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Un blog de Juventud Sin Futuro pensado por y para los jóvenes que viven entre paro, exilio y precariedad. Si quieres mandarnos tu testimonio, escríbenos a nonosvamosnosechan@gmail.com.

Alemania ante el 2015

Un euro griego.

Juventud Sin Futuro

Laura González —

“¿Pero quién es ese izquierdoso que no nos quiere devolver nuestro dinero?”

 

Esta es la pregunta que formulaba el pasado 31 de diciembre BILD, el periódico sensacionalista de mayor tirada en Alemania. El tema del artículo son las elecciones del próximo 25 de enero en Grecia y la repercusión que tendría para Alemania la posible victoria de Syriza. Renegociar la deuda y los pagos impuestos por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional serían parte de una rebuscada estrategia para financiar los caprichos griegos a costa del dinero de todos los alemanes y alemanas. BILD no se olvida de mencionar la ilegalidad de las medidas de Alexis Tsipras o las conexiones del partido con terroristas. Grecia se convierte en este número-recopilatorio en uno de los temas importantes del 2014; en portada aparecen otras cuestiones de interés: ¿Se casará o no la cantante Helene Fischer? ¿Es el príncipe de Suecia la nueva Royal-Star? ¿Se ha combatido el peligro ISIS? El arte del sensacionalismo.

 

Mientras tanto, la política de austeridad, propuesta como solución, se traduce en desempleo juvenil sobre el 50%, deflación y corrupción. Tres de cada cinco personas viven bajo el umbral de la pobreza en Grecia. Sorprendentes resultan en este contexto las palabras del retirado político alemán de los verdes, Joschka Fischer. El que fuera vicecanciller entre 1998 y 2005, que acostumbraba andar en traje y deportivas, habla en el El País del 2 de enero de 2015 de la importancia que este nuevo año tendrá para Europa. Haciendo uso de una nebulosa metafórica con “turbulencias” y “tormentas”, Fischer alarma sobre la crisis en la Eurozona. Pero no es la crisis económica a la que se refiere, sino al caos desatado por las “fuerzas nacionalistas antieuropeas” que amenazan por toda la geografía occidental con “hacer trizas no sólo la eurozona, sino la UE en su totalidad”. El partido Alternative für Deutschland, el Front National o Syriza serían algunos de los “populistas antieuropeos” a los cuales hace referencia el político.

 

Las comparaciones son odiosas. El partido nacionalista de derecha alemán, AfD, al que Fischer hace mención, recibió en las pasadas elecciones europeas un apoyo del 7%. Actualmente, ha defendido abiertamente a PEGIDA (abreviación para Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente), que desde octubre de 2014 lleva organizando diversas manifestaciones en contra de la “islamización” de Europa. Se cuentan 17.500 personas en uno de los últimos encuentros que tuvo lugar en Dresden, ciudad en la que, por cierto, el índice de población musulmana se calcula en un 0,1%. Presuntamente, un grupo de manifestantes agredió a varios jóvenes de origen extranjero tras la concentración. Afortunadamente, PEGIDA no es Alemania. El lunes día 5 de enero, la catedral de Colonia apagará las luces durante la protesta organizada delante de la misma, como símbolo de rechazo a este movimiento.

 

Joschka Fischer podría tomarse como ejemplo de una parte del pensamiento existente en Alemania, no exclusivamente perteneciente al sensacionalismo. PEGIDA o el Front Nacional se levantan en contra de algunas minorías dentro de la propia población. Los extranjeros (aunque la mayoría de aquellos así considerados, ni siquiera lo sea) se convierten en el “otro” al que hay que combatir, excluir y que siempre será presentado en negativo. La comparación que el ex-vicecanciller osa hacer con nuevos movimientos, plataformas y partidos surgidos en el Sur de nuestro continente es fruto de la desinformación y del desconocimiento del marco geográfico, histórico-social y político. Criticar las medidas impuestas por el BCE y luchar por nuevas soluciones para afrontar la política de austeridad no es fruto de un nacionalismo irracional que sitúe a los griegos y griegas o españoles y españolas por encima del resto de los ciudadanos y ciudadanas de la Unión Europea, es una lucha por los derechos.

 

 

Quizá el término antieuropeísmo pueda ser hasta más acertado. En el caso de Grecia, los principales acreedores de la deuda son el propio BCE y los bancos franceses y alemanes. En España, el rescate es gestionado por el gobierno del Partido Popular, cuyos escándalos de corrupción han alcanzado no sólo a la cúspide, sino a toda la estructura del partido. El hecho de que el diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung señale que la población griega paga menos interés que la alemana –un 2,4% frente a un 2,7%– refleja parte de la perspectiva alemana. La situación en el Sur de Europa se disfraza de egoísta, nacionalista e irracional en vez de ser estudiada con escepticismo. Las palabras de Mariano Rajoy en el Consejo de Ministros tendrían que ser analizadas por Europa y traducidas a: desigualdad, pobreza, desempleo, recortes, subida de impuestos y un largo etcétera. El antieuropeísmo, si así Fischer lo quiere denominar, es fruto de la incomprensión y del desconocimiento. ¿Pero quién es ese izquierdoso que no nos quiere devolver nuestro dinero? Quizá sea esa la pregunta que lleve el antieuropeísmo implícito. No son los giregos o las griegas o los españoles y las españolas y sus reivindicaciones el problema. Quizá antieuropeísta sea el punto de vista de Joschka Fischer, que olvida a las personas y antepone el discurso de los mercados. Lamentablemente, parece que Europa es una unión financiera y no algo más elevado.

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