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Polonia quiere inmigrantes a la carta: cristianos, ucranianos y “trabajadores”

Familias ucranianas de origen polaco caminan por el aeropuerto militar de Krolwwo Malborskie (Polonia).

EFE

Varsovia —

Cada vez son más los polacos contrarios a recibir refugiados, un 57 % por ciento, mientras el discurso político se radicaliza en el país y muchos ya distinguen sin tapujos entre los inmigrantes buenos -los cristianos que provienen del Este, sobre todo de Ucrania- y los malos: los musulmanes.

“Son los políticos los que han hecho esta división entre musulmanes y no musulmanes”, comenta Maciej Fagasinski, abogado de Refugee.pl, fundación de apoyo a refugiados e inmigrantes.

En el país centroeuropeo, con un escaso 1% de población extranjera, sólo el 39% de los ciudadanos está de acuerdo en abrir las puertas, de manera temporal, a los desplazados, según un reciente sondeo del instituto CBOS.

Para el activista de Refugee.pl, en las pasadas elecciones generales de octubre de 2015 los políticos trataron el tema de la inmigración y de los refugiados “con perfidia”, al decir que iban a “defender a los ciudadanos de los malos inmigrantes”; aunque no se reconoce abiertamente, todo el mundo sabe que con “malos” se refieren a los musulmanes de Oriente Medio y Norte de África, añade.

Las elecciones se saldaron con la victoria por mayoría absoluta del partido nacionalista y conservador Ley y Justicia, poco partidario de cumplir el compromiso del anterior Gobierno de acoger en 2016 a 7.000 de los refugiados llegados a Grecia e Italia en los últimos meses y levantar diez centros de acogida.

El discurso de ese partido, cuyo líder, Jaroslaw Kaczynski, llegó a alertar de los virus y parásitos que pueden traer los refugiados, ha hecho que aumenten los grupos que defienden una “Polonia para los polacos”, según Fagasinski.

Las consecuencias de esta actitud política se han visto en las últimas semanas, cuando los habitantes de dos pequeñas ciudades polacas han torpedeado con éxito los planes del Gobierno de ubicar allí centros para los solicitantes de asilo.

A los políticos se suman los medios de comunicación, “todos”, puntualiza este abogado, que considera que el tema de la inmigración se trata de manera “irresponsable”.

La semana pasada la revista “Wsieci”, publicación ultranacionalista con una tirada de 18.000 ejemplares, presentó en su portada la imagen de una mujer blanca (que sería la Unión Europea) atacada y manoseada por hombres de piel oscura con el título “Violación islámica de Europa”.

“Varios inmigrantes musulmanes nos dicen que ahora tienen más reparos al pasear por las calles o hablar en su idioma”, afirma Fagasinski, quien asegura que antes de los comicios una mayoría de polacos se mostraba a favor de la inmigración y no era tan negativa la respuesta ante los musulmanes.

La sociedad polaca, étnicamente la más homogénea de Europa, nunca ha sido especialmente receptiva a la inmigración musulmana, en el punto de mira desde hace tres años, por ejemplo, del grupo ultra Liga de Defensa Polaca, que anunció patrullas por los locales nocturnos de Varsovia para evitar que las chicas se relacionen con hombres de esa religión.

Por ahora Polonia recibirá sólo a 400 solicitantes de asilo, sobre todo sirios, “que se intentará que sean cristianos”, augura Fagasinski, lo que contrasta con el millón de ciudadanos de la antigua URSS, sobre todo de Ucrania, que viven en este país.

Ante ellos la actitud de la población es otra: un 59% de los polacos está de acuerdo en abrir las puertas a ucranianos, ya que consideran que se integran fácilmente, son trabajadores, aprenden el idioma y, a fin de cuentas, son también eslavos.

La primera ministra, Beata Szydlo, explicaba en enero en su comparecencia en el Parlamento Europeo que su país juega un papel activo ante la crisis migratoria que vive Europa, ya que se está haciendo cargo de más de un millón de refugiados ucranianos, aunque la embajada de Ucrania en Varsovia puntualizó al día siguiente de que sólo un ucraniano tiene el estatus de refugiado.

Lo cierto es que Polonia necesita inmigrantes (se estima que hasta 5 millones) para mantener las tasas de crecimiento económico actuales y asegurar las pensiones.

En estos momentos alrededor de un millón de extranjeros, principalmente de Ucrania y Bielorrusia, trabajan en Polonia y aportan al presupuesto nacional 2.000 millones de euros anuales.

En una entrevista publicada semanas atrás por “Gazeta Prawna”, el presidente de la confederación de empresarios, Cezary Kazmierczak, afirmaba que los inmigrantes ucranianos y bielorrusos son “los mejores del mundo”, ya que no les quitan el trabajo a los polacos y no cuestan nada a los contribuyentes, porque no reciben subsidios. Por el contrario, decía, los llegados desde Oriente Próximo y África no vienen en la mayoría de los casos a trabajar, sino a beneficiarse de las prestaciones sociales.

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