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Discriminación en la ruta de los Balcanes: “No solo son refugiados los sirios, iraquíes y afganos”

Una mujer sostiene su bebé mientras espera el permiso para cruzar la frontera entre Grecia y Macedonia, cerca de Gevegelija (Macedonia). | Efe

Gabriela Sánchez

Miles de personas bloqueadas en Grecia, Macedonia, Serbia. Temperaturas que descienden de los cero grados. Horas y horas frente a la frontera, intentando pasar, intentando seguir hacia delante con más dificultades cada día. Centros de acogida saturados, familias durmiendo a la intemperie por la falta de camas. Europa no está respondiendo a uno de los mayores éxodos de refugiados de la historia, según Acnur. “Las últimas decisiones están generando una crisis dentro de la propia crisis”, denuncian desde la Agencia de la ONU.

La pasada semana Macedonia, Serbia y Croacia - ninguno forma parte de la zona Schengen de libre circulación de personas dentro de la UE- aplicaron de forma prácticamente simultánea nuevas políticas en sus fronteras. Desde el pasado jueves, solo podían cruzarlas los sirios, afganos e iraquíes.

El resto, según ha justificado el primer ministro de ARYM, son considerados “inmigrantes económicos”. A su parecer, no huyen de la guerra, la persecución o las violaciones de derechos humanos si no son sirios, afganos o iraquíes. La argumentación no encaja, recuerda Acnur, con la legislación europea y el derecho internacional: “Todas las personas tienen derecho a buscar asilo, independientemente de su nacionalidad y cada caso debe ser escuchado”.

A pesar de no proceder de un país en conflicto, estas personas pueden ser víctimas de vulneraciones de derechos humanos y persecución. “Esta limitación es una discriminación en base a nacionalidades”, afirma María Jesús Vega, portavoz de Acnur. Las nuevas medidas de los países balcánicos fuera a nacionales de otros países en guerra o con un alto nivel de violencia, de donde suelen huir potenciales refugiados.

Potenciales refugiados, excluidos

Las personas procedentes de Irán, donde las violaciones a los derechos humanos se repiten cada día: detenciones arbitrarias, torturas, falta de libertad de expresión y de libertad de reunión, pena de muerte, ausencia de libertad religiosa, la discriminación y persecución contra las minorías religiosas, raciales y sexuales, según Amnistía Internacional.

En protesta contra la decisión de las autoridades de Macedonia de permitir cruzar su frontera con Grecia solo a iraquíes, sirios y afganos, decenas de iraníes comenzaron una huelga de hambre y cosieron sus labios frente a la barrera que le impide continuar su camino.  

Las personas originarias de Somalia, no están en la lista de los “refugiados” a los que los Balcanes permiten continuar su ruta hacia el centro de Europa. Este país lleva sufriendo las consecuencias del desconocido conflicto armado desde hace 24 años. En la actualidad, “sigue desplazando, hiriendo y matando civiles”, según el Informe Mundial 2015 de Human Rights Watch. Las fuerzas de seguridad son responsables de ataques indiscriminados, violencia sexual y detenciones arbitrarias. Los somalíes suelen optar por viajar a Italia desde Libia pero, en el caso de decidir tomar la ruta de los Balcanes, no podrían atravesar estas fronteras.

A los nigerianos tampoco se les permite la entrada. “Mujeres, hombres, niños y niñas viven en el constante temor de ser asesinados y secuestrados por Boko Haram y de ser sometidos a detención arbitraria, detención ilegítima, tortura e incluso ejecución por el Ejército”, según Amnistía Internacional. Siete de cada 10 reclusos no han sido declarados culpables de ningún delito. En Eritrea tampoco se respetan otros derechos humanos básicos como las libertades de expresión, asociación y religión, y las detenciones arbitrarias son habituales.

“Una crisis humanitaria dentro de otra crisis”

Las ONG y organismos que trabajan sobre el terreno ya están notando las consecuencias humanitarias. Acnur lo ha denominado como “una crisis dentro de la crisis”. La agencia de la ONU ha detectado un “mayor nerviosismo en los refugiados” dado que, explican, “estos cambios constantes en las políticas fronterizas les genera ansiedad de no saber qué pasará. Ven que un día cierran la frontera, que un día pasan y otro día ya no es posooble”, explica María Jesús Vega, portavoz de Acnur.

“Las autoridades europeas dan muy poca información clara y todo este caos está provocando consecuencias muy negativas”, añade. “Estos últimos días hemos visto huelgas de hambre por las que los migrantes o refugiados se han sellado los labios, manifestaciones en las fronteras, otros deciden volver para atrás porque no se les permite avanzar...”. El caos se mantiene en su camino y la Unión Europea, meses después del agravimiento de la crisis de refugiados, no ha aportado los recursos suficientes para mantener el orden y asegurar unas condiciones de acogida dignas para estas personas.

“Tememos que las nuevas restricciones en las fronteras hagan que los migrantes y refugiados que estaban siguiendo la ruta y atravesando los pasos habilitados, acaben acudiendo a las redes de tráfico de personas, y utilicen medios para viajar más arriesgadas”, explica desde Serbia, Francisca Baptista da Silva, de Médicos Sin Fronteras.

“Los países de llegada no tienen capacidad suficiente. Muchos tienen que dormir a la intemperie y ya hace mucho frío. Todavía tienen que llegar más gente y más refuerzos. Todavía no han llegado los recursos a los que se ha comprometido la UE. Acnur exige una solución ”urgente“.

“Hay personas que tienen que dormir en la calle, no tienen suficientes alimentos, hace mucho frío y ya se están dando más casos de hipotermias...”, alerta la oficial de MSF, quien asegura que Serbia no cuenta con centros disponibles para acoger a los cientos de personas que están bloqueadas en su frontera con Croacia. “Las ONG se están encargando de ellos, pero no hay recursos suficientes”.

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