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El Banco de España critica “la ausencia de reacciones de calado en el ámbito fiscal a escala europea” contra el coronavirus

El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos.

Rodrigo Ponce de León

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El Banco de España ha salido a criticar “la ausencia de reacciones de calado en el ámbito fiscal a escala europea” que tuvo su reflejo en el naufragio de la reunión de los ministros de finanzas y Economía de la zona Euro de este martes, donde no se alcanzó ningún acuerdo para impulsar medidas para rebajar el impacto económico del coronavirus. El organismo regulador avisa de que “la política monetaria del BCE y las políticas fiscales nacionales han reaccionado con celeridad ante la magnitud del reto” de la pandemia pero que “este desafío requiere que las autoridades comunitarias también contribuyan decididamente a su superación”, según se recoge en el Informe Trimestral de la Economía Española correspondiente al primer trimestre de 2020 que ha publicado este miércoles.

El Banco de España avisa de que “la magnitud del impacto de la pandemia, incluyendo el procedente de las necesarias medidas de contención adoptadas, sobre la actividad económica y el empleo será muy pronunciada en el corto plazo” por lo que es urgente “una respuesta proporcionada que sea ambiciosa, ágil y coordinada entre las autoridades responsables de los distintos ámbitos de la política económica”.

“La revisión a la baja de tres décimas del crecimiento previsto del PIB en 2020 para la zona euro en el último ejercicio de proyecciones del BCE (hasta el 0,8%), concluido a finales de febrero, resulta muy modesta a la luz de los preocupantes desarrollos observados en marzo. En este sentido, las previsiones de analistas privados e instituciones públicas disponibles en la fecha de cierre de este Informe apuntan, en muchos casos, a caídas severas del PIB este año”, explica el servicio de estudios del Banco.

En el caso de la economía española, el servicio de estudios no se atreve aún a dar proyecciones macroeconómicas de medio plazo por la alta incertidumbre sobre cuándo se superará la crisis sanitaria pero apunta que cabe “esperar que evolucionen muy negativamente en el corto plazo” ya que ha habido “un impacto muy pronunciado sobre el gasto en bienes de consumo de los hogares, que se suma a la práctica desaparición del turismo receptor” y una caída del sector exterior por el cierre de los mercado internacionales por el COVID-19.

El organismo que dirige Pablo Hernández de Cos sí admite que “la Comisión Europea (CE) ha movilizado varios instrumentos comunitarios para apoyar las medidas adoptadas por los Gobiernos nacionales (como los fondos estructurales y distintas partidas del presupuesto comunitario) y ha relajado los marcos de las reglas fiscales y las ayudas de Estado”, pero aunque la epidemia pueda ser controlada rápidamente, es posible que “una perturbación de esta magnitud, aun siendo transitoria, genere ciertos daños duraderos sobre el tejido empresarial, la confianza de los agentes y el empleo”, por lo que el Banco de España señala que “resulta necesaria una actuación más decidida” por parte de las autoridades comunitarias.

La receta del Banco de España es clara y definitoria: “Contener el coste humanitario, social y económico de esta crisis requiere una acción coordinada y solidaria que haga uso de las herramientas presupuestarias y financieras ya existentes a escala europea —incluida la eventual movilización de los recursos del Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera, por un volumen potencial del orden de 500.000 millones de euros—, pero que además considere la posibilidad de introducir elementos de compartición (mutualización) de riesgos presupuestarios, a través de instrumentos de deuda con respaldo común y del despliegue de instrumentos de cobertura económica y social mancomunados, como pueda ser un fondo de desempleo europeo”.

Las llamadas de atención del Banco de España las argumentan en que “la rapidez y el vigor de la posterior recuperación dependerán crucialmente de las medidas de política económica puestas en marcha para mitigar los efectos adversos sobre la actividad de las decisiones adoptadas para contener el virus. Las medidas que están aplicando Gobiernos de todo el mundo en los últimos días están orientadas, precisamente, a evitar que la paralización de la actividad durante la fase más aguda de la pandemia se traduzca en cierres de empresas y pérdidas permanentes de puestos de trabajo. Ello requiere, a su vez, que la respuesta proporcionada sea ambiciosa, ágil y coordinada entre las autoridades responsables de los distintos ámbitos de la política económica”.

Sin la puesta en marcha aún de medidas más contundentes por parte de Bruselas, el organismo regulador español calcula que “la combinación de las medidas discrecionales de política fiscal puestas en marcha por los Estados miembros del área del euro y las acciones a escala europea supone más del 1% del PIB de la eurozona. Todas estas actuaciones complementan el funcionamiento de los estabilizadores automáticos (como el seguro de desempleo), que en el caso del área del euro son muy potentes. Por su parte, se calcula que las medidas públicas de apoyo a la liquidez de los agentes privados ascenderían aproximadamente al 10% del PIB del área del euro”.

Con anterioridad a la crisis sanitaria, la “tónica favorable” de la economía epañola se mantuvo en enero y febrero. De hecho, los modelos del organismo proyectaban un crecimiento en el entorno del 0,4% para el primer trimestre que destaca que los datos de afiliación a la Seguridad Social mostraron una “notable mejoría” y el comportamiento del empleo fue “algo mejor de lo esperado”, aunque las matriculaciones de vehículos seguían con una tendencia negativa, en paralelo a una disminución de la aportación de la demanda externa al PIB.

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