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Aeropuerto de Sabadell: ante la decadencia, incremento de precios

Aviones abandonados en el aeropuerto de Sabadell. \ (c) JOF

Javier Ortega Figueiral

Este fin de semana, Sabadell celebra sus fiestas mayores. Esta ciudad de más de 200.000 habitantes, situada tan solo 22 kilómetros de Barcelona, tiene aeropuerto comercial, una instalación histórica, que se ha incluido como espacio para las fiestas, con la celebración de una jornada de puertas abiertas este domingo, organizada por el Aeroclub Barcelona-Sabadell y el Parque Aeronautico de Cataluña, fundación con dos vertientes: una colección de aviones clásicos y también escuela de mecánicos de aviones, para la inserción de jóvenes en el mundo laboral. Todo ello estará coordinado por Aena, gestor y propietario de estas instalaciones.

La jornada festiva será algo parecido a un espejismo en un aeropuerto que ha reducido sustancialmente su actividad en los últimos años, aunque a pesar de ello, se han seguido realizando importantes inversiones que en algunos casos aún están por estrenar, como una terminal, varias plantas de oficinas o una flamante torre de control desde la que no se ha dirigido aún ningún aterrizaje.

La historia del lugar se remonta al 1 de octubre de 1934 cuando inauguró el aeródromo, una instalación financiada por el ayuntamiento, pero cedida desde sus primeros días a la aviación militar. Durante la guerra civil, el campo y sus instalaciones fueron utilizados como planta de fabricación de aeronaves para las FARE, Fuerzas Aéreas de la Republica. Años después, en la postguerra, el célebre alcalde Josep Maria Marcet volvió a impulsar activamente la aviación civil en su ciudad, presidiendo incluso el aeroclub durante 14 años. En 1965 las instalaciones pasaron a manos de la subsecretaria de aviación civil y en el 79 se convirtió en aeropuerto al dotársele de control aéreo y forma parte de Aena desde su creación, en 1990.

Desde entonces, la transferencia de aeropuertos a Cataluña fue largamente reivindicada, hasta en punto que En abril de 2006 la Ministra de Fomento, Magdalena Álvarez ofertó la cesión de Sabadell a la Generalitat argumentando que por las características de la instalación, no tenía sentido que formase parte de la red de Aena, y que era más lógico que fuese gestionado desde el propio territorio. El entonces secretario de transportes de la Generalitat, Manel Nadal, hermano del Consejero de Política Territorial y Obras Públicas, esto es, su jefe directo, dijo que aceptaría dicha cesión si en el lote se incluían también los aeropuertos de Reus y Girona. Desde Fomento se respondió que, por el momento, la oferta era por una instalación, no por tres y finalmente, a pesar de todas las reivindicaciones previas la Generalitat renunció a quedarse con Sabadell.

La cafetería del aeroclub marca el pulso de su aeropuerto, pues es el único espacio de restauración de esta instalación y prácticamente todo el mundo pasa en algún momento por su barra o mesas. En los últimos tiempos, la mayoría de charlas giran alrededor de la triste imagen del lugar y la evidente escasez de vuelos. A veces siquiera hay conversaciones, porque siquiera hay clientes. Tampoco hay muchos movimientos en la pista ni en la plataforma. Como algo extraño en un aeropuerto, incluso se oye el piar de los pájaros, interrumpido puntualmente por el ruido de algún aparato que despega o aterriza.

Jordi, uno de los camareros de la cafetería, preguntado por la situación, tuerce el gesto mientras comenta que en los 22 años que lleva trabajando para el aeroclub nunca había visto la situación tan mal: “antes no dábamos abasto, los aviones no paraban, había muchos estudiantes... y ahora no hay nadie ni para desayunar”, reconoce con cierta melancolía mirando a través de los ventanales una pista casi sin movimientos. Al borde de la calle de rodadura, algunos aviones que no tienen espacio en los hangares, están cubiertos por grandes fundas a la espera de salir a volar durante días o semanas. En las próximas semanas, muchos más aviones van a estar a la intemperie, ya que desde la llegada de la nueva directora los precios y tasas no han hecho más que subir, y el alquiler de un hangar se ha multiplicado caso por 10, iniciativa para recaudar más en un escenario económico débil, a las que se quiere añadir un porcentaje de los beneficios de los talleres mecánicos o incluso desde hace meses se aplica una por el hecho de acercarse a repostar a la gasolinera, al margen de lo que se pague por el combustible servido.

La situación es ciertamente extraña ya que siquiera hay mucha vida (ni social ni aeronáutica) durante los fines de semana o los días de vacaciones, jornadas que siempre han sido los más frecuentados por los socios y amigos del club aéreo. En los últimos tiempos, los únicos días que hay vida, es el tercer domingo del mes, cuando la FPAC realiza su jornada de puertas abiertas a las que suelen asistir de quinientas a mil personas. El presidente de la Fundación, Domingo Jaumandreu quiere potenciar una institución que actualmente forma y emplea a mecánicos de nuevo cuño dando a conocer la historia de la aviación catalana y española a través de la recuperación antiguas aeronaves, poniéndolas en vuelo o por lo menos dejándolas en perfecto estado para ser expuestas, como es el caso de la última incorporación: un venerable DC-3 de Spantax abandonado durante décadas junto a unos árboles en Madrid-Barajas y que necesitará años de trabajo y cuidados para volver a ser lo que era.

La buena afluencia a las jornadas de puertas abiertas como las de hoy es una excepción muy puntual, que no representa la realidad cotidiana del aeropuerto, un hecho contrastable en las estadísticas oficiales de Aena aeropuertos S.A. Las cifras de la última década son claras: si en 2002, Sabadell tuvo 60.000 despegues y aterrizajes, el año pasado se llegó por poco a los 29.000. Los cierres de escuelas de pilotos y auxiliares de vuelo como Speed Fly, Tadair o Top Fly (esta última, estrepitosamente) unidos a la caída de la demanda de trabajos aéreos y el descenso de los vuelos privados están detrás de este grave bajón, que ha reducido el número de trabajadores de más de medio millar a menos de 200, según comenta a eldiario.es, una fuente de la Asociación de Empresas y Operadores del Aeropuerto.

En paralelo a esta caída, en el periodo 2005-2012 Aena invirtió 20 millones de euros en diferentes mejoras para las instalaciones aéreas de Sabadell, como asfaltado, señalización horizontal y vertical, incremento de seguridad, iluminación, ampliación de aparcamientos o una nueva y flamante torre de control, terminada desde hace cinco años pero que aun no se ha estrenado, como tampoco se ha abierto un moderno edificio de varias plantas cuyos parasoles permanecen en la misma posición desde hace años al estar cerrado a cal y canto, aunque ya tenga todo el mobiliario instalado en su interior. Por el momento, la puerta de llegadas a la nueva terminal, señalada con los mismos carteles que cualquier otro aeropuerto comercial, aún no ha sido ni estrenada.

En la actualidad, el ente aeroportuario tiene en Sabadell una plantilla de 27 personas y una directora, a los que hay que sumar siete controladores aéreos que pertenecen al nuevo operador privado hispano-britanico Ferronats, del grupo Ferrovial, empresa que ha reducido los costes de control en esa torre desde tres millones de euros anuales a un millón y medio respecto a los antiguos controladores de tráfico aéreo. El ahorro y sobre todo la recaudación son una obsesión para Aena en los últimos tiempos, al arrastrar una deuda cercana a los 14.000 millones de euros, cifra a reducir a toda costa con limitaciones horarias en esta y 16 instalaciones más, una medida in extremis que ha sustituido a la idea inicial de cerrar instalaciones muy deficitarias, a la que se le ha sumado un ERE en toda la red.

“En Sabadell, dedicado en realidad a la aviación general se funciona con filosofía y formas de gran aeropuerto comercial y no lo es. Eso afecta seriamente a los pequeños operadores comerciales y a los pilotos privados”, lamenta Carles Martí, presidente del Aeroclub, institución que con su actividad mantiene con vida las pistas. “Los actuales trabajadores de este aeropuerto tendrían que poder desarrollar más actividades, la estructura ser mucho más ligera y el funcionamiento flexible. Tienen que ser multitarea, se lo pueden permitir” asevera. La instalación que pone como referencia para hacer una comparativa es Lausanne, en Suiza. “Es similar al nuestro, funciona perfectamente con tan solo cinco personas para su gestión y tiene muchas menos restricciones para quien vuela allí” apunta Martí. “Si el modelo actual no cambia, seguiremos en una espiral de caída agravada por un incremento de tasas en el peor momento”.

En los últimos tres años las tasas se han multiplicado por cuatro, aunque ante el clamor de los usuarios, el año pasado se rebajaron un 47%, pero recientemente se ha creado una nueva e insólita 'tasa por pasajero' absolutamente inesperada, que ha subido nuevamente el precio de volar en un momento en que los usuarios de la aviación general se lo piensan dos veces antes de despegar. Preocupado por la alarmante situación del sector de la aviación general, el Director General de Aviación Civil abrió una mesa de negociación a varias bandas para racionalizar la situación de este aeropuerto y otros similares como Cuatro Vientos en Madrid o Son Bonet en Mallorca, para encontrar soluciones de urgencia que amortigüen los severos descensos de actividad y permitan que Sabadell e instalaciones similares vuelvan a remontar el vuelo. La solución parece dilatarse en el tiempo.

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