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Callejeando por Córdoba

Callejeando por Córdoba

EFE

Córdoba —

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La Calleja de Las Flores es la estampa más cotizada por los turistas que se acercan a Córdoba pero lo que desconocen es que son hasta 165 los rincones a los que se accede por serpenteantes callejuelas engalanadas en una iniciativa que permite conocer cómo era la vida desde la Córdoba musulmana.

“Las callejas servían para salvaguardar la intimidad de los hogares, como medida de barrera de protección para una o varias familias” ha explicado el notario Manuel Ramos Gil quien a raíz de las investigaciones de su libro “Casas Señoriales de Córdoba” descubrió una red de callejuelas de importancia histórica que decidió convertir en un proyecto cultural.

Con el apoyo del Ayuntamiento de Córdoba, ha dado como resultado el I Festival de las Callejas de Córdoba que está desbordando todas las expectativas de asistencia previstas

La coyuntura del puente del Pilar ha favorecido a que grupos de amigos, familias con niños y parejas recorran los adarves o azucaques de la Medina o la Axerquía cordobesa, “lugares donde se establecían artesanos por oficios: esparteros, herreros o curtidores” ha indicado Ramos Gil.

Precisamente, uno de ellos se sitúa en la “plaza más pequeña de la ciudad” que no es la que desemboca en la calle del Pañuelo sino que hay que ir hasta la Ribera para subir por la calle Guadamecilero Juan Carrillo y llegar a una diminuta estancia donde hasta el domingo la guarnicionería Estévez ha trasladado su taller de manufactura de cuero.

En la Casa de las Campanas, en pleno corazón de la Axerquía y alejada del bullicio del Casco Histórico alrededor de la Mezquita Catedral, el patio cordobés ha sido tomado por artesanos del hierro, que funden en su fragua el material para dar forma a originales creaciones con piedra, además de ebanistas que convierten una madera en bruto en un refinado espejo o tallan un motivo campestre.

También el trabajo manual del esparto hace las delicias en la Calleja Gragea, una de las más adornadas gracias a que los vecinos se han afanado en limpiar y decorar sus empedradas calles para recibir a los visitantes que no suelen frecuentar la zona al estar fuera de los circuitos turísticos más populares pero que no por ello carecen de encanto en una de los barrios más señeros de la ciudad, el de San Francisco.

El director general de Turismo municipal, Jesús Ligero, ha valorado la iniciativa porque “a la vez que abre a los turistas y locales zonas hasta ahora desconocidas para ellos porque muchas de las callejas son privadas, involucra a los vecinos que han querido participar desde el primer momento que le presentamos el proyecto”.

Para ello, se han organizado rutas y visitas guiadas para descubrir historias y leyendas alrededor de lugares emblemáticos, como la Casa de las Cabezas y los Siete Infantes de Lara, los hechizos de brujería que se sitúan en el barrio de San Pedro.

Desde hace algunos años empresas de ocio activo de la ciudad dan a conocer el pasado histórico de Córdoba incorporando a los hitos que se estudian en libros de texto, sucesos e intrahistorias de no menos relevancia.

Además, quienes decidan pasear por libre, la organización ha habilitado un pasaporte donde se irán sellando en diferentes puntos repartidos por las zonas del festival cada calleja que se vaya visitando, y otra alternativa, más pausada pero completa, se refiere a la historia y curiosidades, que pueden leerse al principio de cada lugar y desde la aplicación gratuita descargable en www.festivalcallejasdecordoba.es.

Así, la siempre atestada Calleja de Las Flores, aunque sigue siendo uno de los lugares más emblemáticos por su vista de la Torre del Campanario de la Mezquita Catedral, competirá hasta el domingo con las desconocida callejas de Pan y Conejo, de la Hoguera, del Tesorero o del Nacimiento, que guardan en su interior un trocito esencial de la historia de las gentes de la ciudad.

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