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Grecia confía en dejar atrás en el Eurogrupo la era de los rescates

Grecia confía en dejar atrás en el Eurogrupo la era de los rescates

EFE

Atenas —

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Grecia espera poder dejar atrás este jueves la era de los rescates y confía en que el Eurogrupo cierre la cuarta evaluación del programa, acuerde el mecanismo de supervisión y, sobre todo, apruebe el alivio de la deuda.

El Gobierno de Alexis Tsipras cree que el histórico acuerdo con la Antigua República Yugoslava de Macedonia (ARYM) sellado el pasado domingo para poner fin a la larga disputa sobre el nombre de este país, servirá de catalizador en las negociaciones.

Desde el Ejecutivo aseguran que no ha habido ningún tipo de trato (desbloqueo griego al acceso de ARYM a la OTAN y al comienzo de negociaciones con la Unión Europea) pero sostienen que la firma del acuerdo demuestra que Grecia es un país que “resuelve en lugar de crear problemas”.

El principal escollo en estos momentos parece constituirlo nuevamente Alemania, cuya coalición de Gobierno está inmersa en problemas internos y que afronta en otoño elecciones regionales en Baviera.

Según filtraciones a los medios locales, el nuevo ministro de Finanzas alemán, Olaf Scholz, parece seguir la misma línea dura frente a Grecia que su antecesor, Wolfgang Schäuble, el político internacional más odiado de este país.

En el debate sobre el alivio de la deuda Alemania es reacia a permitir la extensión de los vencimientos de los préstamos griegos por un periodo de hasta 15 años, como plantean Grecia, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo.

Lo que ya está claro es que Grecia deberá aceptar una supervisión después del rescate más frecuente que los otros países que se acogieron a un programa de asistencia financiera, y en lugar de dos supervisiones anuales, deberá aceptar que los controles sean trimestrales.

El portavoz del Gobierno, Dimitrisss Tzanakópulos, recalcó hoy que en ningún caso el acuerdo incluirá medidas adicionales para el periodo posterior al rescate.

Grecia quiere ante todo evitar salir de este rescate para meterse en uno “light”, y por ello el Gobierno de Tsipras, quien el próximo año afronta elecciones generales, ha puesto especial énfasis en que la salida será “limpia”, sin una línea de crédito preventiva.

Por ello, los entre 11.000 y 12.000 millones de euros que previsiblemente conformarán el último desembolso servirán para elaborar un colchón de efectivo de unos 20.000 millones de euros.

El objetivo de este efectivo es tener suficientes reservas para afrontar todos los pagos de deuda hasta finales del próximo año, sin depender de una financiación a través de los mercados financieros que en la actualidad son extremadamente volátiles.

Una vez cerrado el rescate, Tsipras se ha propuesto ponerle una cara más social a su gestión de Gobierno, consciente de que el hecho de haber asumido la tarea del alumno más aplicado de la clase le ha hecho perder gran parte de la popularidad que le llevó a ganar las elecciones en 2015.

En las encuestas la oposición conservadora mantiene una ventaja sobre el gubernamental Syriza de en torno a diez puntos, más un reflejo del descontento de la población con las promesas incumplidas del partido izquierdista que del apoyo al partido que firmó el rescate anterior.

En la gira por Grecia que ha hecho en las últimas semanas para explicar su “plan de crecimiento”, Tsipras ha prometido que bajará impuestos, elevará las ayudas sociales y subirá el salario mínimo, situado actualmente en los 586 euros.

Al mismo tiempo, ha recalcado que mantendrá todos los compromisos fiscales y reformas acordados con los acreedores, y que no solo cumplirá, sino superará el objetivo para el superávit primario fijado en un 3,5 % anual.

El plan prevé que todo lo que supere esta meta se destinará a paliar el impacto de las medidas de austeridad aplicadas a lo largo de los ocho últimos años, en los que país perdió el 25 % de su PIB.

Tsipras confía en que esta mezcla de políticas devuelva credibilidad al país, atraiga inversiones y reactive así el crecimiento.

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