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Viaje en canoa para entrar en Facebook: internet en la selva

La comunidad de San Miguel vista desde el río Cayapas (Ecuador) / Maruxa Ruiz del Arbol

Maruxa Ruiz del Árbol

Cualquier urbanita adicto al wifi se sentirá completamente aislado al llegar al Cayapas, un río de un verdor espectacular que transcurre por una zona selvática al norte de Ecuador. Tres horas en canoa separan a la parroquia de Telembí del punto más cercano con cobertura móvil. Sin embargo, la pizca de internet que se instaló en el año 2010 en este trozo del mundo ha reducido el aislamiento brutal de sus comunidades.

En estos pueblos aún se ven mujeres vestidas de manera tradicional, con el pecho cubierto tan sólo con un conjunto de collares de colores. La justicia ancestral del grupo indígena que habita el río, Los chachis, sigue castigando con 300 latigazos la poligamia y sus ley no permite el matrimonio con otras culturas.

Pero Internet llegó hace cinco años, y con él la promesa de poner patas arriba este aislamiento cultural. “Al principio fue una enorme revolución”, nos cuenta sentado junto al río Luis Ramiro Teopanta, el único odontólogo que atiende a las 9.000 personas que viven en Telembí. Trabaja en el río desde hace 16 años. “Para la inmensa mayoría es la única manera de recibir noticias de sus familiares emigrados fuera del río”. Los únicos teléfonos que funcionan aquí son fijos y no habrá más de 10 en las 36 comunidades del río.

Con Internet ha llegado también Facebook. La información, la opinión y las noticias suscitan menor interés, según cuentan los propios usuarios. A falta de datos oficiales sobre el uso de Internet en la zona, ellos son los únicos que pueden contar qué empleo le dan a la red. Nos encontramos en una zona donde incluso el censo de la población es muy deficiente por lo que considerar la existencia de datos estadísticos o análisis académicos sobre el uso de Internet es impensable.

Son los jóvenes quienes más utilizan los puntos de internet. “Utilizan Facebook con fines de farándula”, ríe Teopanta. “Es decir, para ver noticias sociales de jóvenes, así como para ponerse en contacto con sus novias y novios, con sus pretendientes”, cuenta. En sus muros abundan las fotos familiares como graduaciones y bodas o fiestas populares. “También dedican mucho tiempo de conexión a jugar a videojuegos, yo diría que un 60%”. 

“Las personas mayores de 30 años se meten en internet con el fin de ponerse en contacto con instituciones para las que trabajan o para enviar documentos. Es el caso de los profesores u otros trabajadores de diversas instituciones. También hay muchos de ellos que lo deberían utilizar más frecuentemente y no lo hacen por desconocimiento del servicio”, apunta.

El nivel de incomunicación al que ha estado expuesto este lugar es extremo. Cuando el Gobierno de Ecuador envió médicos a la zona para erradicar la oncocercosis en los años 90 (una enfermedad transmitida por un mosquito que provoca ceguera), tuvieron que improvisar un censo de la población porque no existía. Sólo desde hace cuatro años cuentan con una radio, “Radio Chachi”, que conecta los intereses de las comunidades.

Por el mismo motivo es complicado tener un cuadro sociológico fiable sobre cómo la presencia de Internet está cambiando la sociedad en el Cayapas. El padre de Demetrio Tapuyo, uno de los enfermeros del hospital, fue el gobernador de la Federación Chachi hasta su muerte hace unos 7 años. “Desde su muerte las costumbres se han relajado muchísimo: los jóvenes salen del río a estudiar, los chachis se casan con otras etnias”, dice disgustado. Pedro Tapuyo imponía la ley chachi con mano dura, según relata Demetrio.

La mayoría de las 30 solicitudes de amistad enviadas para este reportaje siguen pendientes desde hace algunas semanas. De entre los nuevos amigos sólo los que viven fuera del río se conectan todos los días. La mayoría de los perfiles permanecen intactos durante semanas, incluso meses.

De las 36 comunidades que componen esta parroquia sólo dos, Loma Linda y Zapallo Grande, tienen acceso a Internet a través de los ciber-locales que el Gobierno ayudó a instalar en 2010. Son pequeñas casetas con seis ordenadores y una señal wifi. Una tercera comunidad, Telembí, que da nombre a la parroquia entera, perdió la oportunidad porque los ordenadores que habían donado fueron robados. Para la mayoría conectarse a Internet aún supone un viaje en canoa de entre unos minutos y una hora.

Delbert De la Cruz ha aceptado la solicitud de amistad. Tiene 16 años y hace dos que se abrió su cuenta en Facebook. Él ahora estudia en Esmeraldas, al norte del país, desde donde tiene acceso de forma frecuente. Su uso es más intenso que el de sus amigos de Calle Larga, su comunidad natal.

“Los jóvenes que han salido a cursar la universidad fuera del río son los que están marcando una mayor diferencia a la hora de cambiar las costumbres e introducir elementos que hace pocos años era impensable ver en esta zona. En las fiestas de los pueblos ves a las mujeres vestidas con trajes tradicionales y a jóvenes que siguen las modas de las ciudades”, comenta Ana García Mingo, cooperante en el terreno de la Asociación Amigos del Cayapas. Ellos están haciendo una enorme aportación al uso de Internet en sus comunidades.

Internet se hizo en el río

Como persona relevante para la comunidad y buen médico de pueblo, la gestión de Luis Ramiro Teopanta estuvo presente en la instalación de Internet. 

“En el año 2006 un señor que se llama Miguel Chapiro construyó junto con su hijo unas cabañas para turistas más abajito del pueblo de San Miguel. Ellos fueron los primeros en traer Internet pero sólo lo utilizaban los extranjeros que llegaban allá. Luego hacia 2010 teníamos un amigo que trabajaba para el Ministerio de energía. Él es ingeniero electrónico y le pedimos que nos ayudara con Internet. Hizo un proyecto para implementarlo en el Río Cayapas en tres comunidades: Telembí, Zapallo y Loma Linda”, recuerda Teopanta.

“Las de Loma Linda y Zapallo funcionaron desde sus inicios pero la de Telembí nunca lo hizo porque la implementación de Internet era progresiva y muy espaciada. Es decir, primero se hizo la caseta para poner los aparatos y de allí se demoró casi un año para dotar de los equipos. Se consiguió que se donaran seis equipos para cada comunidad, pero en el lapso de meses entre que colocaron los ordenadores y colocaron la antena robaron los ordenadores en Telembí y esa comunidad nunca llegó a tener Internet”.

En todas las comunidades se habían designado cinco responsables, un presidente, un vicepresidente y tres técnicos a los que se capacitó y formó por si se estropeaban los ordenadores. El centro urbano más cercano queda a tres horas en canoa de estos pueblos. Transportar los ordenadores en canoa cada vez que uno se estropeaba no parecía viable.

La idea era que formaran a los usuarios en el uso de los ordenadores e Internet.  Sin embargo, según cuenta Teopanta, no ha sucedido así porque ellos mismos no estaban familiarizados. La enseñanza se ha formalizado en las clases de computación de la escuela y de manera informal entre quienes han aprendido a navegar en Internet fuera del río.

Aún así, mandar un email o hacer una publicación en Facebook sigue sin ser la opción más acertada para las urgencias. La fiabilidad de que lo reciban a tiempo es reducida. Un grito desde la canoa o trasladar el mensaje de forma directa es aún en estas zonas el metodo más cómodo y seguro para comunicarse.

 

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