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La Eurocámara amenaza con congelar un 20% del sueldo de los excomisarios para evitar otro caso Barroso

El expresidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, fichó por Goldman Sachs.

Dani Rovirosa

Bruselas —

El Parlamento Europeo ha aprovechado su poder de decisión sobre el presupuesto comunitario para forzar a la Comisión Europea a que endurezca el código de conducta de sus antiguos miembros. Este miércoles ha aprobado una propuesta para congelar un 20% la partida que se dedica a pagar el salario de transición que los excomisarios del equipo de José Manuel Durao Barroso recibirán el año que viene.

Se trata del sueldo que Bruselas paga a los comisarios durante tres años cuando abandonan el cargo para garantizar su independencia. A la luz del fichaje del portugués por el banco de inversión Goldman Sachs, la Eurocámara está dispuesta a utilizar este arma como forma de presión. “Con la intención de mejorar nuestra democracia europea y la confianza de los ciudadanos de la UE hacia sus instituciones, los antiguos y actuales comisarios deben tener una actitud irreprochable, sobre todo, respecto a sus conflictos de intereses”, dice el texto de la enmienda que han aprobado los eurodiputados.

Desde un punto de vista estrictamente jurídico, Barroso ha respetado la ley, porque ha esperado 20 meses (dos más de los que exige el código de conducta) para aceptar su nuevo trabajo. Pero su actitud es moralmente cuestionable y ha creado un amplio rechazo entre la opinión pública, que considera a Goldman Sachs como uno de los culpables de la crisis económica. Incluso un grupo de funcionarios europeos inició una campaña de recogida de firmas para pedir a la Comisión que lleve el caso ante el Tribunal de Justicia de la UE.

Presionado por la Defensora del Pueblo europea, Emilie O’Reilly, el presidente actual, Jean-Claude Juncker ha elevado el caso ante el comité de ética para que analice si la justicia europea puede retirarle la pensión que Barroso solicitó nada más cumplir 60 años. Además, le ha retirado los privilegios a su antecesor. Cada vez que se reúna con algún miembro del Ejecutivo comunitario, se le recibirá como lobista y no como expresidente, lo que le obliga, por ejemplo, a tener que pasar por debajo del arco de seguridad cuando entre al edificio. Sin embargo, Juncker no contempla endurecer el código de conducta.

Puertas giratorias

La enmienda que ha aprobado el Parlamento la han presentado Los Verdes y ha recibido un amplio apoyo de los eurodiputados. El partido quiere dificultar las puertas giratorias, ampliando de 18 meses a tres años el plazo en que se prohíbe a los excomisarios aceptar un nuevo trabajo. También exige más capacidad de control sobre las declaraciones de intereses que tienen que firmar los aspirantes al cargo.

El caso de Barroso no es el único que debe resolver la Comisión Europea. Los BahamaLeaks han revelado que la excomisaria Neelie Kroes ocultó que durante sus años de mandato participó en una sociedad con domiciliación en las Bahamas. La dirigente holandesa, además, trabaja ahora para Uber. Y a estos dos nombres hay que añadir el de Connie Hedegaard, la excomisaria de Clima que colabora con Volkswagen.

La Eurocámara amenaza a la Comisión en que sólo retirará la propuesta para congelar el sueldo de los excomisarios si acepta sus exigencias. Aunque existe la posibilidad de que la enmienda acabe rechazada durante las negociaciones que las tres instituciones europeas deben comenzar ahora para cerrar el presupuesto de 2017.

En esta batalla política por exigir una buena conducta a las instituciones, se da la paradoja de que el Parlamento Europeo no predica con su ejemplo, que no ha logrado endurecer sus propias normas. El intento que hubo en septiembre para mejorar la transparencia del registro de lobbies que tienen acceso a las institución cayó en saco roto, por las enmiendas de populares, socialistas y liberales.

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