantes retrasos en el aeropuerto de Katmandú, que dejaron bloqueado “entre uno y dos días” el equipamiento disponible. 

Los trabajos por despejar los caminos también se erigen como una medida fundamental en estos días para llegar a las zonas afectadas más remotas, a las que por el momento desde MSF acceden en helicóptero, cuando pueden.

En general, las ONG contactadas consideran que la respuesta del Gobierno y la organización del rescate está siendo “buena”, aunque los niveles de pobreza y de desarrollo de las infraestructuras de Nepal complican las tareas. Las horas en la calle, bajo la lluvia, para acceder a las ayudas desesperan a más de uno y en estos días se registraron algunas protestas que, en opinión de Alberto Casado, “son comprensibles dado lo que sufre la población” en estas circunstancias. 

Muchas personas de momento no tienen acceso ni siquiera a estas multitudinarias colas y es a ellas a las que señalan las organizaciones humanitarias. La emergencia será larga, dicen los cooperantes. Las Naciones Unidas han pedido 415 millones de dólares (unos 373 millones de euros) para ayudar a los damnificados. Por su parte, las ONG llaman a la solidaridad de la población para que Nepal no se sume a la lista de desastres naturales cuya mala gestión puso nombres a una tragedia que comenzó sin culpables.

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