2015 es un año trascendental, tenemos varias citas electorales por delante. Es el momento de soñar, de imaginar diversos caminos, idear cambios genuinos y decidir como ciudadanas cómo queremos que sean los próximos cuatro años. Esto incluye las políticas sociales y los mecanismos para redistribuir los recursos de forma más justa dentro y fuera de España. Y 2015 es también el año en que se decidirá la agenda de desarrollo para los próximos quince años, cómo se financiará y el año en que se negociará el nuevo acuerdo para frenar el calentamiento global y sus efectos, sobre todo en las regiones vulnerables.
Desde la visión más pesimista, la cooperación al desarrollo a día de hoy está en la UCI, la caída de los fondos de nuestro país para la ayuda al desarrollo ha sido implacable, hasta el punto de convertirnos en el punto de mira de los medios internacionales. Ayer nos anunciaban desde la OCDE que la ayuda en 2014 se limitó al 0,14% de la Renta Nacional Bruta, después de haber alcanzado casi el 0,5% en 2008 y 2009. Un ejemplo de ceguera política, unos pasos más hacia la irrelevancia internacional y una prueba de insolidaridad hacia la realidad de las familias más empobrecidas con las que teníamos un compromiso adquirido, unas familias que, a su dramática situación, sumaron los efectos de la crisis.
También podemos elegir ver el futuro con más optimismo, sumándonos al discurso del Secretario General de Naciones Unidas y de muchos países del Sur que piden que se erradique la pobreza extrema y se reduzcan las desigualdades, dentro y entre los países. Para esto se necesitan políticas transformadoras, mecanismos de cooperación internacional, instituciones y foros intergubernamentales más justos y equitativos y recursos, públicos y privados.
A día de hoy, estamos generando un mensaje confuso: el Gobierno defiende una agenda de desarrollo ambiciosa en los foros internacionales pero por otro, no ha hecho nada por mantener una política de desarrollo estable, eficiente, con instituciones profesionalizadas y orientada a necesidades y a nuestros ámbitos de especialización. Lo mismo ha ocurrido con la lucha contra el cambio climático. Para colmo, el desarrollo y el cambio climático tienden a competir por los recursos dedicados a las agendas internacionales.
Es mejor pensar que el segundo camino es el que elegirá el nuevo Gobierno. Si el 2015 es un año de oportunidades, debemos exigir a nuestros partidos políticos que integren la solidaridad internacional y el desarrollo sostenible como prioridades, los consideren una política pública y pongan los medios para llevarlos a cabo. Los ciudadanos estamos en situación de proponer un mundo más justo, equitativo y sostenible y de pedirles a nuestros representantes que lideren ese cambio. Más desde el asiento que tenemos en el Consejo de Seguridad.
Sobre este blog
¿Ricos más ricos y pobres más pobres? Nuestra sociedad está llena de brechas que incrementan las diferencias entre unos y otros. (Des)igualdad es un canal de información sobre la desigualdad. Un espacio colectivo de reflexión, análisis y testimonio directo sobre sus causas, soluciones y cómo se manifiesta en la vida de las personas. Escriben Teresa Cavero y Jaime Atienza, entre otros.
