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Reino Unido o cómo tomarse en serio la ayuda oficial al desarrollo

El primer ministro británico David Cameron atiende a la prensa / EFE

Hugo Domínguez

El 0,7% de la renta nacional bruta para la Ayuda Oficial al Desarrollo por imperativo legal. Es lo que fija una norma aprobada recientemente en Reino Unido que fortalece su imagen como país al que muchas ONG, como las españolas, tienen envidia sana por su respeto a las políticas de Cooperación. “La lucha contra la pobreza en el extranjero sirve para solucionar los problemas mundiales y redunda en el propio interés nacional”, aseguró Justine Greening, secretaria de Desarrollo Internacional del Reino Unido, a los medios locales.

La Secretaría que dirige Greening es la institución creada ad hoc en 1997 para gestionar la Cooperación, y que ostenta rango ministerial, algo inusual si se compara con el resto de países ricos. Las ONG inglesas, como la red Bond, muestran regularmente su entusiasmo al ver cómo de un tiempo a esta parte las ayudas al desarrollo se han convertido en una política de Estado, impermeable a los vaivenes de la economía.

En estas, en la última semana las organizaciones no gubernamentales en el país han recibido un nuevo motivo de celebración. La Cámara de los Lores ha consagrado en una ley el compromiso de destinar el 0,7% de su renta nacional a la Cooperación, convirtiéndose así en el primer país del G-7 que confecciona una norma de estas características. Un paso que, para los expertos, refuerza su imagen internacional y da un toque de atención a sus vecinos.

“Eso no pasa en España”, incide Nacho Martínez. El responsable de la 'Plataforma 2015 y más' rememora unas declaraciones del ministro de Exteriores español nada más tomar posesión de su cargo que ilustran las diferencias ante la cooperación de uno y otro país. “Recortar en Cooperación es una opción extremadamente dolorosa, pero la otra opción, a lo mejor, es recortar pensiones o cerrar ambulatorios”, aseguró José Manuel García-Margallo en el Congreso de los Diputados.

En España, el Congreso también hizo un acercamiento para proteger la cooperación interacional en los presupuestos. “En el año 2007, todos los grupos parlamentarios firmaron un Pacto de Estado contra la Pobreza para establecer una política común de Cooperación, pero cuando saltó la crisis, se ha olvidado, desmantelando la ayuda oficial al desarrollo con un recorte que ha alcanzado el 62%”, lamenta Nacho Martínez.

Una falta de compromiso que en Reino Unido han conseguido sortear, según el relato de David Taylor, asesor de Oxfam Intermon en Londres. La clave del éxito inglés radica, en su opinión, “en la cantidad de apoyo que existe entre los líderes políticos de distintos partidos”, a lo que se suma “el exitoso trabajo de las ONG durante años”. “Cuando eres capaz de obtener el apoyo público y los políticos están a favor de la acción sobre el desarrollo se pueden aprobar leyes como ésta”, apostilla en referencia a la ley que blinda el objetivo del 0,7%.

Ese es el porcentaje del PIB que los países denominados ricos –entre los que se incluye a España– deberían destinar para la ayuda al desarrollo de los países empobrecidos, tal y como aprobó en 1980 la Asamblea General de las Naciones Unidas. Un compromiso que en 2013, el último año con datos oficiales disponibles, solo han respetado seis firmantes, la mayoría pequeños o medianos países. Un selecto club conformado por Suecia, Noruega, Luxemburgo, Dinamarca, Emiratos Árabes Unidos y Reino Unido.

España, con una inversión del 0,17%, ha quedado a la cola de los 27 países donantes que forman el Comité de Ayuda al Desarollo (CAD), solo por detrás de Eslovaquia, Polonia, República Checa, Grecia y Corea. Mientras los ingleses destinaron 7 peniques [0,97 euros] de cada 10 libras [13.91 euros] de dinero público a luchar contra la pobreza, los españoles recaudaron 1'6 céntimos de cada 10 euros con esa misma finalidad. España ostenta el dudoso honor de ser el único donante de la OCDE que ha recortado tanto en tan poco tiempo.

Hasta hace unos años, en la báscula entre España y Reino Unido las similitudes eran más numerosas que las diferencias, según los expertos. Es más, en 2007 y 2008 la ayuda oficial al desarrollo española fue superior a la británica, pero la crisis lo han rebajado a un mero espejismo. Frente a la adversidad económica, los ingleses han apostado por incrementar la partida en 6.500 millones de euros, mientras que el Gobierno español la ha recortado en 3.000 millones de euros, según datos de la OCDE.

“Son dos formas distintas de entender la política de Cooperación. Reino Unido también ha sufrido la crisis pero ellos, en cambio, han ido aumentado las partidas, incluso la han blindado con la última ley”, cuenta a eldiario.es Leonardo Pérez. Este investigador, uno de los autores del portal 'Sí me importa' de apoyo a las políticas de desarrollo internacional, teme que los recortes no hayan tocado techo. “Las previsiones son que en este año habrá más recortes en Cooperación en España”, abunda.

Todos los expertos consultados convienen en la necesidad de seguir los pasos de Reino Unido y salvaguardar de la austeridad los presupuestos para la Cooperación situando sobre la mesa un programa de mínimos. Aluden que además de conferir prestigio a nivel internacional al país donante, alcanzar el 0,7% de la ayuda permite fundamentalmente salvar vidas, contribuir a resolver desigualdades entre ricos y pobres y ofrecer nuevas oportunidades a los sectores de la poblaciópn más marginados.

¿Qué debe aprender España?

“El Reino Unido ha incrustado en el corazón de su política exterior la ayuda de Cooperación, es la marca del país”. Lo expresa en estos términos Gonzalo Fanjul, director de análisis de ISGLOBAL, que hace un mes participó en una comitiva española desplazada a Inglaterra para conocer la experiencia británica en este ámbito. De ese viaje ha sacado una cosa en claro: el Reino Unido puede y debe ser un modelo de inspiración para España.

Fanjul pone en valor el enfoque que los ingleses imprimen a sus políticas solidarias. “Todo lo que aprueban en Cooperación tiene que estar pensando para reducir la pobreza”, asegura, y acto seguido añade otro punto positivo: “Tienen muy definidos según sus intereses estratégicos los países y las organizaciones a las que van a destinar los fondos”.

Pero no todo es merecedor de halago ni debe copiarse al pie de la letra. El analista señala que “en ocasiones hay un utilitarismo en las ayudas que se conceden”. Pone el ejemplo de Pakistán o a la India, lugares donde el Reino Unido cuentan con importantes alicientes de carácter geoestratégico.

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