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Francia crea una ecotasa para la aviación y quiere una fiscalidad europea

Francia crea una ecotasa para la aviación y quiere una fiscalidad europea

EFE

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París, 9 jul. (EFECOM).- El Gobierno francés anunció este martes una ecotasa que aplicará desde 2020 a los vuelos que despeguen de los aeropuertos del país, una forma de empezar a hacer efectiva su voluntad de impulsar un impuesto de ese tipo a escala europea.

La ministra de Transportes, Elisabeth Borne, explicó que esa ecotasa se aplicará a los billetes de vuelos que despeguen de un aeropuerto francés y será progresiva: desde 1,5 euros para trayectos interiores o con un destino europeo en clase turista hasta 18 euros para los intercontinentales en clase ejecutiva.

Quedarán excluidas las líneas que conectan con Córcega, con los departamentos o territorios franceses de ultramar y otras interiores en las que se considera que no hay un medio de transporte alternativo competitivo.

La medida, con la que el Gobierno espera recaudar unos 180 millones de euros anuales que se dedicarán esencialmente a infraestructuras ferroviarias, se enmarca en una política de transición ecológica que responde a una creciente demanda social y a la “incomprensión” sobre el tratamiento fiscal del transporte aéreo.

El 6 de junio, en una reunión con sus homólogos de la UE en Luxemburgo, la ministra francesa lanzó un llamamiento “en favor de una tasación del transporte aéreo a escala europea” que no pretendía una decisión inmediata, sino preparar el terreno de cara a la entrada en funciones de la nueva Comisión Europea en otoño.

El anuncio de la ecotasa francesa generó una reacción de rechazo en cadena en el sector aéreo, empezando con la que aparece como la principal damnificada, Air France, ya que el 50 % de sus vuelos salen de un aeropuerto francés y son susceptibles de resultar gravados.

Air France, que recordó que su actividad supone el 1,1 % del producto interior bruto (PIB) de Francia y 350.000 empleos inducidos, se quejó de que ese impuesto “penalizaría fuertemente” su competitividad exterior.

La compañía calcula que le costará más de 60 millones de euros anuales, una cantidad equivalente a las medidas que puso en marcha el Ejecutivo el pasado año para apoyarla.

La plataforma Airlines for Europe (A4E), de la que Air France forma parte junto a las otras grandes aerolíneas de la UE, se sumó a las críticas al impuesto francés y propuso en su lugar buscar soluciones para un desarrollo sostenible de la aviación.

También a Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) que representa a más de 260 compañías de todo el mundo consideró un error la decisión del Gobierno francés por el daño que puede causar al negocio aéreo en este país y a los empleos que genera.

Las grandes aerolíneas europeas sufrieron un batacazo en bolsa con el anuncio de la ecotasa francesa, empezando por Ryanair, que se dejó un 4,94 % en la Bolsa de Dublín, y Easyjet que registró una bajada del 3,35 % en Londres.

AirFrance perdió un 3 %, Lufthansa un 2 % e IAG un 1,56 % en la Bolsa de Madrid.

La idea de una tasa a las compañías aéreas en el conjunto de la UE lleva meses rondando las reuniones de ministros en Bruselas, con Francia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo como principales promotores.

Uno de sus principales argumentos es que el avión es el medio de transporte que más emisiones contaminantes genera por pasajero y por kilómetro.

Si se compara un trayecto de ida y vuelta entre París y Marsella con el tren (en Francia la electricidad es muy mayoritariamente de origen nuclear), un pasajero en avión puede generar un volumen de dióxido de carbono hasta cerca de 50 veces superior.

Además, el queroseno que utilizan las aeronaves está exento de impuestos, al contrario por ejemplo que el carburante de los coches, para el que la fiscalidad puede llegar a dos tercios del precio.

Los grandes constructores de aviones, como Boeing y Airbus, y de motores aeronáuticos, como GE Aviation, Rolls Royce, Safran y United Tecnologies, reaccionaron en junio reafirmando su compromiso para limitar su impacto medioambiental y pidiendo al tiempo a las autoridades incentivos, pero no penalizaciones.

Explican que la aviación comercial representa en torno al 2 % de las emisiones de dióxido de carbono a nivel global y que las continuas mejoras tecnológicas han permitido que desde 2006 el ritmo de progresión de esas emisiones sea la mitad que el de aumento del tráfico de pasajeros.

Para España, cuya economía es fuertemente dependiente de los ingresos de los turistas que llegan principalmente en avión, el Gobierno ha señalado que una tasa que grave el queroseno de los aviones no es la “primera opción” en impuestos medioambientales.

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