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La UE frustra las aspiraciones españolas en fondos extra para combatir la crisis

Van Rompuy plantea bajar la compensación a las regiones españolas

Belén Carreño

Con el habitual melodrama que rodea estas cumbres, los 27 se han pasado, aparentemente, la noche en blanco debatiendo los recortes del presupuesto comunitario. La última tanda de negociaciones arrancó sobre las 6,30 de la mañana con una propuesta del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy sobre la mesa que tiene muchas posibilidades de ser la definitiva. Según este borrador, el presupuesto será 12.000 millones de euros inferior, pese a contar con un país más.

El varapalo no es muy abultando (en realidad las cuentas de la UE suponen el 1% del gasto de todos sus miembros) pero sí significativo. Es la primera vez que la Unión negocia a la baja su dotación, en línea con los nuevos vientos de austeridad que proceden del norte. Las cuentas abarcan el periodo 2014-2020, así que serán las válidas cuando arranque, previsiblemente, el siguiente ciclo económico de bonanza.

España acudía a la cumbre con demasiadas “prioridades” presupuestarias y como es lógico, ha salido escaldada. La necesidad de conseguir fondos para luchar contra el desempleo juvenil ha provocado que Rajoy tenga que ceder en la inyección de ayudas que desde el corazón de Europa se hacían, en una primera propuesta en noviembre, a las regiones menos favorecidas. Así, en la anterior ronda de negociaciones se había ideado un cheque específico para las regiones españolas más afectadas por la crisis con una dotación de 2.800 millones de euros que ahora se queda en 1.800 millones. A cambio, se mejora la partida del fondo para combatir el paro juvenil que pasa a casi 6.000 millones de euros.

Esta es una pequeña derrota para la postura española, que aspiraba con lograr este extra para luchar contra el desempleo en forma de dinero nuevo. Sin renunciar a nada. Según el borrador, la nueva distribución de los fondos sería la siguiente: 500 millones para Extremadura, 624 millones para las regiones en transición y otros 700 millones para el resto de las regiones.

En el reparto discutido hace menos de tres meses se barajaba que Extremadura recibía 200 millones de euros como la región más desfavorecida del país, y Galicia, Castilla-La Mancha, Andalucía y Murcia obtenían 1.550 millones por figurar en el grupo de comunidades que han dejado recientemente de estar entre las más pobres de la Unión. Es decir, que Extremadura, dirigida por el barón conservador José Antonio Monago, saldría favorecida en términos relativos.

Esta posibilidad chocaba frontalmente con la postura defendida por el principal adalid de los recortes, David Cameron, primer ministro británico, que llegó anoche a Bruselas con la firme decisión de no moverse de la silla hasta conseguir un tajo convincente con el que cruzar de regreso el Canal de la Mancha. Como aliada ha tenido a Angela Merkel y, por supuesto, al resto de los países que están exigiendo austeridad dentro de la zona del euro: Austria, Holanda, Finlandia.

Pero la poco flemática tijera de Cameron no ha logrado recortar lo que algunos defienden como la única política común europea: la PAC. Los subsidios para la agricultura son un anatema para Francia, contrapeso indispensable y en la mesa de las negociaciones y visagra de las demandas de los países del sur.

Tradicionalmente, los intereses agrícolas son defendidos con el mismo ardor francés por parte de España, Irlanda y algunos países del sur o de la nueva UE. Y así ha vuelto a suceder esta noche. Sin embargo, el coste de defender la política agrícola ha obligado a la misión española a ceder en otras partidas prioritarias del presupuesto.

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