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ENTREVISTA | Kate Raworth, economista

“Lo que las mujeres españolas habéis hecho el 8M hizo que las mujeres del resto de países se movilicen”

Kate Raworth en la presentación del libro "Economía Rosquilla" en Madrid

Mónica Martín

Kate Raworth es una economista que, lejos de encorsetarse en los modelos económicos convencionales predominantes asociados al capitalismo y centrados en el crecimiento, aboga por un sistema que tenga en cuenta las causas sociales y ecológicas específicas del siglo XXI. Actualmente investiga sobre estos temas en el Instituto de Cambio Medioambiental en la Universidad de Oxford y en el Instituto de Liderazgo pro Sostenibilidad de Cambrigde. También ha vivido en primera persona el contraste entre dos mundos opuestos: desde las aldeas de Zanzíbar, conviviendo con madres emprendedoras, hasta la isla de Manhattan, donde elaboró el Informe de Desarrollo Humano de la ONU.

Raworth está en España para presentar su libro Economía Rosquilla (editorial Paidós), donde establece una teoría centrada en reducir la desigualdad y en aumentar la regeneración del planeta. Está compuesta por un fundamento social de bienestar que, según la autora, no debería faltarle a nadie y por un techo ecológico de presión planetaria que es importante no superar. Entre ambos, Raworth apunta que se encuentra el espacio seguro y justo para todos.

En España, entre otros países, acabamos de vivir la huelga feminista del 8M, ¿qué opina sobre la movilización masiva de mujeres españolas que salieron a la calle a reivindicar sus derechos?

Las mujeres en el resto de Europa compartían imágenes y vídeos de la huelga feminista en España y estábamos encantadas de ver vuestra pasión e intensidad al respecto. Sin duda, lo que las mujeres españolas habéis hecho el 8M ha hecho que las mujeres del resto de países se movilicen. Nuestros papeles en la economía no remunerada asistencial están tan enraizados que han provocado una brecha entre hombres y mujeres a la que hay que poner solución cuanto antes. Si Adam Smith se hubiera dado cuenta de que la economía dependía no solamente del mercado, sino también del trabajo no remunerado asistencial, podría haber inventado la economía feminista hace más de 200 años. Sin embargo no lo hizo, por tanto en la época actual estamos trabajando en contra de cientos de años de bagaje teórico escrito por hombres.

¿Usted ha tenido complicaciones en este ámbito?

Soy madre de gemelos y cuando nacieron, mi pareja y yo, (él también es escritor), teníamos muy claro que queríamos ser padres en términos igualitarios. Ahora mismo estoy en Madrid hablando contigo y él está en casa cuidando de los niños. No voy a decir que tengo suerte porque no creo que se trate de eso, se trata de construir una relación en la que exista este respeto mutuo. Por eso, también es muy importante enseñar a nuestros hijos desde pequeños la importancia de la igualdad de género. En relación a la paternidad, conozco a muchos hombres que quieren tener un papel activo en la familia y una baja de paternidad prolongada, pero si se lo piden a su jefe, va a parecer que no se toman su trabajo muy en serio.

Uno de los motivos de esta movilización fue la igualdad de género, sin embargo, en España existe una gran desigualdad en relación al salario, el acceso a las oportunidades, derechos y beneficios de la mujer en el trabajo, ¿qué políticas económicas cree que podrían contribuir a reducir esta brecha?

En primer lugar, hay que tener en cuenta el valor del trabajo no remunerado realizado en gran parte por mujeres. Después, habría que diseñar políticas que reduzcan este tipo de trabajo, como por ejemplo, cuidados escolares infantiles gratuitos. Y por último, redistribuir este trabajo asistencial entre hombres y mujeres de forma equitativa mediante bajas de paternidad de 1 año repartidas entre ambos padres. En los países escandinavos ya lo están haciendo y están empezando a cambiar la cultura.

¿Cree que el papel de la mujer en la economía familiar es clave para la economía actual?

Lo creo al 100%. La economía convencional habla de dos factores de producción: el trabajo y el capital. El trabajo está listo cada día para realizarse en la puerta de la fábrica, sin embargo, las tareas de cuidados que han hecho que cada persona esté lista para ir al trabajo es algo totalmente invisible. Como madre, hoy en día, gran parte de mi papel es enseñar a mis hijos a compartir, respetar, empatizar y trabajar juntos. La economía asistencial no remunerada funciona como un subsidio crucial para el mundo del trabajo sí remunerado.

En su libro sostiene que la economía convencional no funciona, ¿a quién beneficia realmente el sistema económico que predomina en la mayoría de los países desarrollados?

Creo que beneficia a los dueños del capital porque en el corazón de las finanzas está la búsqueda del rendimiento económico y lo que hemos visto en los últimos 30 años en la mayoría de países ricos es que los ingresos que reciben los dueños de los dividendos está en aumento, mientras que la parte de los dividendos que van hacia los trabajadores está disminuyendo. Además existe una brecha entre los salarios masculinos y femeninos, también hay brecha de raza y de oportunidades. La economía actual funciona muy bien para aquellos que pueden pagar todo lo que tenga un precio que a su vez repercute de manera negativa en el mundo en el que vivimos y del cual dependemos.

¿Qué clase de economista necesita el siglo XXI?

El siglo XXI necesita economistas que tengan clara la imagen de la prosperidad humana. Yo propongo una brújula con forma de rosquilla en la que la economía está al servicio del bienestar humano y del planeta y no al revés. Un economista del siglo XXI se dará cuenta de que la desigualdad y la degradación del mundo vivo no son inevitables, por tanto, hay que diseñar economías mucho más distributivas, en las que el valor generado se comparta de una manera más igualitaria entre aquellos que lo producen, y esto a su vez dará lugar a una economía generativa que funcione de manera correcta dentro de los ciclos vitales del planeta. Como curiosidad, todas las ideas que me han inspirado a plasmar esto en mi libro son de mujeres economistas.

Usted propone una alternativa que soluciona la mayoría de las crisis socio-económicas de los países desarrollados. Trasladado a la práctica, ¿realmente es viable vivir dentro de los límites de la rosquilla?

Esta es la gran pregunta. Lo sabremos durante este siglo. En estos momentos a nivel global no lo estamos haciendo. El caso de España es muy similar al resto de países europeos, con matices. Hay carencia en el empleo, pero en general están satisfaciendo las necesidades básicas de su ciudadanía, y a su vez, rebasando cada una de las fronteras ecológicas que llamamos “límites planetarios”. Hasta ahora no existe ningún país que esté respetando estos límites. De momento no hay ninguna política que ponga el foco en esta visión de la prosperidad.

¿Cuál debería ser el papel del Estado en el modelo económico actual para una correcta prosperidad?

El Estado es una de las 4 actores económicos clave para garantizar nuestras necesidades junto con los mercados, la familia y los bienes comunes. El estado tiene un papel crucial a la hora de proporcionar servicios universales básicos como la salud, educación o vivienda asequible, pero también tiene que asegurar el equilibrio entre los demás sectores, sobre todo entre el mercado y las familias, garantizando bajas de paternidad y maternidad que protejan los derechos de los padres para criar a sus hijos. También debe proteger a los bienes comunes de las colonizaciones del mercado que se han tenido lugar durante siglos, por tanto, el papel del Estado es clave para mantener este equilibrio.

Actualmente el medio en el que vivimos sufre una constante actividad degenerativa que agota las fuentes de sustento de la tierra y la destruye. Si no actuamos en relación a este daño, ¿qué consecuencias puede haber en el medio y largo plazo?

Actualmente ya hemos rebasado al menos 4 límites planetarios, y hasta ahora la Tierra nos ha perdonado una y otra vez. En algún momento, si seguimos así, traspasaremos la frontera ecológica creando cambios irreversibles en el clima y, llegados a ese punto, será demasiado tarde. Ahora mismo nos encaminamos hacia el aumento en 4 grados de la temperatura media de la Tierra y esto se va a agravar.

Pero podemos remediarlo utilizando energías renovables.

Absolutamente. Las energías renovables son una manera muy potente de reducir nuestras emisiones de dióxido de carbono, la buena noticia es que el precio de este tipo de energías está bajando muy rápido. Ya existen unos 40 países alrededor del mundo en los cuales la energía solar es más barata que la basada en combustibles fósiles.

El crecimiento del PIB no es equitativo y en los últimos 30 años la brecha entre países ricos y pobres es cada vez más profunda, ¿cuánto puede crecer esta brecha sin que estalle un conflicto social de gran magnitud?

Esta desigualdad tan extrema está llevando a la gente a buscar una vida mejor en otros países. El PIB no es el único problema, las sequías y las malas cosechas también son motivo de inmigración y todo junto provoca que la gente en situación de desigualdad se rebele. Esto es una fuerza motora del populismo o de la política reactiva dentro de la mayoría de los países de altos ingresos.

Imagínese por un momento que ocupa el cargo de ministra de Economía en España, ¿qué series de medidas propondría para fomentar la prosperidad económica?

Lo primero que haría sería reunirme con los ministros de medio ambiente, empleo y seguridad social, salud e igualdad y educación. Debatiríamos sobre lo que toda persona tiene derecho a tener y a la vez, con ayuda de científicos expertos en esta materia, identificaríamos cuál es el impacto que provoca nuestro estilo de vida en el planeta y dónde tendríamos que poner el foco para solucionarlo. Como ministra de economía les diría que esto a partir de ahora sería nuestra brújula y cada año presentaríamos un informe en el Congreso sobre nuestro progreso basado en este diagrama porque en definitiva, la economía de este siglo tiene que tener en cuenta el futuro común de la humanidad a través de políticas que nos hagan prosperar en equilibrio dentro del espacio seguro y justo de la rosquilla.

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