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Palestina, bajo la mirada de una niña: “¿Por qué estudiamos si al final va a haber una guerra?”

Laura Olías

Amanece y las madres de Shada y de Ahmed los despiertan para ir al colegio. Los dos tiene ocho años, pero la primera vive en Gaza y el segundo, en Cisjordania. La rutina de estos dos menores palestinos en un día cualquiera son el hilo conductor del documental Dreams Behind the wall, dirigido por la periodista Elena Herreros, que ha sido estrenado en el Festival de Cine Internacional de Valladolid, la Seminci.

Los dos menores viven bajo la presión militar israelí y la película muestra sus consecuencias: “La educación se para con las bombas. Con la guerra se acaba todo y luego hay que ver qué trastornos quedan. Shada era una alumna 10 hasta la operación israelí Margen Protector. Ya no”, explica la directora.

La selección del documental para la Seminci ha sido una alegría para Herreros y el equipo, pero también para las familias de Shada y Ahmed.

“Lo de la Seminci nos lo dijeron en septiembre y avisé a las familias. Cuando fuimos allí, nos metimos en sus vidas, en sus casas, en su baño. Y ellos te preguntan: 'pero esto, ¿adónde va?”, explica deprisa Herreros en una entrevista telefónica con eldiario.es. Ahora, les ha podido decir que el estreno ha sido en un festival de prestigio. “Les vamos manteniendo informados”.

La periodista –que trabaja algunos meses como freelance para varios medios y otros para La Sexta– ha buscado con este trabajo las historias rutinarias en Palestina, el qué pasa cuando no hay bombas ni muertos diarios. “Quería mostrar el lado humano de Gaza y Cisjordania. Los periodistas, y me incluyo, cuando cubrimos un conflicto, nos vamos cuando se termina la guerra. Quería contar qué pasa entonces, lo que no enseñamos porque no sale rentable a las televisiones y a los medios”, afirma la directora.

Los protagonistas del filme documental son dos niños porque Herreros quería buscar “su inocencia, la transparencia” propia de la infancia ante los hechos y huir de los enfrentamientos enraizados entre las personas que defienden la política israelí con Palestina y el sector que la condena y apoya al pueblo palestino. “Cuando haces una información y lees los comentarios de un sector, de otro... Es un tema es muy conflictivo, que te van a mirar con lupa, así que prefería la mirada de dos niños porque es transparente, inocente. Ingenua en ocasiones”, indica.

Levantarse tras la guerra

Y a una niña, Tuqa, escuchamos en el documental decir una frase que explica los traumas que viven los niños en la Franja de Gaza y Cisjordania. La próxima generación de palestinos. Casi con una sonrisa, más pendiente de la cámara que la enfoca de cerca que de la dureza de sus palabras, Tuqa dice que tiene “nueve años y he vivido tres guerras, en 2008,2012 y 2014”.

La directora recuerda que uno de los problemas de la sucesión de conflictos armados que ha sufrido la población palestina es la dificultad para cerrar heridas. “Los niños que tienen un trauma no tienen tiempo a recuperarse porque llega otra guerra y se tira por la borda todo el trabajo de los psicólogos. Es primordial el trabajo temprano con los niños tras la guerra, para prestarles al ayuda psicológica lo antes posible”.

Herreros elige como ejemplo el caso de Shada, “que era una niña 10 en el colegio antes de la operación israelí Margen Protector”. Ahora, su maestra cuenta en el largometraje que le cuesta más. “Es una de las alumnas que se ha vuelto lentas. Les pasa a todas, se preguntan: '¿Por qué estudiamos y aprendemos esto si al final va a haber una guerra?”, dice la profesora.

La ocupación y la guerra marcan la forma de pensar de los palestinos, su manera de asumir el día siguiente. “Fui a un hospital que estaban rehabilitando tras la operación del año pasado y el responsable me dijo que estaban haciendo la sala de urgencias más grande 'para la próxima guerra', porque habían comprobado que se había quedado pequeña en la ofensiva Margen Protector. Ya piensan que va a haber una próxima”, añade Elena Herreros.

Romper estereotipos

La periodista habla del cansancio, de la enorme desilusión que hay en Gaza y en Cisjordania, ambas zonas que soportan la presión y el asedio militar israelí, “pero de maneras muy diferentes, por eso elegí a una familia de cada zona. En Gaza, los israelíes van un día, o una temporada, y arrasan con todo y en Cisjordania es un goteo constante: hoy metemos en la cárcel a tres niños de 14 años por tirar piedras, hoy derribamos una casa, todos los días hay incursiones de soldados israelíes en los campos y echan gas lacrimógeno, ...”.

La cinta busca también “romper estereotipos”. “La mitad del documental está rodado en Cisjordania, con la familia de Ahmed. En el campo hay cada día incursiones militares. Todos los días al final de la jornada, los jóvenes van a tirar piedras, en señal de protesta. Lo que dicen es 'estamos aquí y no estamos bien'. Es una reivindicación. Pero hay estereotipos como de que todos los palestinos parecen terroristas, con los pañuelos tapándose la cara y demás. Llevan pañuelos para que no los reconozcan porque, si tienes más de 14 años, te pueden caer hasta 20 años de cárcel por tirar piedras. Los militares graban y hacen fotos a los chavales para buscarlos después”, explica Herreros.

Las familias de Shada y Ahmed muestran en el documental –que aún tendrá que terminar la gira de festivales para llegar a las salas– “que la gente quiere tener una vida normal, pero que cuando llega una bomba, la guerra, se acabó la fiesta”. La pequeña Tuqa lo dice muy claro, “que solo quiere ser una niña más en el mundo”. Para ello, hasta ella es consciente, debe deshacerse de la guerra y la presión militar.

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